OPINION

Los programas sin público que evidencian que no necesitan público

Emma García, 'Viva la vida'
Emma García, 'Viva la vida'

La ausencia de público en las gradas de la televisión por la crisis sanitaria ha evidenciado que existen programas que recibían la visita física de espectadores cuando, en realidad, estos no ejercían ninguna función relevante en el estudio. Eran como parte invisible del decorado.

'El Programa de Ana Rosa' es el ejemplo más claro. Su altillo con público es claramente prescindible. Nadie ha notado el vacío de esta parte de la escenografía. Tampoco en 'Viva la vida', en 'Más vale tarde' o, aunque se recalque que los asientos están vacíos, en 'Liarla Pardo'. Ni siquiera en 'Sálvame', donde la grada que se llena con autobuses venidos de toda España es gran protagonista del show y, en cambio, no se echa de menos en estos días. No molesta la soledad de los escalones de la escenografía sin visitantes.  Menos aún cuando está grada se rellena de plantas en el 'Deluxe', como ha bromeado Jorge Javier Vázquez este sábado al dirigirse María Patiño a su público. "Qué público, si esto es un jardín botánico", ha soltado.

Otros formatos como 'La Resistencia' o 'Supervivientes' sí que sufren la falta de espectadores en el teatro o estudio. Las ovaciones, vítores y suspiros son los otros protagonistas de este tipo de shows al que acuden personas que viven con pasión la historia que atesoran estos shows de entretenimiento. Al final, los asistentes son parte protagónica real del show. No como otros espacios, que son como un jarrón de fondo que se ve cuando se pasa a publicidad.

En cierto sentido, el confinamiento deja a la vista que en las últimas décadas las cadenas de televisión han ido tirando de un público profesionalizado que, si no está, nadie echa en falta su papel en el show. Son los figurantes de agencia que se utilizaban para rellenar y dar un poco de viveza a los decorados de los programas.

Viva la vida grada
La grada de público de 'Viva la vida' este sábado.

Por diez euros, aplauden cuando se les pide y callan cuando se les solicita. Son más fáciles de manejar que aquellos que visitan el plató por la emoción de asistir a su espacio favorito. Pero, también, transmiten menos o nada: porque no lo viven, actúan por compromiso. Simplemente acatan instrucciones sin la ilusión de acudir a un acontecimiento que les  apasiona.

Por eso mismo nadie echa de menos que Ana Rosa Quintana o 'Viva la vida' no tengan a su habitual público en sus estudios. No se nota ninguna diferencia. No eran público real, sólo era gente haciendo bulto.

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