Dudas

Los realities ¿no? son para el verano

Lucía Etxebarría y Karmele Marchante en 'Campamento de verano'
Lucía Etxebarría y Karmele Marchante en 'Campamento de verano'
Mediaset

Hubo un tiempo en el que Telecinco apostaba por realities pretendidamente refrescantes en las vacaciones para no parar la rueda de su factoría de dimes y diretes que comentar en los magacines de la cadena. Así, por ejemplo, llegó 'Campamento de Verano' con el cometido de no bajar la guardia en verano la oferta de vidas retransmitidas en vivo y en directo.

Entonces, era el año 2013 y Mediaset demostraba que sabía sacarse de la manga, en tiempo récord, un reality diferente que, en realidad, era lo mismo de siempre. Una vez más, se reciclaba el cóctel de cobayas aventureras con fichajes estrella como Lucía Etxebarría o Karmele Marchante. Mezcla poderosa, desde luego. O explosiva, según como se mire.

En cambio, 'Campamento de Verano' se quedó en una edición porque trascendió en polémica pero no caló en la audiencia. No obtuvo el respaldo social, dejando un aprendizaje: no se puede hacer un reality comodín para rellenar de forma intercambiable varios prime time sin un objetivo creativo claro.

No basta solo con el mal rollo. Y de eso hubo bastante en 'Campamento del verano'. El buen reality necesita una idea que lo diferencie del resto y proyecte una motivación real en la existencia de los concursantes.  'Campamento de verano' se notaba que era un corta y pega de otros realities sin una entidad rotunda. Podía ser otra versión de 'Sálvame' más, como ahora 'La última cena'. Lo curioso es que la historia suele repetirse con el mismo devenir. Mismo sucedió el pasado año con 'La casa fuerte'. Realities que no se quedan en el recuerdo colectivo, ya que siempre se repite el mismo problema: son sucedáneos de 'Supervivientes' pero sin la verdad de estar realmente náufragos en la inmensidad de una isla desierta.

El consumo televisivo disminuye en verano, pero sigue interesando la tele-realidad. Un periodo de tiempo en el que el espectador quiere desconectar y evadirse de la rutina. Por eso mismo, para romper con la cotidianidad, los realiry en vacaciones son una oportunidad y no pueden ser un corta-pega repetitivo que recuerden a la temporada televisiva habitual. Tampoco deben rescatar todo el rato las mismas invernales tramas, pero en fórmula lowcost. La audiencia agradece que se refresquen los contenidos y sus protagonistas. No se ha dado en la diana de realities que respiren verano, que sean novedad en una televisión que vive atrapada en un largo invierno de personajes y peleas.

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