OPINION

Los toros aúpan la audiencia de la tarde de La 1 pero no logran liderar

Y los Toros volvieron a TVE. Y la emisión resucitó el enfrentamiento entre taurinos y detractores de la denominada Fiesta Nacional. Pero, a pesar de la polémica, RTVE consideró que este tipo de retransmisión no vulnera el horario infantil y justificó el regreso de las corridas de toros, seis años después, porque existía un gran interés de la audiencia.

Aunque la realidad ha demostrado que tantísimo interés no había: la retransmisión no logró liderar la tarde con un 1.157.000 espectadores y 12,7 por ciento de share. No obstante, la corrida sí aumentó la audiencia de esta franja horaria, que lleva tiempo estancada por debajo de los dos dígitos de share.

El comentarista de TVE, Federico Arnás, celebró ayer esta reaparición: “Vuelve el que es el segundo espectáculo de España, y que es un patrimonio cultural, económico, social y ¡ecológico!”, dijo, según recoge Ferrán Monegal en su crítica de hoy. También el Telediario arropó el retorno de la tauromaquia a La 1. Lo hizo con dos completas piezas que olvidaron cualquier mención, por mínima que fuera, a las críticas de diferentes colectivos por la emisión de los toros en el horario infantil.

El giro taurino de la cadena pública ha sido posible gracias al acuerdo alcanzado por TVE y Mesa del Toro, que aglutina a diestros, apoderados, empresarios y ganaderos. De esta forma, los espadas que participaron ayer, El Juli, Talavante y Manzanares, renunciaron a su caché por derechos de imagen. RTVE sólo ha tenido que costear el despligue técnico y humano que ha realizado con equipos propios de la casa.

Pero está claro que más allá de polémicas, este furor teletaurino ha sido otro símbolo más de la transformación que envuelve a la cadena pública y de la necesidad de la industria del Toro, que no pasa por su mejor momento: la afluencia de aficionados a las plazas ha disminuido. Quizá tanto como los datos de audiencia de ayer, en comparación con otras épocas gloriosas en las que las faenas arrasaban en las tardes catódicas.

Ya no hay el interés de antaño por esta tradición y, probablemente, alguien pensó que la tele era un buen aparato para volver a reconvertir a toreros en ídolos de masas, en sex simbols del arte español. Pero me temo que nuestras adolescentes ya prefieren los besos con sabor a algodón de azúcar de Justin Bieber.

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