OPINION

MasterChef 4 ya tiene ganador: estos son los 7 ingredientes (buenos y malos) de la receta del éxito de TVE

virginia gana masterchef 4
virginia gana masterchef 4

Virginia ha ganado MasterChef y el maletín con 100.000 euros. El programa de La 1 de TVE y Shine Iberia ha revalidado su éxito y ya prepara una edición con personajes populares. Tras la demolición de los Estudios Buñuel, ahora el formato de cocineros se graba desde un estudio más pequeño, aunque la receta para conquistar al público sigue intacta. Estos son los ingredientes que ha saboreado la audiencia (y también los que se han atragantado un poco a nivel televisivo en esta edición)...

INGREDIENTES SABROSOS

1. La realización

MasterChef es un gran formato televisivo porque sabe contar una historia, de principio a fin, con la emoción que merece cada personaje. No se queda en el reality evidente del conflicto y dibuja muy bien las situaciones. A veces al más puro estilo del culebrón. Otras como si se tratara de una telecomedia. La realización visual se construye con un inteligente puzle de imágenes a través de un amasijo de planos de reacción, susurros, chismorreos, épicas músicas de fondo (o emotivas -por cierto, en la final se han utilizado en un momento ñoño músicas frecuentes en el programa de Bertín Osborne-), encuadres detalle, entrevistas y las recetas, claro. Un laborioso trabajo, cargado de instinto televisivo, que hace el programa adictivo a pesar de su larga duración. El espectador quiere empacho de MasterChef. Y, de paso, aprende trucos de cocina mientras se divierte.

2. Los jueces

El programa ha crecido, en sus cuatro temporadas, de la mano de sus jueces. Sus tres personalidades se complementan a la perfección y han conseguido el más difícil todavía: ya son como de la familia. Son empáticos y reconocibles para un espectador que, además, agradece que sean traviesos. Especialmente Pepe y Jordi. No tienen miedo al show, ni a lo políticamente incorrecto. Son ellos mismos y por eso son tan queribles. Eso sí, viven de muletillas "a cascoporro" por encima de sus posibilidades.

3. El casting

En MasterChef no olvidan que esto es un show de televisión, donde es importante destacar en la cocina pero más clave es contar con el carisma necesario para traspasar la pantalla y contagiar emoción. Y en esto el casting del programa no suele fallar. Tampoco en esta cuarta edición, que ha dado la vuelta a las perfiles de concursantes habituales -incorporando a las gemelas- o con personajes de sitcom como José Luis, el manchego, con ese sabor rural que transmite verdad aunque tengas que subtitular lo que dice. Porque cuando el protagonista es bueno a nivel televisivo hasta los subtítulos son televisivos.

4. Las redes sociales

El formato de La 1 también aprovecha las redes sociales. Interactuando, invitando a sus espectadores a pases exclusivos del programa (esta misma noche se ha vivido la final en una gran premiere en el madrileño cine Capitol de la Gran Vía), incorporando el termómetro online de su opinión en emisión y creando contenidos propios a través de la web rtve.es. Los más fans de MasterChef se sienten mimados por la cadena y se ven como coprotagonistas relevantes de la fórmula. Son arte y parte.

INGREDIENTES CHAMUSCADOS

5. La espontaneidad de Eva

Eva González está en su papel de narradora del programa y, en plató, es toda una profesora que pone firmes (y riñe) a los concursantes pero, también, a los señores del jurado. Aunque el personaje de Eva González debería crecer hacia su luminosa espontaneidad, que en realidad está por descubrir. El programa a veces desaprovecha su carácter más empático.

6. Las (exquisitas) pruebas

En un panorama de producción audiovisual en el que cada vez cuesta más elaborar programas con una capacidad de producción, que requiera ensayo y favorezca tramas diferenciadas que acerquen la tele a la calle, MasterChef pone en valor la importancia de que el espectador descubra nuevos lugares, curiosidades y profesiones con el programa. Aunque tal vez es el momento de 'terrenalizar' esas salidas de las cocinas al exterior en lugares en los que la audiencia se identifique más e incluso pueda participar. Está bien descubrir lugares pocos accesibles para la audiencia media del show, como barcos o hoteles caros, pero también existe un universo por colonizar en ambientes no clasistas en los que el público se ve reflejado y se sienta arte y parte. También puede ser interesante realizar algún intercambio con concursantes de otros países o con miembros del jurado de otras versiones. Así se enriquecerá el formato en la próxima temporada con un público que cree que se las sabe todas.

7. La (poca) evolución de los participantes

En esta cuarta edición, ha faltado mayor evolución de los aspirantes a chef. Los que cocinaban más flojo se han marchado con el mismo nivel. Y los que apuntaban maneras (Pablo) se han perdido demasiado pronto. Mientras otros, sin ser apoteósicamente buenos (Ángel), han llegado a la final, que, claro, ha sido previsible. Un programa de estas características es más emocionante si en el propio casting fomenta giros dramáticos que nadie se espera y, sobre todo, reflejan un espectacular aprendizaje de los concursantes con el que la audiencia se siente identificada. Porque el público también se pone a prueba viendo MasterChef y se compara con los aspirantes. Pero esa enriquecedora evolución de los futuros chefs no siempre se puede prever del todo. Y en televisión los castings no siempre salen en el punto ideal de ebullición. Esto ha pasado en la cuarta edición española de MasterChef. Pero incluso cuando no sale el guiso bien del todo se habla de MasterChef. Porque ese es el superpoderoso ingrediente del formato de La 1 y la productora Shine: su buena cocción televisiva no permite la indiferencia. Al contrario, te deja con la boca haciendo agua.

@borjateran

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