OPINION

'Masters de la Reforma', un 'Masterchef' de bricolaje a lo bestia

Primeras expulsadas de 'Masters de la Reforma'
Primeras expulsadas de 'Masters de la Reforma'

En 2007, Antena 3 estrenó 'Esta casa era una ruina'. Fue el primer gran intento de llevar al prime time el espectáculo de la reforma. Sin embargo, entonces, se optó por el género del docushow en el que en cada capítulo una familia veía como se redecoraba su casa como excusa para mejorar su vida. La dinámica de aquel formato, que presentó Jorge Fernández ('La Ruleta'), no acabó de encajar con las costumbres de los consumos televisivos españoles. En nuestra cultura audiovisual, el espectador prima otro tipo de géneros al docureality sensiblero, que no siempre se lo cree.

Una larga década después. Antena 3 vuelve al bricolaje a lo grande, ese que derriba con el mazo muros si hace falta, y esta vez lo hace de la mano de la productora Shine Iberia, responsables de 'MasterChef' en España. Y se nota. Mucho. Porque 'Masters de la Reforma' cuenta con lo mejor de 'MasterChef'. Incluso el contrapunto de un jurado compuesto por dos hombres y una mujer (Tomás Alía, Pepe Leal y Carolina Castedo). Incluso un balcón donde suben los concursantes para observar la prueba de expulsión y donde queda bien retrata su expresividad. Incluso un gran hipermercado con mucha simbología latente de Leroy Merlin. Incluso una prueba por equipos para incentivar tensiones. Incluso el 'Master' en su título. Incluso miembros del jurado invitados. Esta primera noche, el interiorista Pascua Ortega

Lo único que aquí no se cocina, aquí se hacen chapuzas. Lo que, a priori, conlleva una dificultad extra para la popularidad del formato: ya que el universo de las reformas no es tan identificable para el público como cocinar o cantar. Debilidad que este talent show ha intentado minimizar con pruebas muy asequibles para todos los públicos. De hecho, el primer juego ha sido colgar (bien) unos cuadros.

'Master de la Reforma' fusiona lo mejor del género del talent show con lo mejor del docushow. Mezcla concurso y reality. Así el espectador cuenta con el suficiente tiempo para empatizar con los concursantes, a los que irá conociendo durante cada semana a través de una competición a lo bestia. Y es que el programa evidencia una capacidad de producción de gran formato, con un plató gigante y con unas complejas pruebas de exteriores que se desarrollan en tres duros días desde unas localizaciones luminosamente telegénicas. Laborioso trabajo que está magnificamente editado para enganchar, a pesar de la larga duración del prime time español que es contraproducente para este tipo de producto. Su contenido ganaría adeptos si se resumiera a la mitad el metraje del estreno. Pero no ha sido así.

'Master de la Reforma' inyecta en el mundo del bricolaje toda las tensiones del talent show de habilidad contrarreloj. Diez parejas de concursantes, de calculados y complementarios perfiles de personalidad, compitiendo como manitas. Quizá son demasiados participantes. Por suerte, está Manel Fuentes guiando con su desengrasante naturalidad a un espectador que asiste a un galimatías de nombres, pruebas, intensidad y situaciones que han sido grabadas en cinco días y maratonianas jornadas de rodaje para ser todo condensado en una entrega semanal.

Pero este estreno ya viene con sello diferencial respecto a otros talents: el espectador tiene la necesidad de quedarse para ver el comparativo del antes y el después de la reforma. Si empiezas a ver la obra, ya debes quedarte para ver si mejoran o destruyen el lugar. Esta noche en el reto de exteriores, un cortijo. La posibilidad de chequear el resultado y el origen suele ser un elemento imparable como alimento de la curiosidad del público. Porque los programas de hábitats a los que se puede aspirar siempre son un buen aliciente para soñar. Aunque nunca vayas a tener un jardín con las palmeras del suficiente tamaño como para colgar de ellas una inmaculada jaima. Mejor, la jaima del estreno de 'Masters de la Reforma' ha sido demasiado hortera.

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