ANÁLISIS

4 falsos mitos a derribar de los programas de actualidad de hoy

Cristina Pardo en 'Liarla Pardo'
Cristina Pardo en 'Liarla Pardo'
Atresmedia

En televisión, como en la vida, crecen percepciones que parece que favorecen el éxito. Pueden asumirse, pero algunas son sólo eso: percepciones. Y falsas.

1. El plano general baja la audiencia en un programa de actualidad

El plano general no baja la audiencia en un programa de actualidad y debate. Al contrario, es crucial: sitúa al espectador en el plató y logra que su ojo  relacione a los diferentes protagonistas del espacio. El primer plano es fundamental en televisión, por supuesto, ya que marca la expresividad emocional de las reacciones. Pero necesita convivir con una buena coreografía de planos generales. O el espectador se pierde y, por tanto, cambia de emisora si no existen imágenes que le ubiquen en la acción que acontece en emisión.

Es una de las debilidades de 'Las cosas claras' de Jesús Cintora. En sus comienzos, prácticamente sólo se veía al propio Cintora todo el rato y un ir y venir de conexiones con el exterior. En cambio, los tertulianos en plató sólo aparecían cuando hablaban. Como consecuencia, casi no se divisaba cómo estaban colocados en la mesa. El público no sabía quién miraba a quién. Incluso cuando entraba el meteorólogo no se ubicaba en el plató el lugar en el que estaba colocado. 'El tiempo' parecía un programa ajeno al magacín. Y la audiencia se aturullaba. Normal, no había plano general que relacionara a nadie ni a nada. Y si lo había sólo era un segundo que no permitía coger aire. El equipo de realización de TVE ha ido intentando remediar esta debilidad enseñando más el plató. Hay que contextualizar siempre en televisión, y también es vital contextualizar la escenografía y cómo se colocan los protagonistas en el estudio, con sus entradas y salidas en escena. La audiencia se esfuma si no entiende lo que ve. 

2. El video pregrabado no funciona en un programa de actualidad y debate

En los programas de actualidad planea la idea de que todo se debe narrar con percepción de que sucede en el mismo instante en el que se emite. De ahí que se incite al uso de rótulos de 'directo' constantemente como reclamo. Incluso los informativos, cada vez más, priman la información de acción: el grafismo en pantallas en plató, las recreaciones en realidad aumentada en la propia escenografía y las conexiones van adquiriendo hasta más protagonismo que las noticias y reportajes elaborados. Que todo parezca que se cuenta en vivo.

Pero no es del todo cierto que el espectador desconecte si se da paso a un vídeo elaborado. Lo demuestra 'Liarla Pardo' con Cristina Pardo. El magacín dominical de La Sexta está desarrollando entrevistas a personalidades que son rodadas fuera del estudio de Atresmedia. Y funcionan con buen rendimiento. De hecho, al ser conversaciones editadas, se controla mejor el interés del entrevistado en un tiempo ajustado. Hasta pudiendo arriesgar más con los perfiles de personajes. 

Así las entrevistas de 'Liarla Pardo' sirven para que coja aire el formato, pues sale del plató a un lugar que potencia la atmósfera que define al invitado. Mientras que la entrevista, al estar producida, cuenta con un atrayente relato bien armado. O eso se intenta. Antes y después de su emisión, el propio programa ya envuelve al encuentro del tono de actualidad en directo. Pero el público no se espanta por dar paso a una grabación tranquila y pregrabada si está bien contada. Si el programa dibuja bien un clima de compañía, se queda.

3. La crispación vende más

En un formato de actualidad es relevante la diversidad de prismas de opinión, pero no lo es tanto la crispación. La pelea puede hasta expulsar a un público que prefiere prescriptores que le entretengan a la vez que le aportan. Polémica no es sinónimo de éxito. Más relevante es que cada programa cuente con un perfil único y diferenciado de colaboradores propios que, además, atesoren una profesión detrás -más allá de ser contertulios-, lo que les permite una mirada entendida fruto de la experiencia laboral y no transformarse en mercenarios de la trinchera de la opinión. 

4. Contar todo como si fuera una exclusiva

Los rótulos de 'exclusiva' no crean fidelidad. Al final, una comunidad de seguidores se construye a través de la gestación del carisma propio del formato en cuestión. Narrar todo como si fuera una 'exclusiva' para atraer el interés termina desvirtuando el contenido y debilita la credibilidad que arma el programa. El espectador no es tonto, quiere historias que le interesen. Le da lo mismo un cartel de 'exclusivo' que es vacío, pues realmente no marca en la apreciación de la audiencia que aquello que se cuenta sea inédito porque pocos han utilizado bien este reclamo. Reclamo que es hasta demodé. Mejor que una exclusiva puntual es generar un vínculo constante gracias al rigor, honestidad y carácter a la hora de divulgar a diario. Y el carácter se alcanza con la paciencia de saber cuidar aquellas fortalezas que te distinguen al resto para no ser intercambiable y, por tanto, olvidable.

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