OPINION

'Mujeres y hombres y viceversa': el efecto colateral de un programa agónico

Emma García
Emma García
Emma García
Presentadora y cupida.

Dicen que buscan el amor, pero en realidad sólo aspiran a lograr una fama rápida, una fama que es de usar y tirar aunque ellos no lo sepan. Son los participantes de Mujeres y hombres y viceversa, que han llenado con sus "citas" el mediodía de Telecinco durante los últimos diez años, pariendo "famosos" fugaces para bolos de discotecas o, en el mejor de los casos, para concursar en otros realities de la casa como Supervivientes.

Sin embargo, en este 2018, el formato presentado por Emma García ha sido relegado a Cuatro. Tras años de éxito, el programa ha ido acusando un desgaste hasta convertirse en un lastre para Telecinco. Pero Mediaset no ha querido cancelar tal programa y ha preferido estirar su agonía para aprovechar sus últimos coletazos, con la pretensión de elevar la audiencia de las tardes de Cuatro, donde desde Tonterías las justas (2010-2011) no se ha conseguido asentar con vigor ningún producto.

Pero Mujeres y hombres y viceversa lleva semanas demostrando que tampoco será la salvación de esta franja en Cuatro. Sus datos de audiencia no alcanzan ni la media de la cadena y rondan el 3 por ciento de cuota, con unos 400.000 espectadores. MYHYV no funciona como antaño. Lógico, pues el programa se ha acomodado en una fórmula repetitiva en la que, además, la sociedad cada vez está menos reflejada.

La dinámica de Mujeres y hombres y viceversa siempre ha sido prácticamente la misma: un mercado de la carne, de concursantes cortados por un idéntico y superficial patrón de belleza. Las chicas, recauchutadas; los chicos, musculados. Todos con mucho rayo uva y ropa bien ceñida. Y todos también protagonizando citas superficiales y sobreactuados conflictos posteriores, en los que parece que el ocio juvenil se reduce a alcohol, discotecas horteras, infidelidad y peleas a golpe de captura de Whatsapp (antes Tuenti).

Viendo el programa, poca conclusión se puede extraer sobre la juventud más allá de que para ser feliz y triunfar en la vida, hay que ponerse una camisa muy apretada y gritar mucho en un plató. Su existencia siempre ha sido un sinsentido, pero antes al menos tenía una audiencia que lo legitimaba o lo consideraba entretenido. Ahora, sin esa audiencia dispuesta a tragarse sus impostados delirios, MYHYV cae por su propio peso y sólo evidencia su ridículo ante un tipo de espectador joven que, por suerte, evoluciona hacia otros contenidos en los que reflejarse (léase Operación Triunfo).

Pero, además, la recolocación de Mujeres y hombres y viceversa en Cuatro supone un efecto colateral empresarial: es una bofetada para el propio Cuatro. La herencia recibida de Telecinco desvirtúa la marca propia y diferenciada de la emisora y sigue ahondando en la imagen de que Cuatro se ha convertido en un satélite secundón de Telecinco, reservado para los restos y subproductos que la cadena principal ya no quiere.

La marca de Cuatro está desdibujada, necesita marcar la diferencia de sus cadenas hermanas y si hay un género en el que lo está logrando, es en el ámbito del docushow con mucho humor. Ven a cenar conmigo o First Dates son un claro ejemplo de ese ecosistema de Cuatro como cadena joven. Estos dos formatos son programas que no se toman muy en serio a sí mismos y consideran al espectador lo suficientemente inteligente como para diferenciar entre lo que es realidad y lo que es un simple chascarrillo. Justo lo contrario que hace Mujeres y hombres y viceversa, que sí se toma en serio a sí mismo, que mira por encima del hombro a sus cobayas y que, mostrando la vertiente más vacía de las relaciones juveniles, ha terminado por agotar incluso a sus más fieles.

Mostrar comentarios