OPINION

'OT 2020': el inesperado retrato de la sociedad española que está realizando

Jesús OT
Jesús OT

'OT' lo ha vuelto a hacer. Si en 2017 el éxito social de la academia de 'Operación Triunfo' se sostuvo en que retrató a una juventud plural, diversa y tolerante, en 2020 este talent show también está radiografiando el cambio hacia el que evoluciona la convivencia en nuestro país. Solo han pasado tres años, pero todo muta tan sumamente rápido, que las nuevas generaciones ya no son idénticas a las que entraron en el concurso en 2017: han crecido, en los últimos años, entre trazos de toxicidades que creíamos superadas. Y se está notando desde los primeros días de esta edición.

Parece que en la academia de OT también se ha colado esa sociedad que ahora por momentos retrocede entre consignas que promueven miedos y temen la diferencia, cuando ya habíamos aprendido que la diferencia hay que abrazarla porque nos enriquece. Los mensajes de odio han proliferado últimamente. Y no han sido condenados sino avivados por un panorama político crispado e inestable. Es más, determinados partidos políticos han legitimado esos mensajes colándolos en los medios de comunicación, en las redes y en los escaños. En este contexto, muchos se atreven ahora a verbalizar barbaridades basadas en estigmas discriminatorios tan simplistas como tóxicos.

Y, claro, como siempre, la televisión nos retrata. Con todas las consecuencias. A veces, incluso perturbadoramente. Así, esta academia de 2020 ejemplifica a ratos ese regreso a un pasado rancio y en blanco y negro. De repente, chavales del siglo XXI dicen que las mujeres saben planchar y que los hombres aparcan mejor. Ojipláticos nos quedamos. De pronto, chavales del siglo XXI sueltan que maquillarse no es de machos sino de "putonas" y que "el único macho" es el que no se maquilla o no baila twerking. ¿Qué ha pasado aquí? ¿Cómo hemos podido retroceder cuando los nuevos jóvenes eran inspiradores y esperanzadores porque mostraban respeto y compromiso con su sociedad diversa?

¿Qué habría pasado si alguno de estos concursantes hubieran compartido academia con tan buenos referentes como fueron, por ejemplo, Agoney, Alfred o Marina? Aquel beso entre Marina y Bast, su novio transexual, en una de las galas de OT 2017 puso de relieve toda la necesaria visibilidad y la luz que estaba aportando el programa a la audiencia joven y a la no tan joven. Aquello fue esperanzador. Y por eso nos enamoramos de aquellos concursantes. Las comparaciones otra vez, sí, pero es que vuelven a ser inevitables.

Mientras, este 'OT 2020', que aún no tiene ni dos semanas de duración, es noticia en sus primeros días porque constantemente se viralizan en las redes sociales momentos de convivencia en los que los concursantes se hacen feos (ha tenido que intervenir incluso Noemí Galera con su inteligencia y sensatez para aplacar las rudas y agresivas formas de la concursante Eli) o alardean de prejuicios sorprendentes (casi siempre en boca del concursante Jesús). No son la mayoría, claro está, apenas unos casos aislados, pero, sin duda, están empañando y enturbiando la percepción general que está generando esta edición.

Son los traumas heredados de una sociedad machista y sexista que ahora son utilizados por algunos como llave al poder político. Porque los miedos son siempre una rentable trampolín para convencer desde la manipulación emocional. Una crispación que propicia que en la calle se visibilicen prejuicios que antes ya nadie se atrevía a verbalizar. Y esta realidad también ha entrado en un talent show juvenil que se debe a una televisión pública y que en su ADN en TVE siempre se ha revestido de positividad y constructivismo. Peligro, por tanto. 

No todo la juventud es así, obviamente. En 'OT' sólo es un mínimo porcentaje, pero contagia de negatividad al resto. Como ocurre en la sociedad real. El rostro de los profesores también refleja este desconcierto en ocasiones. La cara de Manu Guix al piano fue un poema el otro día cuando un compañero (de nuevo, Jesús) atacó a otro de malas maneras.

'OT' debe ser un programa que transmita inquietudes, no que visibilice intolerancia, prejuicios, faltas de respeto o educación. Quizá no es tan grave, quizá son solo unos chavales inmaduros que están construyendo aún su personalidad, quizá son solo primeras impresiones... Pero, de momento, lo que era un talent esperanzador hace tres años hoy se presenta más sombrío, más incierto, menos claro. Como nuestra propia realidad social.

Borja Terán.

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