OPINION

Pablo Motos no se queda en casa: el aprendizaje que dejará estos días en 'El Hormiguero'

Pablo Motos, 'El Hormiguero'
Pablo Motos, 'El Hormiguero'

No, Pablo Motos no se queda en casa y sigue acudiendo a su plató de televisión todos los días. Podía haber decidido emitir el programa con él mismo y todo su equipo desde sus respectivos hogares, como hace Wyoming, Buenafuente o Évole, pero 'El Hormiguero' sigue realizándose desde su decorado habitual. Aunque con un formato redefinido. 

Realizar 'El Hormiguero' desde casa hubiera dificultado una de las claves del éxito del formato de Antena 3 y la productora 7 y Acción: la energía de show en vivo y en directo. Las interferencias de las más sucias conexiones por sistemas de videollamada complicaba la emisión en tiempo real y obligaría a grabar el programa con antelación. Sin posibilidad ni siquiera de llamar al azar para dar el premio de la pregunta telefónica "¿Sabe usted qué es lo que quiero?". Por tanto, en este caso, era mucho mejor seguir con las luces del decorado prendidas y que, de paso, sirvieran como un especie de amplio y luminoso horizonte que no recalcara tanto las cuatro paredes que tenemos como barricada. El espectador necesita escapar, al menos un poco, del recordatorio constante de la cuarentena. 

'El Hormiguero' ha sabido adaptarse a unas emisiones sin público y sin invitados in situ. La experiencia profesional radiofónica de Pablo Motos y su socio Jorge Salvador ha ayudado, pues tenido claro la necesidad de enriquecer la sencillez de la nueva dinámica con la argumentación de colaboradores que están todo el rato de apoyo en escena. El vacío del plató se suple, como en un estudio hertziano, con los aportes cómplices de Monaguillo, Luis Piedrahita, Marron y, por supuesto, Trancas y Barrancas. Los cinco acompañan al presentador, que introduce el show con una especie de monólogo terapéutico que recuerda al mejor Motos de aquella radio tan creativa y diferente que hacía en lúcidos formatos como 'No somos nadie' de M80 o, antes, 'La radio de Julia' de Julia Otero.

Porque su manera de mirar el mundo y hacerse reflexivas preguntas no es fruto del confinamiento actual. De hecho, su incesante curiosidad es uno de los cimientos del longevo triunfo de 'El Hormiguero' que, a la vez, otorga una utilidad extra al programa. También en este camino en el que todos estamos inmersos en estas semanas. De esta forma, en los arranques de 'El Hormiguero, Pablo explica cómo controlar la tensión que nos atrapa, cómo intentar abrazar la calma. Y lo hace en un clima propicio para la risa, con conexiones a invitados de primer nivel y, especialmente, con una tranquilidad inaudita en 'El Hormiguero'.

Y ahí Pablo Motos también debe extraer su propio aprendizaje de estos días. Su programa es mucho mejor si está relajado. Es paradójico. Ahora no tiene tantos experimentos, ni tantas sorpresas, ni tantos giros trepidantes de guion para sorprender. Todo va más despacio. Pero funciona igual, engancha de la misma manera.  E incluso como maestro de ceremonias cae mejor al público porque no baja la guardia de la intuición para que nada se ralentice pero no corre con la avidez de antes. La prisa en televisión es antipática. El ritmo no tiene nada que ver con la velocidad. Es otra historia. 

'El Hormiguero' volverá a la normalidad con su espectacularidad de siempre que deja boquiabiertos a los invitados internacionales. Pero Motos descubrirá que esa tranquilidad nerviosa con la que disfrutaba en la radio también será aliada para que avance más la empatía de su veterano programa televisivo. 

Un programa que es un triunfo para nuestra sociedad porque aporta desde la creatividad. Aunque, en estos días, por aquello de la distancia de seguridad, nos despierte a todos esa especie de sensación de incomodidad ver la mesa del programa tan plagada de gente -encima... y debajo-,  'El Hormiguero' de Antena 3 no podía parar su maquinaria y quedarse en casa. Necesitaba llenar la franja de máxima audiencia que ejerce, en esta época tan compleja, el servicio público esencial del entretenimiento que da herramientas para poder escapar de la claustrofobia de la incertidumbre, del miedo, del drama, de los planes rotos. El entretenimiento que aporta calma. Ese es un gran aprendizaje que dejará para el propio Pablo estas ediciones de 'El Hormiguero: quédate en casa, aunque yo acuda al plató'.

Mostrar comentarios