OPINION

Palabras malditas que pronostican el fracaso de un programa de televisión

Raquel Sánchez Silva con Aitana.
Raquel Sánchez Silva con Aitana.

Son términos malditos, que se han quedado desfasados y que, sin embargo, aún se utilizan en los programas de televisión como si al pronunciarse, por arte de magia, ese formato se convirtiera en atrayente símbolo de modernidad. Pero no, suelen propiciar el efecto contrario. Porque son vacías y no dan contenido de calidad al formato.

Así, en la televisión de los últimos años, se ha entendido que fardar de que los programas hablarán de 'redes sociales' y 'nuevas tecnologías' suena chic. Aunque, en realidad, el término en sí de 'nuevas tecnologías' suena viejo. Es caduco. Es rancio. Lo mismo sucede con  vender 'vamos a hablar de las redes'. Y, al final, sólo utilizar esas redes sociales como si fueran un simple contenedor de pifias para alimentar un zapping al estilo que se hacía con los fallos del directo de los programas en los noventa.

Las redes sociales son un arma imprescindible para que los programas de televisión crezcan, pero no sirven si se confunde la viralidad de Internet con el concepto de 'vídeos de primera' de la tele tradicional. No basta con emitir (tarde) un vídeo gracioso o de impacto que el espectador ya ha visto varias veces en su móvil, Twitter y el Whatsapp, el éxito televisivo de las 'redes sociales' consiste en saber utilizarlas para que el espectador sienta que es arte y parte en el rumbo que va tomando el programa. 

Las redes no aportan nada si sólo son meras suministradoras de revival de refrito a un espacio. Lo interesante es que el programa consiga temas propios de valor con ayuda de las redes sociales.  Así el espectador acude al programa porque sabe que asiste el primero a un contenido de influencia, no a rebufo de las redes sociales. Es la clave del éxito del show de Ellen DeGeneres en la televisión: ha convertido su programa en un acontecimiento para vivir también a través de las redes. 

La televisión simula que entiende las redes sociales. Pero aún las mira desde conceptos antiguos y analógicos. Por eso, desde la televisión todavía se utilizan términos postergadores como 'medios digitales' o 'periodistas digitales'. Como si 'lo digital' fueran un género cuadriculado en sí mismo, cuando todos los medios y todos los periodistas están ya trabajando en el universo digital. O no podrían ejercer y comunicar su trabajo, pues lo que antiguamente se denominaba digital desde hace décadas es la materia prima crucial para desarrollar el oficio de informar.

La sociedad va muy rápido y es fácil quedarse atrás si no tienes los sentidos bien abiertos. También a la hora de desarrollar la televisión. Y existen términos que delatan. No vale de nada repetirlos, si no se comprende la forma en la que se aplican. Es lo que sucede con las redes sociales que las cadenas alimentan con la obsesión de lograr un buen trending topic para que el espectador comente. Pero, paradójicamente, la televisión es menos interactiva que cuando aprovechaba constantemente las llamadas de teléfono en emisión para que el público enriqueciera de verdad el transcurso del programa.

La televisión cree que aprovecha las redes sociales, pero sigue desconectada del potencial real de las nuevas plataformas para atraer la curiosidad de un público que existe pero que no siempre va a la televisión porque ha interiorizado que la televisión no cuenta con él.

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