ANÁLISIS

'Palante' de Soleá: por qué es una canción para ganar 'Eurovisión Junior 2020'

Soleá representará a España y TVE este domingo en una versión diferente del eurofestival por la crisis sanitaria.

Soleá en los jardines de RTVE en Prado del Rey.
Soleá en los jardines de RTVE en Prado del Rey.
Borja Terán

'Palante' de Soleá es una canción hecha para ganar 'Eurovision Junior 2020'. ¿Por qué? Porque este tema es una explosión de optimismo y ritmo en un año en el que la versión pequeña del eurofestival no cuenta con excesivos himnos pegadizos.

Ahí, en pegadiza, 'Palante' gana con una pizpireta cantante de 9 años que representa el arte de España a través de esa inconsciencia de la niñez. Como en la pasada edición, con Melani García y 'Marte', TVE acierta porque entiende que su propuesta debe ser una canción infantil pero con calidad adulta. No trata con condescendencia al mundo de los niños. Al contrario, suena para todos los públicos con una travesura que reúne inteligencia transgeneracional. 

Sin embargo, el problema de la candidatura de España apunta a la escenografía vista en los ensayos. Es acertado huir del tópico español obvio e  intentar atraer la atención de Europa gracias a otros guiños sutiles que remiten a la iconografía que se asocia con lo español. Por ejemplo, el vestuario de Soleá en vez de caer en los manidos lunares por faralaes apuesta por la reinvención de unos sutiles flecos. Un buen ejercicio de modernidad.

Lo malo es que la escenografía decidida para envolver la canción no parece definir un concepto claro, a diferencia del año pasado donde TVE se centró en un premisa contundente y con conciencia. Entonces, Melani destacaba en el centro de la bella profundidad de un mar enredado en la contaminación del plástico. No había lugar a dudas de la historia que se estaba contando. Y sensibilizando. Ahora, de la luz de la inmensidad del océano pasamos a una oscuridad que puede sentirse más fría. En 'Palante', el color de los fondos escénicos y la iluminación se basa en azules, morados y magentas que en los ensayos pueden restar cierto ímpetu del mensaje que sostiene la canción, que se comunica mejor con la viveza de la alegría multicolor. 

Quizá se podía haber optado por la luminosidad cálida que representa más a España a ojos europeos. Tampoco sería ninguna novedad. Ya TVE ganó este concurso con María Isabel. Entonces, el atrayente tema 'Antes muerta que sencilla' cogió más impulso televisivo con unas animaciones rojas chillonas y una coreografía con sus abanicos made in Spain que hacían más grande a la cantante, sobre todo gracias a la apoteosis de colores vivos que alumbraban con más alegría a la artista y su hit. La canción de Soleá podía haberse diferenciado frente a otros países eligiendo un camino más cálido.  Aunque habrá que ver el resultado final. 

No obstante, en este año raro también este Eurovisión será distinto. Lo que, a priori, provocará que no sea un acontecimiento mediático desde La 1 de TVE. Ya en la pasada edición, a pesar de quedar España en tercera posición, el programa no destacó en fervor de audiencias. El público español no lo termina de ubicar en su horario en los domingos por la tarde (empieza a las 17 horas, aunque no se haya promocionado la hora mucho). En este 2020 aún menos, pues las actuaciones ya han sido pregrabadas y serán introducidas en la gala final como si se tratara de un desfile de videoclips. Para ello, todos los países han reproducido un set con mismas dimensiones -con su pantalla circular- para participar en mismas condiciones sin desplazarse. Y aquellos que no podían permitirse la escenografía han volado a Polonia y lo han rodado en la televisión que repite como sede.

Al estar todas las participaciones ya grabadas, faltará la emoción de la imprevisibilidad del directo. Nadie se equivocará o desafinará, pues cada candidatura ha tenido la opción de coger la mejor toma. Así que la gala será una especie de sucesión de clips de vídeos en donde lo más emocionante serán las votaciones. La suerte es que, en esta versión "mini" de 'Eurovisión', España se puede votar a sí misma. Bueno, y todos los estados participantes.  Pero nos aupará el fiel fervor de los eurofans de nuestro país. No fallan. Eso será lo que salve la emoción de un show que pasará más desapercibido mediáticamente. Sin la fuerza de cantantes actuando en el inesperado directo, el nervio colectivo desvanece y el interés del espectador merma, a pesar de que Soleá tiene el talento, la seguridad, la canción y hasta los rivales para ganar. 

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