OPINION

Parchís en Netflix: la oportunidad perdida de un documental a medio gas

Parchis
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El documental sobre la trastienda del mítico grupo infantil Parchís ha llegado a Netflix. Y su gran mérito es que ha reunido, de nuevo, a los integrantes del grupo. Tino, Yolanda, Gemma, David, Óscar y Frank, que sustituyó a Óscar cuando se fue. Y ya. Nada más.

Porque más allá del emocionante reencuentro entre los integrantes de Parchís esta obra, de dos horas, no enfoca nada bien las tesis que explora.  El documental de Parchís abarca mucho pero aprieta poco. Intenta hacer creer que va a desvelar los lados oscuros nunca contados de la vida de estos niños y, al final, el visionado deja al espectador con una experiencia a medias. Y, por cierto, no existe lo que ha servido de exagerado cebo para vender el documental. Ni drogas, ni desfase, ni secuestros.

Es más, los grandes momentos de crisis del grupo nadie parece explicarlos bien en la cinta y, por tanto, no se comprenden. Sólo son vagos recuerdos. De hecho, ni siquiera se entienden los motivos del despido del productor de la discográfica cuando se intenta relatar. Nadie lo explica bien. Nadie lo remata. A veces, hay hasta que 'rebobinar' para captar mejor a la segunda lo que dicen. Mala cosa, pues el documental sólo se construye en base a esas entrevistas.

Las aportaciones de los propios artistas son lo más interesante, entrevistados por separado. También lo que cuenta su tutor, Joaquín Oristrell, que después fue director de cine y guionista de grandes obras de nuestra ficción televisiva que han retratado muy bien España como son 'Chicas de hoy en día' o, en la actualidad, 'Cuéntame'.

Oristrell dice que nada de su vida profesional ha superado el magnetismo que vivió en Parchís, pero paradójicamente el documental no logra mostrarlo con imágenes. Y eso que toda la evolución del éxito de Parchís está grabada en imágenes. Porque su éxito fue fruto en gran parte de la presencia en la televisión.

El documental de Parchís es una oportunidad perdida. Revive el mito, sí, atrapa la nostalgia del espectador, sí, pero se queda a medio gas. Falta documentación, no cuenta con recreaciones que contextualicen bien y ayuden a un relato que se queda más en un popurrí de divagaciones inconexas que en una historia con un desarrollo con un objetivo hilado.

También flojea la selección de imágenes de archivo de la televisión. El documental no termina de mostrar lo más descriptivo de su paso por TVE y Televisa. Sólo pilla imágenes requetevistas, que ya están en gran parte en Youtube. Por lo que sea, no se ha profundizado demasiado en el archivo de TVE, donde hay documentos brutales de la sobreexposición del grupo como esta presentación de 'Aplauso' que evidencia una grabación tediosa en la que se transmitía de todo menos naturalidad:

El problema tal vez surge cuando solo se intenta sostener el documental en el tópico de los claroscuros del juguete roto de la industria musical y, en realidad, en las entrevistas sólo hay recuerdos que ya sabíamos: unos niños flipándolo ante tal éxito con unos padres más felices aún por el fenómeno que protagonizaban sus retoños. Quizá ese es el retrato que podía haber explorado el programa. Quizá lo interesante era centrarse en sus vivencias para ahondar en ese contraste de la vida de entonces y la vida de hoy con ellos mismos intercambiando sensaciones en su reencuentro cuatro décadas después. Pero justo en el instante en el que están, de nuevo, todos juntos sentados en una misma mesa, va el documental, mete los créditos finales y se acaba. Cuando ahí empezaba la verdadera historia del documental... Aish.

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