Análisis

¿Por qué los 'Telediarios' de TVE están en mínimos de audiencias?

La cadena pública no ha logrado atraer la atención de la audiencia, a pesar del crecimiento del interés por la televisión durante los meses del confinamiento colectivo.

Ana Blanco, Telediario
Ana Blanco, presentadora más veterana del 'Telediario'

Los Telediarios de TVE son unos buenos informativos. Sin embargo, viven una de sus épocas de menor seguimiento en audiencias, en tercera posición por detrás de Antena 3 y Telecinco. El problema estriba en la programación diaria de la cadena: está muy debilitada por una mala estrategia de contenidos y, entonces, el espectador se queda en otros canales que le acompañan con más autoría en su día a día.

Lo paradójico es que la crisis sanitaria, el confinamiento social y la relevancia informativa ante tanta incertidumbre podía haber sido una oportunidad para que La 1 de TVE recuperara espectadores, ya que existe una audiencia que se ha sentido huérfana de prescriptores de confianza durante estas semanas.

Pero en La 1 de TVE se cometió un error de calado que ha sido fatal para los propios 'Telediarios'. Se optó por retirar espacios que daban aire a la parrilla con diversidad de miradas, permitían al espectador una tregua sobre el coronavirus y que incluso podían haber crecido por su calma en tiempos de alarma, como 'A partir de hoy' de Máximo Huerta. En su lugar, se decidió colocar informativos menores que, a pesar de sus malos rendimientos en influencia y su falta de contenido, aún siguen hoy en emisión.

Se cayó en el prejuicio de confundir televisión pública con emisor de ruedas de prensa constante. Así, ahora, La 1 se asocia más a aburrimiento institucional que a relevancia periodística. Cuando las ruedas de prensa, según su importancia, se pueden emitir en La 1 o en el Canal 24 Horas o en ventanas digitales, favoreciendo impulsar otras marcas -tradicionales y online- de RTVE. De hecho, desde La 1 se puede anunciar con indicativos gráficos y sonoros en pantalla dónde se está retransmitiendo la rueda de prensa. Así se genera una retroalimentación que impulsa a la familia de canales.

Las ruedas de prensa son relevantes cuando lo son, pero sin explicación periodística se transforman en contraproducentes para la primera cadena. Son los 'Telediarios' los que tienen que contrastar, contextualizar, enfocar y dar perspectiva a las comparecencias.

En cambio, justo antes del 'Telediario' de las tres de la tarde, se ha decidido colocar un informativo arrevistado de mediodía sobre el 'coronavirus'. Nada más comenzar, la cabecera ya apunta malas maneras: una especie de 'powerpoint' rígido con titulares escritos. Perfecto para invitar al público a cambiar de canal. Pero lo peor es que este espacio no es más que una versión pobre del Telediario. En vez de proteger la marca emblemática de las noticias de TVE se ha ido devaluando con contenidos menores y, a veces, con cierto toque de revista sensiblera producida desde una identificable escenografía que representa a la credibilidad de los servicios informativos de Torrespaña. Muy peligroso para la marca de la cadena y sus TD.

A la vez, la política teatralizada ha ido creciendo en otros espacios como 'La Mañana'. Así el daytime se ha ido aflojando porque ha dejado de acompañar con complicidad al espectador con contenidos más realistas y con más diversidad de prismas de lo cotidiano. Todas las apuestas durante el confinamiento han sido frías en La 1 desconectando de una audiencia, en cuarentena colectiva, que demanda más calidez: no comunicadores leyendo una cámara como una rigidez del estereotipo de canal temático de noticias.

Nada que ver con los Telediarios tradicionales de las 3 de la tarde y las 9 de la noche, que si han entendido lo decisivo de dar más voz a los expertos y saber mirar a los matices de una sociedad diversa. Labor importante, más aún en tiempos de polarización. Ahí han estado ejerciendo de servicio público esencial las sublimes piezas de Carlos del Amor en los finales del Telediario, por ejemplo, que ya son un tesoro documental para el futuro. Y eso es TVE: retratarnos con la perspectiva que no se queda en el sainete de usar y tirar del márketing político.

Del Amor, como Carlos Franganillo o Ana Blanco, representan la televisión de autor. Otro problema que hace invisible al daytime de La 1 de TVE: ya no se favorecen como antaño las personalidades propias de sus presentadores. Por eso, la cadena no tiene caras que identifique el público, pues no hay programas con carácter que es lo que crea vínculos e identificación de la sociedad. Se premia a los presentadores con corsés que despiertan la indiferencia, mientras que a los autores que por esa misma autoría suben la cuota de pantalla se les mueve de la parrilla. Es el caso de Xabier Fortes, único que había conseguido el arduo proceso de subir la media de la cadena con ímpetu en 'Los Desayunos'. Lo logra y se le cambia del horario -la próxima temporada estará en el 'Canal 24 Horas'. Ideal para que el espectador se pierda. De hecho, para facilitar el lanzamiento del nuevo magacín matinal de TVE se podría haber incorporado a Fortes para arrastrar públicos entre el veterano espacio 'Los Desayunos' y la nueva propuesta. Fidelizar públicos cuesta años, perderlos un simple segundo. La paciencia fusionada con la innovación es decisiva en la tele.

El confinamiento podía haber recordado el valor de La 1 de Televisión Española como aliada en la que informarse y, a la vez, herramienta para coger aire con espacios de entretenimiento que también descubren e inspiran, que ayudan a evadirse y relajarse sin dejar de aprender y sin perder de reojo la realidad en directo. Esto último es el gran valor sin rival de la televisión tradicional y, en este sentido, la cadena pública centra sus grandes inversiones de series y grandes formatos en el prime time -'MasterChef', 'El Ministerio del Tiempo', 'Cuéntame', 'OT'-, pero sin un atractivo daytime -mañana, tarde y latenight- de producción propia La 1 será débil, no definirá su identidad global de cadena y caerá en el olvido. Es lo que ha sucedido durante el confinamiento, a pesar de la subida del consumo televisivo que podía haber intentado capitalizar.

Sin embargo, La 1 ha proyectado en la sociedad la imagen de un aburrido altavoz de ruedas de prensa, mientras que las privadas han intentado no dar imagen de quedarse paralizadas en su función. Así, en cuanto ha podido, Antena 3 ha lanzado su nuevo 'Pasapalabra' sin demora. Sus informativos, como los de Telecinco, logran buenos rendimientos porque están integrados en una programación competitiva que puede gustar más o menos pero no es insípida. Cada espacio de noticias, tiene una gran apuesta delante que es hasta antagónica al informativo.

Los 'Telediarios' se están desdibujando a pesar del buen trabajo de los profesionales de los informativos de TVE por el mal enfoque estructural de contenidos del canal. Ahora, la cadena prepara una necesaria revolución de oferta tras los nefastos datos que evidencian que una televisión pública sólo trasciende cuando es valiente y entiende los abstractos límites entre información y entretenimiento. De estos meses, que olvidaron en parte la historia de RTVE, La 1 tiene que aprender que la televisión pública no sólo es quedarse en un malentendido cliché de la información que si se termina repitiendo en un bucle sin certezas sólo se convierte en sobreinformación al borde de la especulación. La televisión es acompañar desafiando al espectador con creadores que no tienen miedo a las ideas. Y da la sensación de que, en esta época, La 1 de TVE ha pensado más en la política que en las necesidades de un espectador que, al encender la pantalla, aspira a sentirse menos solo.

Mostrar comentarios