OPINION

Por qué Marie Kondo fracasaría si hiciera su programa en España

Marie Kondo
Marie Kondo

Netflix quiere memes. Todo el rato. Porque el meme es esa parodia que corre por las redes y se convierte en infalible publicidad. La gente habla de tu programa e incluso cree que es interesante tu oferta audiovisual si va de la mano de conversación social. Más aún en tiempos en los que el espectador siente que tiene mucho donde elegir y se queda en aquello que  primero causa expectación en redes sociales.

Es el caso del programa '¡A Ordenar con Marie Kondo!' que ha llamado la atención cuando, paradójicamente, es un espacio aburrido de ver. Pero eso es lo de menos, porque Marie Kondo conquista la percepción de éxito porque es un personaje muy fácil de parodiar, de protagonizar esos memes, por su carisma personal que hace cosas raras, como hablar a camisetas y achucharlas como si fueran ositos de peluche.

Marie Kondo es una caricatura en sí misma: una sonriente y amable chica sonriente que oculta aires de maquiavélica sargento del orden. Y ya. Visto cinco minutos de su programa, poco se aprende de orden y, lo que es peor, es sencillo intuir que es una cuentista. El espectador no se identifica con ella. Es misión cuasi imposible identificarse con ella. 

Si Marie Kondo viniera a España a realizar una versión de su formato, fracasaría en el intento. Porque su personaje televisivo intenta ser extremo pero termina produciendo incredulidad. Sus motivaciones no se entienden, factor crucial en la tele española, y la destrucción de enseres de las familias que visita muchas veces ni se sostienen. Notándose prefabricadas las situaciones de conflicto que propone el programa.

Un programa repetitivo que es más entretenido si se sigue con el doblaje que exagera ese 'drama-feliz' que propone esta producción, pero si lo adaptara a una televisión autóctona y no contara con el efecto-doblador: Marie Kondo ni siquiera se vería a sí misma en la tele. Cambiaría de canal y pondría la imitación de Silvia Abril. Que al menos tiene gracia y no vende un humo televisivo con un método de 'orden' tan impostado que, en la realidad, no sirve de manera práctica para nada.  

Los norteamericanos están acostumbrados a consumir 'docushows' con protagonistas llevados al extremo. Este efectismo también se ha intentado calcar en el género del 'docushows' español. No ha funcionado. Porque el espectador necesita creerse lo que sucede y entender bien las motivaciones de los protagonistas del espacio. En el espectáculo de Marie Kondo, vistos unos minutos, causa hasta rechazo hacia el imperio que ha montado Marie Kondo con sus consejos: la tele refleja más a una pícara 'vendemotos' que a una profesional con gancho y soluciones realmente innovadoras y útiles.

Un programa de usar, olvidar y tirar. Lo mismo que promueve la propia Kondo en los hogares que visita, abraza y vacía con esa sonrisa amablemente destructora que sirve más para memes que para enganchar como contenido televisivo de largo recorrido por práctico e interesante. 

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