OPINION

'Pura Magia': el truco que deja en evidencia al concurso de TVE

Pura Magia Anthony Blake
Pura Magia Anthony Blake

No llegó a destacar el anterior verano, pero Pura Magia ha renovado en La 1. Una especie de intento de OT de prestidigitadores que dirige Javier Cárdenas y que presenta Mag Lari, que es lo mejor del show, ya que aporta una ironía a un formato que se toma demasiado en serio.

Este incomprensible regreso de Pura Magia a Televisión Española ha aprendido de errores de la primera temporada. Por suerte, el programa ya no busca tanto el drama de la competición para generar polémica barata entre los concursantes. Tampoco se evidencian tanto los cortes de realización, que restaban credibilidad al formato, pues un espectáculo de magia no puede hacer notar tanto que está grabado y, posteriormente, editado para pulir el show televisivo. Así parece que se hace trampa en las propias actuaciones de los participantes.

Sin embargo, a pesar de suavizar estos atajos televisivos, el problema de Pura Magia sigue siendo el mismo: el formato recalca demasiado que la magia es hacer trampa al ojo del espectador. En vez de estimular la imaginación de la audiencia potenciando más las puestas en escena de los participantes -que de eso va un festival de magia, de actuaciones-, este concurso pone el foco en la intensidad de un veredicto de un elenco de jueces en el que uno de sus miembros se hace el sabelotodo y recalca constantemente que la magia es truco. Y él, además, aparenta saber todos los trucos de los concursantes. 

Este miembro del jurado es Anthony Blacke, al que le toca ser el malo. Es más, sobreactúa su antipatiquismo mientras evalúa duramente a los concursantes. Javier Cárdenas, director del concurso, pensará que eso es show. Pero es ahí, y no en las actuaciones, cuando Pura Magia desvela su propio truco y suspende en televisión. El programa transmite fingimiento porque tiene un guion que cree más en la polémica que en la magia. 

La estructura del concurso no está coordinada por una dirección artística para asombrar al público con el arte de la prestidigitación. No, la escaleta está más pendiente de engatusar al televidente con el disfraz de la tensión polémica, en el que hay un jurado con un componente muy malo, donde hay una escuela en la que se mete un miedo que nadie se cree a los concursantes, donde se perfila un cierto desasosiego en el ambiente y ya si hay una lágrima del propio participante mucho mejor. Lo de menos es que los magos sean realmente buenos y dejen al personal patidifuso con un número visual. La antítesis de lo que ha brillado históricamente en RTVE. Y lo contrario de los derroteros que está tomando una televisión que quiere volver a la verdad en un tiempo en el que el público ya está harto de montajes mal interpretados. Y es aquí por lo que Pura Magia no interesa y suspende, porque se ve a la legua su truco.

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