OPINION

¿Qué ingrediente falta en los programas de televisión de hoy?

TU CARA ME SUENA
TU CARA ME SUENA

¿Te imaginas una serie de ficción sin emocionantes tramas con gancho? Entonces… ¿por qué es tan poco habitual crear tramas que se mantengan en el tiempo en los programas de entretenimiento de nuestro país?

En los últimos años, la mayoría de los formatos españoles se quedan sólo en la actualidad televisada, el debate alterado, el playback repetitivo, la polémica aireada, el cebo para atar al espectador o los invitados más previsibles.

Nos conformamos con poco: los magacines o los programas espectáculo pueden y deben crear empáticas tramas entre presentadores, colaboradores, personajes, invitados… En definitiva, historias que traspasen la pantalla, jueguen con la audiencia y que evolucionen cada semana, como si fuera una gran serie. Así el espacio potenciará su filón televisivo. Así será más fácil enganchar al público hasta tocar el éxito.

Y así lo han hecho la mayoría de los programas míticos de la historia de la televisión. Son innumerables. Desde el Un, dos tres (con los giros dramáticos de Chicho Ibáñez Serrador) hasta Lo más plus (con el pique entre Máximo Pradera y el abuelo Fernando Schwartz, con el final de cada programa en el que siempre el espectador sabía que pasaba algo curioso o, también, con la tensión sexual no resuelta entre Pradera y Ana García Siñeriz, aunque más bien era ella dándole calabazas todo el rato)…

Hoy por hoy, esta estrategia es menos habitual. Por eso, cuando sucede, el programa funciona tan bien. Y no nos referimos al morbo por las miserias ajenas con el que crean polémicas constantes en Sálvame. Hablamos de espacios como Tu cara me suena, que ha sabido contagiar la ilusión del plató al público gracias a un cásting cómplice que, además del espontáneo y genuino espectáculo musical, propicia una divertida relación entre jurado, presentador y los concursantes que crece cada semana.

No es nada nuevo. Juego de niños, ¿Qué Apostamos?, Tariro Tariro, Viaje con nosotros, Cajón Desastre, Allá tú, Crónicas Marcianas, los programas de Hermida, los matinales de Pepe Navarro o María Teresa Campos… Todos eran traviesos con sus guiones, creatividad y no se bloqueaban en las escaletas encorsetadas. Eso sí, muchas veces,  el propio guion bien atado propiciaba que estas ideas surgieran de forma más espontánea que premeditada, pues había margen de maniobra. Porque los profesionales, con verdadero instinto del medio, siempre supieron aprovechar cualquier situación para convertirla en la trama televisiva perfecta.

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