OPINION

¿Qué tienen en común todas estas películas españolas... y lo que desvelan del sector?

'Si yo fuera rico'
'Si yo fuera rico'

Kiki, al amor se hace', 'Sin rodeos', 'Perfectos desconocidos', 'Es por tu bien', 'Lo dejo cuando quiera', 'Padre no hay más que uno' y, ahora, 'Si yo fuera rico'. ¿Qué tienen en común todos estos títulos de cine? Son adaptaciones de éxitos de otros países (películas italianas, francesas, chilenas...) y ejemplifican el nulo riesgo de las producciones cinematográficas con las que en la actualidad cumplen su cupo de inversión en cine español tanto Mediaset y Atresmedia.

En lugar de apostar por guiones patrios e ideas nuevas que incluso exportar al exterior posteriormente, como ha sucedido en ficción seriada, ahora los grandes grupos de comunicación parecen obsesionados por escarbar en éxitos de otros países para calcar su guion, traerlo un poquillo a la idiosincrasia española y rellenar su reparto con caras populares que aquí tienen tirón. O muchos followers en redes sociales -que no siempre es lo mismo que contar con tirón real-. Ni siquiera hace falta que sean éxitos internacionales recientes, porque, sin ir más lejos, 'Si yo fuera rico" es un remake de una película francesa de 2004, 'Ah! si j'étais riche'.

La taquilla responde, pero, mientras tanto, se quedan en un cajón ideas nuevas, cien por cien de nuestro territorio, y se merma la diversidad de la industria cinematográfica, que se divide entre los estrenos multipromocionados (comedias evasivas y sin subtexto alguno, mayormente) de los dos gigantes grupos privados de comunicación (Mediaset y Atresmedia) y un cine pequeño e independiente que es invisible porque no tiene ventanas para comunicar sus proyectos entre la masa de audiencia. Ahí debería ser clave Televisión Española. Pero, sin embargo, a RTVE también le faltan programas consolidados en los que narrar la pluralidad cultural del país desde el inclusivo entretenimiento y no desde apartados ocultos en La 2.

Las empresas audiovisuales viven una revolución de consumos que se está llevando por delante esa osadía que hace años conseguía triunfos rompe-audiencias con historias que eran fenómenos sociales por su originalidad y su mirada propia. Por ser únicas, no pastiches. No son buenos tiempos para los osados. Es momento, parece, de intentar repetir lo que ya funcionó fuera por aquello de minimizar cualquier posibilidad de riesgo en años de incertidumbre.

Como consecuencia, todo lo que nos estamos perdiendo. Que es mucho. Asistimos a una cultura menguante, a un instante en el que da la sensación de que existen más posibilidades de elegir pero, quizá, esto tiene mucho de espejismo, porque sólo elegimos entre aquello que viene acompañado de grandes campañas de promoción. Elegimos entre lo que nos dicen que mola ver aquellos que tienen el poder para comunicar su producto, al tiempo que nos perdemos a autores que tienen mucho que contar. A pocos importa. 

A buen seguro, las grandes compañías ya están rebuscando nuevos éxitos ajenos, franceses, italianos o de donde sea, que adaptar. Algún remake está bien para pisar sobre seguro, pero la industria audiovisual autóctona crecerá con más vigor, incluso internacionalmente, si existe más intuición y atrevimiento a la hora de crear en su entorno y apostar por nuevos autores, no cerrándose a la tranquilidad de lo testado en un exterior que pocas veces trasciende en España porque, en el fondo, no habla de nosotros mismos ni del momento en el que nos encontramos.

@borjateran

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