OPINION

Rosa María Mateo, un polémico tuit de RTVE y el desencanto de un 'teatrillo'

Sesión de Control Rosa María Mateo
Sesión de Control Rosa María Mateo

"Todo el mundo me dice que estas comparecencias son un teatrillo", reflexiona Rosa María Mateo en su última comparecencia en el Congreso como administradora única provisional de RTVE. Esta frase no ocupará grandes titulares, ni siquiera indignará a nadie en una época en la que da más votos ofender a la ciudadanía -aunque sea con mentiras- que convencer con propuestas para construir un país mejor.

Un panorama que el corazón de RTVE viene sufriendo desde hace años. Porque todos los partidos, todos, aceptaron que las comparecencias en el Congreso eran "un teatrillo", como le han explicado a Rosa María Mateo. De hecho, durante largas legislaturas, ha dado la sensación de que causaban indiferencia los problemas reales de la corporación pública. Este lugar, que representa a todos los ciudadanos, se utilizaba más como contienda verbal para debilitar al partido político rival.  

En este escenario del marketing político, parece imposible cambiar RTVE. Pero Rosa María Mateo no pertenece al mundo de la política y, al enfrentarse al Congreso, transmite cierto desencanto. Asiste, en primera persona, a un mundo de ruido en el que da igual que las afirmaciones sean verdad o medio verdad. Da lo mismo RTVE. La corporación pública, en realidad, no es el tema que preocupa en estas comparecencias.

Así, los partidos evidencian que no han entendido la función de RTVE como institución que debe estar por encima de ellos para alcanzar un país mejor. Y, al final, la radio televisión pública será su propia víctima como protagonista de estas contiendas verbales en las que lo relevante se deforma para que parezca otra cosa. Trágico.

La utilización de RTVE como moneda de cambio puede terminar matando a la misma RTVE, ya que impide que la cadena evolucione con libertad creativa. Y la creatividad es el principal motor que permite a una corporación de medios públicos avanzar y seguir a la vanguardia.

El último incidente amplificado por la política para conseguir indignar a sus votantes ha sucedido este miércoles, cuando la Princesa Leonor ha leído el primer artículo de la Constitución al lado de su padre, Felipe VI. Entonces, la marca joven de RTVE, PlayZ, ha subido un vídeo a su Twitter donde el colofón de la lectura de Leonor se ha acompañado de una mítica imagen de Obama en la que tira al suelo un micrófono. Es el gesto conocido como 'mic drop', que en el lenguaje digital significa que has tenido una magnífica intervención.

PlayZ estaba realizando un respetuoso guiño con la Princesa. Sin embargo, el PP ha acusado de que tal gesto quería ridiculizar a la Monarquía e incluso se ha pedido el cese del director de la plataforma. PlayZ ha tenido que salir a pedir disculpas. Y la propia Rosa María Mateo no ha entendido ni aceptado tal tuit. Como consecuencia, será más difícil que PlayZ vuelva a utilizar este lenguaje. Error, pues es el tono que conecta con el público al que va definido este canal. Unos espectadores que son cruciales para el futuro de RTVE.

Sin prejuicios, con humor. Así es como crece la televisión. O se quedará fuera de juego con las nuevas generaciones. Así creció RTVE en su rica y valiosa historia.

La audiencia de PlayZ comprendió perfectamente ese tuit. Una publicación que, por cierto, acerca a la Monarquía a los más jóvenes. Pero la pataleta de la contienda política, esa que dice defender a la Monarquía, consigue el efecto contrario: alejar al espectador. También de la propia Monarquía. Sobre todo si se impide que los medios públicos puedan explicar el papel de la Princesa Leonor con la proximidad y las narrativas con las que se desenvuelven los jóvenes en las redes sociales. La Casa Real necesita tuits como este para acercase a las nuevas generaciones.

Pero los jóvenes no deciden gobiernos, todavía. Vende más el humo de la indignación que desacredita RTVE con casos irrelevantes que son convertidos en trascendentes y que terminan empujando a una merma de libertad creativa de la radio televisión pública, lo que frena el progreso de la cadena. Pero da igual. Porque lo que menos importa es el futuro independiente e imaginativo de RTVE. Los intereses son otros. Son tiempos de "teatrillos".

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