TRAS SÓLO TRES AÑOS DE EMISIÓN

Sky España cierra: lo que ha fallado en una televisión bajo demanda frustrada

Se intentó construir una alternativa de programación para un público diferente al de Netflix y HBO.

Cartel de 'Gomorra' en la portada de Sky.
Cartel de 'Gomorra' en la portada de Sky.
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El 1 de septiembre Sky España cierra, tras casi tres años de su implantación. Llegó rápido para competir con el renombre de Netflix y HBO, tan rápido que su catálogo no era lo suficientemente competitivo. Incluso daba la sensación de que la plataforma de Murdoch sólo quería coger posiciones antes de que fuera más complicado instalarse en un mercado que se puede colapsar de videoclubs bajo demanda.

Pero Sky no ha logrado su hueco en nuestro país. Su principal problema es que no contaba con contenido atractivo. Salvo 'Gomorra', sus bazas exclusivas casi remitían más a telefimes de sobremesa. Tampoco la marca ha conseguido concretar un nicho de público que le distinguiera de sus rivales, como enfoca Filmin con su oferta en ficción de autor o intenta FlixOlé con su catálogo de cine español. Dos compañías españolas que sin la millonaria inversión en marketing de las multinacionales del streaming, de las que primera exponente es Netflix, van reuniendo un público implicado en su marca gracias a una oferta bien definida.

En este sentido, Sky pretendió dirigirse a un público más adulto, acostumbrado a la televisión lineal y que incluso no está habituado a utilizar el ordenador o smartphone como centro de operaciones para visualizar contenidos televisivos. Su lanzamiento incidió en que existía la opción de  tener un descodificador para ver la oferta sin necesidad de descargarse aplicación. Además, como fallido punto fuerte, la plataforma vendía como valor añadido que conjugaba el catálogo bajo demanda con un pequeño número de canales temáticos tradicionales (FOX, Fox Life, TNT, Comedy Central, TCM, Historia, National Geographic, Syfy, Disney Junior...)

Sin embargo, la oferta era escasa y los canales tradicionales que ofrecía la compañía se podían sintonizar en Movistar Plus, de mayor calado social. Canales temáticos que van camino hacia la desaparición. Sólo seguirán vivos aquellos que acompañen al espectador con formatos-emblemas más pegados a la actualidad o con estrenos que favorecen el consumo colectivo en tiempo real, no con la vieja parrilla de producto enlatado que se repetía en mañana, tarde y noche. Sin sentido ya, pues se puede consumir con sólo un clic en el instante en el que el espectador decida. 

Con descodificador, canales lineales y por 6.99 euros al mes, Sky se ha encarrillado a un público 'familiar y veterano' que, probablemente, no existe. Su oferta tampoco ha ayudado. No ha hecho ningún ruido al estar vacía de formatos propios que de verdad supusieran una alternativa competitiva para atraer a un sector de espectadores que se sienten huérfanos de series y programas de entretenimiento con un sello diferencial. Ese es el fallo de fondo, en Sky no habido sello diferencial. Su catálogo ha sido un batiburrillo de conceptos televisivos viejos. 

Lo que recuerda que en la televisión bajo demanda el secreto está en la masa. La masa que surge del contenido propio que te hace especial y único junto con la poderosa inversión en marketing a medio y largo plazo, que entiende el consumidor objetivo primordial y lo convierte en un implicado creyente en la marca de la compañía.  Y ahí Sky no alcanzó ni lo uno ni lo otro, no tuvo ni marca ni perfil de público. De hecho, daba la sensación de que había llegado sólo para ir tomando posiciones y no dejar el hueco en el mercado a otro operador. Pero, al final, va a ser que no.

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