OPINION

¿Sobrevivirán los canales de televisión temática en la era de las plataformas bajo demanda?

Alma Obregón, Canal Cocina
Alma Obregón, Canal Cocina

La TDT nació en España siguiendo un modelo que empezaba a estar desfasado de por sí. Se reproducía en la televisión en abierto la estructura de la televisión por cable de los noventa. Entonces, se veía la pequeña pantalla como un quiosco, donde los canales seguían la estela de las revistas segmentadas para diferentes los gustos. Cada frecuencia, una temática.

Pero, en realidad, este tipo de consumo televisivo ya estaba en decadencia en el 2008, cuando empezó la antenización por el apagón analógico. Ya poco faltaba para que empezara a planear el comienzo de la implantación de los consumos de televisión bajo demanda.

La TDT trajo más canales a España, pero pocos contenidos nuevos con influencia social que sirvieran para movilizar la industria audiovisual autóctona. De hecho, al final, el poder audiovisual ha seguido concentrado en los grandes grupos de comunicación de siempre, TVE, Atresmedia y Mediaset. O, como se denominaban en los noventa, La 1, Antena 3 y Telecinco. Ahora, sus familias de canales pelean casi como uno sólo, sumando sus audiencias en la batalla por el liderazgo.

Lo que se vendió como la gran revolución televisiva de la TDT, incluso equiparable al salto del blanco y negro al color, sólo fue una tibia antesala a lo que, en verdad, ha supuesto el cambio gigante: la televisión bajo demanda.

Ante este panorama de mutación de consumos, la televisión tradicional, de emisión lineal, no va a morir, pero no todos los canales clásicos tendrán sentido. Ya que el espectador no esperará a los avatares de la programación y contraprogramación. En principio, las generalistas que acompañen a la audiencia con una estructura de programas e información en directo seguirán ejerciendo su función. Peor porvenir tienen aquellos con una producción basada en la ficción y el género documental. El público priorizará encontrar tal contenido a sólo un clic en el instante que lo desee en las aplicaciones para el visionado 'a la carta'.

Como consecuencia, podría parecer que todos los canales temáticos, con una programación compuesta por un bucle de espacios más atemporales y sin rastro de acontecimientos en directo, van a desaparecer. Especialmente en las plataformas de pago, que ofrecen esa misma oferta que repiten a diario accesible en su instantáneo videoclub bajo demanda.

Pero no todos los canales cerrarán. Sobrevivirán aquellos que sepan diseñar, impulsar o proteger el atractivo de marca de cadena en el ámbito del descubrimiento. Porque la televisión tradicional también mantendrá su relevancia como escaparate con el que el espectador conecta para sorprenderse con lo que se encuentra sin tener que buscar aquello que no sabe que existe. Después de conocerlo, si le interesa, ya puede revisionarlo en los servicios 'a la carta'.

Ejemplo de cadena que atesora tal característica es Canal Cocina. Su oferta, bajo la imagen corporativa de un huevo frito que no deja lugar a dudas, cuenta con una amplia cartera de programas culinarios de producción propia que conectan con el espectador en el choque casual mientras este 'zapea'. 

Posibilitar que el público juegue a encontrar, se quede atrapado por la propuesta y, así, fidelizar audiencias con contenidos adquiere una nueva y poderosa relevancia a la hora de organizar las parrillas televisivas de siempre. El espectador siente que tiene acceso a tanto contenido que para aquellos canales sin una millonaria inversión en márketing su gran ventana de promoción será el encanto del descubrimiento de los programas en la emisión lineal del propio canal de siempre. Paradojas de los nuevos consumos.

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