OPINION

'Supervivientes' arrasa: así atrae Telecinco a las grandes audiencias en tiempos de confinamientos

Lasaña en Supervivientes.
Lasaña en Supervivientes.

'Supervivientes 2020' ha estado a punto de superar su propio récord en audiencia este jueves en Telecinco. El reality de náufragos ha vuelto a arrasar con un elevado 31.8 por ciento de share y 3.908.000 espectadores. 

Presentado por la ironía de Jorge Javier Vázquez, esta isla de famosos es un oasis entre programas hechos con webcam en tiempos de coronavirus. El reality sigue como si la normalidad continuara. Como si no pasara nada. Y el espectador lo agradece, pues necesita programas que no le recuerden más la situación de incertidumbre que asistimos.

Pero también 'Supervivientes' se beneficia de la baja competencia de sus principales rivales, que dan vía libre al show de Telecinco que está muy asentado en la memoria del espectador como oferta estelar de la noche del jueves. Desde hace más de una década, el público asocia prime time de los jueves a un reality gigante en el canal principal de Mediaset.

En este complicado 2020, 'Supervivientes' no cuenta con un reclamo de calado social como Isabel Pantoja pero, en cambio, sí ha logrado un casting que tranquiliza: evade por divertido. El resto lo pone la habilidad del show para que en sus largas horas de emisión proyecte la sensación de que no dejan de suceder giros y giros de guion en directo.

No sólo importa el conflicto de la convivencia, esa idea ya quedó atrás. 'Supervivientes' ha evidenciado lo decisivo de dar prioridad a pruebas que ponen a los concursantes al límite, sobre todo cuando es al límite de la comedia. Así, casi todo se ve en el vivo y el directo, lo que supone una adrenalina extra para la emisión.

Este jueves, tras construir un puzzle gigante digno de 'El Grand Prix del Verano' en uno de los juegos, el premio era comer una exquisita lasaña gigante. Con las manos, claro. Justo lo que no haríamos ahora en España: comer con las manos. 

Los participantes devoraron con ansias y sin piedad el manjar. Su hambre denota que lo que se vive en el concurso de supervivencia no es un paripé. La destrucción es lo que diferencia a este reality de otros y lo que lo convierte en la apisonadora rompe-audímetros definitiva. En 'Supervivientes' sí existe una evolución física de los participantes, que muestran su cansancio y su deterioro físico con el paso de los días.

El 'retiro' en la isla deja a los náufragos transparentemente hechos polvo a ojos del espectador, con abundantes kilos de menos, más patas de gallo por tanto sol, melenas asalvajadas, barbas indómitas, nervios a flor de piel y miradas de hastío que evidencian que la dureza del concurso no es una falacia. Es real. Todos están literalmente fuera de su zona de confort y, a medida que avanza el show, se quedan despojados de máscaras y estrategias, cuales indefensos conejillos de indias de un show insaciable que les pide más y más. Aunque siempre sin perder el timón del sentido del humor que relaja cualquier intensidad de más.

Esa verdad que transmite 'Supervivientes' en tiempos en los que los realities contienen cada vez menos realidad es su gran baza. Más ahora en una televisión en la que el espectador premia a lo que sigue como si no pasara nada. El entretenimiento que te ayuda a sentir por un rato que todo sigue igual ayuda mentalmente en tiempos en los que nada sigue igual.

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