OPINION

'Supervivientes': las 7 claves televisivas con las que arrasa el reality 'apisonadora' de Telecinco

Isabel Pantoja, el cambio físico en Supervivientes
Isabel Pantoja, el cambio físico en Supervivientes

'Supervivientes' es una apisonadora. Nadie compite ya contra esta edición del reality de náufragos, pues la dinámica del programa aplasta a los rivales gracias a su habilidad a la hora de entremezclar siete factores infalibles en el prime time televisivo.

1. Siempre hay planificado un buen giro dramático

'Supervivientes' es un programa estupendamente escrito. Porque no nos engañemos, está escrito. El equipo sabe estrujar los conflictos para crear tramas, fomentar polémicas y mantener la atención en alto, como si de una buena ficción se tratara. Aunque tampoco caen en el error de tener un guion cuadriculado. El relato está muy medido, para después dejarse llevar con las salidas de tono del directo. Porque la imprevisibilidad en televisión es fundamental. Pero no siempre sale sola.

Así que las mentes pensantes de 'Supervivientes' no paran de generar pruebas de recompensa que sirvan como detonantes de giros dramáticos que el espectador no espera y con los que los concursantes se descolocan. De esta forma, por ejemplo, el pasado martes fueron cebando que Isabel Pantoja podía caer en la tentación de raparse el pelo a cambio de una parrillada. Al final, se lo cortó. Aunque poquito. Pero la intriga de si lo haría o no resultaba un enganche infalible. Da igual que sea ya un gran éxito, el programa no se acomoda y comprende que hay que ir sacando ases de la manga en cada emisión para que el público no atisbe ni la mínima posibilidad de cansarse tras semanas viendo a los mismos concursantes en el mismo trozo de playa.

2. Una maquiavélica escaleta

No sólo basta idear buenos giros de guion en cada prime time. También hay que colocar las ideas en el momento adecuado y sembrar tal instante con la antelación suficiente para crear el clímax y  despertar la expectación antes de que llegue. Como consecuencia, en cada gala, 'Supervivientes' desarrolla una escaleta de acontecimientos que no da tregua al espectador. No paran de pasar cosas, ya sean las que están previstas o las que surgen inesperadamente por las tensiones entre los concursantes. Y si no, la llamada o la visita de un familiar. O que Belén Esteban telefonee a Chelo García Cortés para decirle que siente que no pueda ir a su boda. Y aunque no pase nada, el tono del programa se articula para que parezca que están viviendo momentos apoteósicos... o que pueden suceder en cualquier minuto.

3. La figura del presentador

En 'Supervivientes' el presentador es clave para vertebrar el guion de las largas galas con una desternillante destreza. Jorge Javier Vázquez ha aportado al programa su ácida rapidez de reflejos televisivos. Sabe manejar como pocos los gustos del audímetro. En este formato saca su lado canalla más positivo hasta conquistar la complicidad del espectador. Sus irónicos comentarios son la gran baza del formato, propiciando un todopoderoso vínculo de complicidad con el público y logrando un detalle crucial: la jocosidad de Vázquez va dibujando mejor los perfiles de los concursantes, sus debilidades y fortalezas, lo que les diferencia y les hace especiales.

Jorge Javier está lucidamente atento, sobre todo cuando no se crispa y sale a disfrutarlo entre carcajadas. En cuanto a los programas de los domingos y los jueves, Jordi González y Carlos Sobera también prologan esa divertida y mordaz estela, cada uno con su estilo propio que no necesita imitar al presentador principal.

4. El envoltorio épico

El espacio no descuida la realización visual, que es más importante de lo que parece. La compleja línea de conexiones, entre plató e isla, está cuidada, es dinámica y épica. Una puesta en escena con la principal eficacia de que no tiene prisa y se toma su tiempo para potenciar el clima heroico del show con bandas sonoras de película de acción y sin complejos en regodeándose en la entrada del presentador, en la aparición de los concursantes o hasta en la efervescencia de cuando se comunica que Telecinco arrasa en audiencias. Entonces, después del vídeo publicitario de autobombo del canal, no se cambia de tema y se deja respirar la intensidad de la celebración del liderazgo del Mediaset con el público en pie aplaudiendo y planos de la reacción de los colaboradores hipercontentos. No es casual, es un ejemplo de la perspicacia con la que el programa maneja los protocolos televisivos para multiplicar la potencia de la emoción del espectáculo y crear sentimiento de subidón en la audiencia de la cadena.

5. Un buen casting con cabeza de cartel

Es vital para 'Supervivientes' contar con un concursante especial. Este año ha sido Isabel Pantoja. Pocos lo esperaban, pero el programa no se acompleja a la hora de proponer la aventura a todo tipo de personalidades a priori imposibles, para ver si cuela y se van a la isla por un buen (o buenísimo) sueldo semanal. Un cabeza de cartel que llame la atención de una audiencia más allá de la fiel de Mediaset es fundamental y, después, el resto del elenco se va completando con diversidad de perfiles que atrapan a diferentes grupos de espectadores por edad, afinidad, físico o por su pasado en los medios... o por su relación con otros concursantes. Y luego se agita la coctelera, esperando que la vida salvaje en una playa de Honduras transforme en otro concursante más, quizá el más conflictivo.

6. Los juegos con el barro

Aunque de la sensación de que el programa se narra a través de los conflictos, los juegos son esenciales para que fluya con más espontaneidad la convivencia. De ahí que 'Supervivientes' no descuide las pruebas, que han ido ganando ritmo, vistosidad y barro con los años. Las hay de todo tipo, y algunas recuerdan a las pringosas eliminatorias del ‘Un, dos, tres… responda otra vez’, pero también hay apneas, puzles gigantes, baloncesto con cestas en la cabeza y ruedas gigantes capaces de lesionar a Colate... Así, las pruebas siempre cumplen su función:  comprobar la vulnerabilidad física de unos concursantes ensuciados y agotados pero capaces de cualquier cosa por una recompensa que a veces son cinco aceitunas o un trozo de carne que devorarán ávidamente y sin vergüenza ante las cámaras. Que el hambre es muy mala.

7. La destrucción

La destrucción es lo que diferencia a este reality de otros y lo que lo convierte en la apisonadora rompe-audímetros definitiva. En 'Supervivientes' sí existe una evolución física de los participantes, que muestran su cansancio y su deterioro físico con el paso de los días.

El 'retiro' en la isla los deja transparentemente hechos polvo a ojos del espectador, con abundantes kilos de menos, más patas de gallo por tanto sol, melenas asalvajadas, barbas indómitas, nervios a flor de piel y miradas de hastío que evidencian que la dureza del concurso no es una falacia. Es real. Por no hablar de los ataques de ansiedad, las lesiones y los hombros dislocados. Todos están literalmente fuera de su zona de confort y, a medida que avanza el show, se quedan despojados de máscaras y estrategias, cuales indefensos conejillos de indias de un show insaciable que les pide más y más. Y la audiencia lo disfruta: que sufran, que para eso están ganando sus miles de euros a la semana. Y que lo veamos con detalle para asegurarnos de que el sufrimiento no es impostado. Por eso, en tiempos en los que los realities contienen cada vez menos realidad, la gran baza de 'Supervivientes' sigue siendo que, con el paso de los días, irradia mucha más verdad que artificio.

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