OPINION

'Supervivientes' y la memoria corta del espectador del reality show

Supervivientes 2020.
Supervivientes 2020.

Karmele Marchante, Cuca García de Vinuesa, Consuelo Berlanga, José Manuel Parada, Bibiana Fernández. Carmen Lomana, Mila Ximénez, Leticia Sabater. Todos estos nombres comparten una peculiaridad en su trayectoria profesional: todos, absolutamente todos, fueron fichaje estrella de 'Supervivientes' y, en cambio, no a todos se les asocia con su paso por el reality más visto de Telecinco.  Ni siquiera es fácil de visionar la efectista imagen de García de Vinuesa o Parada saltando al vacío desde el famoso helicóptero.

Aceptar el caché de participar en un concurso de tele-realidad con tanta exposición como 'Supervivientes' puede despertar la duda de las 'celebrities' tentadas: "¿y después, ¿cómo afectará a mi imagen pública y mi trayectoria profesional posterior?". Pero la realidad dicta que, en la mayoría de los casos, el espectador medio se termina olvidando de los participantes que pasaron por el reality de los náufragos. A medio plazo, para los que aceptan la exposición no trae demasiadas consecuencias más allá de la experiencia y el suculento ingreso económico. 

La audiencia de la televisión actual cuenta con tantos impactos diarios que los contenidos audiovisuales no calan en el imaginario colectivo como antaño. El público olvida más que antes lo que ve por la pantalla. Y Telecinco es hábil aprovechando esta situación. De hecho, sólo hace unos meses, en la propia Mediaset se vendió como inaudito la participación de Mila Ximénez en un reality, 'GH VIP', cuando ya había vivido en 2016 la aventura de 'Supervivientes'. Da igual, pocos se acuerdan.

La memoria del espectador del reality es más corta que antes. Y Telecinco lo aprovecha como arma. Los concursantes vuelven a participar como lo nunca visto -aunque ya estén muy vistos- y hasta las tramas de sus programas se repiten, una y otra vez. No hay que tocar las dinámicas que funcionan, dirán. El culebrón es un bucle que se estructura entre la pelea, el humor y el pringue físico con pruebas que extraen de su área de confort a los participantes. Sucede en 'Supervivientes', pero a la vez también lo incorporó 'Gran Hermano' para provocar que las galas de prime time contaran con más acción en tiempo real. Así no sólo repasan lo que ha pasado durante la semana en vídeos enlatados y propician el aliciente del contenido en vivo que arrastra a los concursantes a una estampa surrealista o imprevista en riguroso directo.

'Gran Hermano' ha ido incorporando pruebas como 'Supervivientes', uno de los pocos realities en los que sí existe una aplastante evolución física de los concursantes, que muestran su cansancio y su deterioro físico con el paso de los días bajo el Sol de una isla en Honduras. El 'retiro' al borde del mar deja a los participantes transparentemente hechos polvo a ojos del espectador, con abundantes kilos de menos, más patas de gallo por tanto sol, melenas asalvajadas, barbas indómitas, nervios a flor de piel y miradas de hastío que evidencian que la dureza del reality no es una falacia. Es real.

A medida que avanza el show, se quedan despojados de máscaras y estrategias, cuales indefensos conejillos de indias de un show insaciable que les pide más y más. Y, con sus vidas ya sumergidas en la intensidad de la isla, el programa va dibujando sus tramas con amores imposibles, enemigos íntimos y reencuentros sorpresas. Casi siempre los mismos giros dramáticos. Casi siempre en el mismo orden de aparición. Parece que en Telecinco tienen calculados los dramas de andar por casa que suben el share. Aunque se repitan constantemente, es indiferente. Se han percatado de que el espectador, por ahora, tiene la memoria muy corta.  Porque este público tampoco pretende asimilar demasiado lo que le están ofreciendo esta canal, como en otras ofertas audiovisuales, aquí sólo quiere una válvula de escape de usar y tirar. Evasión no apta para reflexionar, sólo consumida para romper con la rutina diaria y, después, olvidar.

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