OPINION

'The Masked Singer', el nuevo talent show internacional que podría dejar atrás a 'La Voz'

the masked singer fox
the masked singer fox

No hay buenas y novedosas ideas en la televisión internacional. O ese es el argumento que repiten los directivos de las cadenas al enfrentarse a un mercado de adquisición de programas de entretenimiento en el que  existe escasez de nuevos formatos de éxito.

Desde La Voz ningún concurso de entretenimiento ha contado con una premisa que resultara aparentemente infalible a nivel global. Pero este año 2019 ya promete arrancar con un estreno que, si funciona en Estados Unidos, puede expandirse como un virus por los principales canales del resto del mundo.

Este programa se llama The Masked Singer, está basado en el más rudimentario formato surcoreano King of Mask Singer y lo estrena a lo grande Fox el próximo 2 de enero. Si triunfa en USA, podría ser la nueva vuelta de tuerca al género del talent show. Un concurso de cantantes, pero con un poderoso sello diferencial: los artistas que participan están escondidos bajo un disfraz. No se sabe quién son aunque son personajes conocidos. Ahí está lo asombroso del programa. Ni el jurado ni el espectador sabe quién es la famosa celebrity que está debajo de la máscara y, en la mayoría de los casos, ni siquiera se imaginaba que ese rostro popular cantaba. Y cantaba tan bien.

Porque The Masked Singer pone a celebrities de todo tipo a demostrar su arte en el mundo musical. Pueden concursar cantantes, sí, pero también actores, escritores, presentadores, deportistas, empresarios... Personalidades populares que firman un blindado contrato de confidencialidad para guardar el secreto de su participación en el show y mantener la sorpresa hasta el final de su paso por el programa.

Y es que de eso va The Masked Singer, de asombrar a la audiencia y al jurado a través de grandes actuaciones musicales y, como especial aliciente, con la fuerza de jugar desde casa a deliberar quién es la persona popular que está debajo del disfraz. En este sentido, los creadores del programa han sido inteligentes al construir disfraces con una personalidad apabullante para suplir la expresividad que se pierde al no ver el rostro del artista. Así hay una delirante abeja, un conejo bailongo o unas especies sin definir pero con hasta luz en la mirada. Porque en televisión es muy importante la mirada.

Cada personaje reconocible, incluso delirante. Dentro de este surrealista envoltorio, una persona conocida por el público que ha firmado un contrato de confidencialidad para guardar el secreto. Esto quizá es lo que dificultaría la producción de este programa en España, donde cada vez es más complicado evitar filtraciones y, por tanto, se merma la posibilidad de crear programas con ingredientes inesperados. Ahí los medios de comunicación tendríamos que ser más compinches con los genios del arte de la creatividad televisiva. 

Esa creatividad con  la que, a priori, cuenta The Masked Singer y su premisa de celebrities concursando sin saber que están concursando. Lo que atesora uno de los ingredientes más poderosos en televisión: la fuerza del asombro, la energía de la sorpresa al desvelarse la identidad de un popular que conocíamos, sí, pero no sabíamos que era tan artista.

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