OPINION

Todos los días son lunes: la espiral del previsible fin de semana televisivo

Emma García, 'Viva la vida'
Emma García, 'Viva la vida'

Lejos quedan aquellos tiempos en los que la televisión sonaba a 'gala del sábado'. Joaquín Prat y Laura Valenzuela irrumpían en el estudio 1 de Prado del Rey para protagonizar un gran espectáculo musical que triunfó por espontaneidad e ironía. El maestro Fernando García de la Vega no escatimaba en creatividad en sus shows para asombrar al respetable público. 

Objetivo logrado, pues 'Galas del Sábado' cosechó una gran complicidad con una audiencia española que empezaba a descubrir la televisión traviesa. La química de Prat y Valenzuela fue crucial para tal cometido. Esta pareja despertaron tanta empatía que hasta se decidió que se mantuvieran en el decorado incluso durante las actuaciones. Así se lograba ese plano de reacción que atrapa la curiosidad de un público que quiere ver de reojo cómo están viviendo tal momento sus amigos. Y Prat y Laura ya eran sus amigos. Y muchos querían que fueran novios, también.

Históricamente, la televisión ha crecido en los fines de semana atrayendo a un televidente que agradece poder desconectar de la rutina con unos contenidos con otro ritmo, en forma y fondo. Al igual que en el verano, las cadenas sabían que en sábado y domingo perderían adeptos si no se promovían formatos más familiares que rompieran con el frenesí del trajín semanal. Pero, hoy en día, en este cometido han ido cogiendo el testigo las plataformas bajo demanda. Y la televisión tradicional ha ido dando vía libre, cuando también es necesario la evasión pegada a la actualidad y no sólo el maratón seriéfilo atemporal.

Pero las cadenas de televisión generalista se han ido transformando en una especie de factoría en cadena que nunca para. Todos los días parecen lunes en la televisión actual. Cada canal intenta marcar una línea, pero se han homogeneizado los contenidos de tal forma que da la sensación que son iguales. 

De hecho, Telecinco ya no elige espacios como '¡Qué tiempo tan feliz!' con una fórmula más de variedades de nostalgia y música de fin de semana y ha evolucionado su sustituto, 'Viva la vida' con Emma García, hacia un largo contenedor pensado para adaptarse a cualquier circunstancia de necesidad de la cadena. Si toca sucesos, sucesos. Si toca polémica de reality, realities.

Pero el éxito de largo recorrido de un formato siempre tiene más fuerza si se asienta en la premisa diferenciada, esa personalidad propia que así no depende de la atadura de exclusivas puntuales o exprimir galimatías ajenos.

Se van desdibujando las diferentes atmósferas de la televisión en directo, esas que propiciaban una ilusión especial de esperar con qué propuesta sorprendía una cita televisiva. Los fines de semana tienen otro tempo, otras posibilidades, pero la tele de hoy apenas las exprime a su favor. Excepto el telefilme de Antena 3, claro. 

Los sábados noche no suman a una audiencia que está en casa y que apaga la tele porque ya se sabe lo que va a pasar. Que si un polígrafo, que si una enfrentamiento entre posiciones ideológicas. En el fondo, ambos programas, cuentan con la misma dinámica de choque de sentimientos polarizados. Es la televisión que no sale de una espiral que impide innovar y mostrar más mundos fuera de los realities, ya sean del corazón o de la teatralización de la política. El motivo: aparentemente, son más baratos y fáciles de producir. 

Y ni rastro del espectáculo ingenioso y hasta mordaz que es la máxima expresión de la cultura, como hacen los norteamericanos con la corrosión de la inteligente comedia de 'Saturday Night Live' o que, con la mirada de aquel tiempo, hacían aquellas 'Galas del sábado' que modernizaron un país en una emisión en blanco y negro que, paradójicamente, transmitía más color que mucha tele de hoy.

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