OPINION

'Tu cara me suena' y la inteligencia que esconden las subtramas de sus protagonistas

José Corbacho y Anabel Alonso.
José Corbacho y Anabel Alonso.

La televisión crece en su versatilidad creativa. Sin embargo, en los últimos años, los formatos de entretenimiento musicales se han atado a fórmulas de talent show con dinámicas más encorsetadas. La estructura suele ser (casi) siempre la misma: una actuación del participante para dar paso a un veredicto del jurado. De hecho, parece que todo talent show debe tener un "jurado" o, de lo contrario, no hay posibilidad de talent show. Error, pues pueden existir otros imaginativos roles en un concurso de artistas.

Porque cualquier programa de entretenimiento necesita de una ingeniosa arquitectura de tramas que enriquezcan la historia principal que narra el show. Desde su concepción, Tu cara me suena ha sabido alimentar la organización conservadora del género del talent show (concursantes frente a jueces) con la brillante idea de mantener a los artistas que ya han actuado en escena. De esta formato, se propicia otro pilar visual de atención en el público, otro punto de interés en el plató que no cesa en generar miradas, expresiones y subtramas.

Esta temporada, su séptima etapa, Tu cara me suena ha encajado muy bien las personalides de su casting de celebrities que imitan a iconos de la música con un jurado en estado de gracia. Lolita adictiva, sin red verborreica; Chenoa brillante, con una intuición poderosa para lo que necesita el show; Latre directo, con sus apuntes concentrados de humor y Llàcer huracanado, con su pasión sin complejos. Pura fantasía.

Todas las piezas del puzle encajan. Se nota la visión de Laia Vidal, directora del espacio, a la hora de organizar todas las aristas de un show complejo e impregnar al resultado global del programa de un mismo buen rollista tono luminoso. Porque TCMS desprende mucha luz, de la de verdad -es el programa de entretenimiento mejor iluminado- pero, también, la otra luz: el brillo de esa espontaneidad que es intangible pero que contagia felicidad porque transmite ilusión. Y eso lo tiene Tu cara me suena.

Pero, en ese encaje de muchas piezas, es también fundamental relativizar incluso el esqueleto fijo del propio formato, esa estructura de actuación versus jurado, e incorporar tramas que se salen del guion previsible y, así, hacn crecer el interés por el contenido o desengrasan el ritmo del show.

Y eso lo ha logrado este año Tu cara me suena con la inesperada historia paralela de sus dos concursantes, José Corbacho y Anabel Alonso, que han "formado" el grupo 'Albacho' con un éxito "maquinado" para el verano 'Menta poleo'. Tiene coreografía y todo, que ya baila todo el equipo del programa y, por supuesto, los asistes como público al plató.

A simple vista parece un gag puntual, pero se trata de una trama que puede tener desarrollo como un desengrasante más de un programa que prospera en lo imprevisible de sus protagonistas. Un programa coral, que se construye en un gran escenario que pisan muchos participantes con el valor añadido para el prime time de que todos son fáciles de recordar porque cada uno tiene un papel reconocible en el terreno de juego. No sólo en referencia a los concursantes o el jurado, también a los chispeantes bailarines, su coreógrafa -Miryam Benedited-, el director musical -Arnau Vilà- y el propio público del plató, que va a divertirse. No son extras pagados a los que no les interesa el formato y acuden por obligación. Sin olvidar la función imprescindible de Manel Fuentes como director de orquesta que sigue un guion sin dejar de estar al quite para que el desaguisado no pierda esa frescura de un talent show.

Una frescura que es más fácil que no cese si se entiende que la tele se construye a través de detalles que huyen de corsés. Tu cara me suena es un programa que es ejemplo de cuidado de detalles: en las imitaciones -con una realización e interpretación que no suele quedarse a medio gas- pero, también, fuera de las actuaciones. Por eso el show sigue en tan buena forma. Porque en esta edición todos los participantes en el programa tienen papel. Y es un papel protagonista.

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