OPINION

'Vis a Vis': la barrera que han superado sus constantes incongruencias de guion

Zulema, Vis a Vis
Zulema, Vis a Vis

La tercera temporada de Vis a Vis ya es historia. La marea amarilla, que es como se hacen llamar los fieles seguidores de la ficción, consiguió su objetivo: la serie ha regresado y en buena forma, asegurándose una cuarta temporada en la que además ya está garantizada la vuelta de la actriz Maggie Civantos, tras su breve paso por los dos primeros capítulos de esta tanda.

En la televisión de pago, sin la presión de las audiencias tradicionales, Vis a Vis ha otorgado una poderosa visibilidad a la cadena FOX entre la marabunta de contenidos televisivos que existen hoy. Lo ha logrado convirtiendo a la villana Zulema en protagonista, recuperando la esencia de la historia inicial y, también, exprimiéndola hasta extremos donde lo que menos importa es la verosimilitud.

Porque si ya la prisión Cruz del Sur era hervidero de incongruencias, Cruz del Norte ha demostrado que puede ir más allá incluso. Dicen que es una cárcel de alta seguridad, pero existen en ella mil recovecos para que todo pase (varios asesinatos en esta temporada, sin ir más lejos) y las cámaras de seguridad nunca lo graben. ¿Cuándo van a instalar una cámara de seguridad en la lavandería, por ejemplo? Pero es que en Vis a vis, las cámaras de seguridad sólo graban lo que conviene a los guionistas y a la continuidad de la acción, claro.

Por no hablar de lo fácil que es fugarse de allí (ha habido no sé cuántas fugas ya), acceder a armas, pedir pizzas, que una policía se enamore de una presa de la noche a la mañana...

Pero Vis a vis ha conseguido romper la barrera de lo razonable para crear un apasionante universo propio en el que el espectador no se hace preguntas por las constantes incongruencias del guion. En Vis a vis la verosimilitud es indiferente, pues se ha propiciado un limbo de suspensión de credibilidad donde el disfrute del giro más loco es más importante que la coherencia dramática o el devenir de unos personajes a los que muchas de sus actrices aportan tanta verdad, a pesar de las incoherencias.

Tras un cliffhanger con mucho delirio, la cuarta temporada promete continuar con la montaña rusa de emociones trepidantes, ahora condensadas en cuarenta y tanto intensos minutos y no en setenta como antes. Porque Vis a vis vuelve a demostrar que hay ficciones que nacen en la televisión generalista pero acaban encontrando su lugar natural fuera de ella, en una cadena donde se les permite ser ellas mismas de verdad, sin complejos, sin miedos... y con muchas licencias narrativas.

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