OPINION

'Vivir sin Permiso': así Telecinco usa el 'molde' del éxito de 'El Príncipe'

Coronado y Álex González
Coronado y Álex González

Da la sensación que a Telecinco se le hizo corta El Príncipe, pero era una producción con una duración predeterminada, que no daba lugar a treguas.

La serie de Aitor Gabilondo y César Benitez fue un colosal éxito de audiencias. Su historia estaba diseñada con inteligencia para conectar con el ADN del canal principal de Mediaset: emoción con acción, culebrón con tensión sexual no resuelta y choque cultural. Así, todo junto, pero con cierto glamour y en un luminoso envoltorio de vistosas localizaciones en busca de una espectacularidad atrayente para el espectador.

Al frente del elenco de El Príncipe, Jose Coronado y Álex González. Juntos hicieron atractiva pareja (de cartel). Coronado aportaba la reputación que traspasa generaciones, González lo aspiracional del actor (guapo) que, además, gusta a las revistas de moda y corazón.

Pues bien, la nueva gran apuesta de ficción de Telecinco repite fórmula, con mismos protagonistas como reclamo y un mismo creador detrás, Aitor Gabilondo. Mediaset parece tener las ideas claras para crear un producto que diseñan para atraer al público de base de Telecinco, que no es el mismo de arranque que el de Antena 3.

Así ha llegado Vivir sin Permiso, que se ha estrenado esta noche y tiene mucho del molde que sustenta la fórmula de El Príncipe sin tener nada que ver con El Príncipe

Esta vez, Telecinco cambia el sur por el norte. De nuevo, localizaciones hiper-iluminadas y mucha violencia tópica planeando en el ambiente. Con sus malos con intensa cara de malo que te espera en un parking. De hecho, se ve el resorte de la forma en la que la serie hace el equilibro entre una dosis de clichés de emoción y otra dosis de clichés de tensión para enganchar al audímetro masivo clásico y no espantar a ningún espectador. Sin olvidar, ese erotismo cutre, por gratuito, de mala televisión noventera, con plano de teta incluida. 

Ahora, eso sí, es el narcotráfico gallego como trasfondo, lo que puede sonar ya visto tras la buena aceptación de público y crítica de Fariña.

Aunque nada que ver con Fariña, esto no es una serie realista -sólo hay que ver un segundo la fotografía de la ficción para notarlo-, aquí el peso recae más en las trifulcas familiares de una gran saga peleándose por el legado del patriarca, Nemo Bandeira, encarnado por Coronado, que ha sido diagnosticado de alzheimer. O eso parece. Porque no hay que dar nada por supuesto. Nada. Todo son sospechas. Y todas están muy bien articuladas en un primer capítulo que deja claro que esto va de enredo de culebrón de familia rica con mucho que ocultar, mucho que temer y todo (exageradamente) fácil de entender. 

Una serie sin grandes pretensiones, lo que no es nada malo, pero quizá su concepto llega tarde. Porque, a diferencia de El Príncipe, a Vivir sin permiso se le ven mucho más las costuras de lo que es introducido porque se supone que funciona mejor en un prime time de Telecinco. Y el espectador empieza a estar harto de que se le considere tan previsible.

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