OPINION

El Gran Wyoming y su declaración de amor a Andreu Buenafuente (con trasfondo televisivo)

Wyoming con Buenafuente
Wyoming con Buenafuente

Wyoming habla mucho, pero no suele malgastar palabras. El presentador de 'El Intermedio' acudió el pasado jueves a 'Late Motiv'  para celebrar con Buenafuente, Andreu Buenafuente, los 500 programas del late night de Movistar. Y, entonces...

En un momento de la charla, Wyoming, que no se prodiga en demasiados platós -que no sean el suyo, claro-, soltó: "Te quiero mucho, porque tú quieres a la gente, Andreu". Esta vez, no era un chiste. Iba en serio.  Buenafuente, rápido de reflejos, respondió con un: "Bueno, no a todos" y Wyoming, no menos veloz, remató con "pero da la impresión" porque "cuando viene la gente la haces mejor". Toma piropo. Aunque, tal vez sin pretenderlo, Wyoming estaba dando en la diana de una de las claves de la buena entrevista en los géneros no puramente informativos.

En las universidades de periodismo se habla mucho de 'repreguntas' en las entrevistas, pero se desarrolla menos que la buena conversación en los medios de comunicación no sólo depende de la sabiduría, bagaje o carisma del entrevistado, también es decisivo que el entrevistador sepa crear el clima para provocar esa comodidad que relaja el nervio de la tensión y la impostura de su invitado en una emisión en directo. Lógico.

Para evitar esa tensión e impostura en televisión (y en radio) es fundamental romper el hielo con calidad y calidez de argumentos. Pero, los programas de hoy van tan rápido, que no siempre hay tiempo para dejar fluir la charla. Por tanto, es capital una buena presentación en la que el invitado se percate que hay un interés y conocimiento real por su trayectoria y, lo más relevante, unas buenas preguntas que vayan, a la vez, relajando, inspirando y sobre todo escuchando.

Y, siempre, sin evidenciar que hay que ir presuroso porque el cronómetro corre en contra. Ahí es cuando la entrevista o el encuentro termina pinchando, pues nadie está relajado si siente que hay estrés en el ambiente. O como dijo el jueves El Gran Wyoming a Andreu Buenafuente: "He estado en muchos sitios donde vas a ser entrevistado y es una especie de competición extraña".

La televisión ha infravalorado el poder de la calmada conversación, como si fuera sinónimo de aburrimiento que baja la audiencia. Al contrario, la charla sin prisa y sin pausa es una experiencia 'disfrutona' allá donde se produzca. También por la tele. Y eso lo está consiguiendo Buenafuente. Lo hacía en abierto y lo hace ahora en Movistar Plus, aunque ahora el resultado luce más porque nadie está excesivamente pendiente de la susceptibilidad de los audímetros y, en cambio, pinta que se está más a favor de recrearse en el momento como una oportunidad que no tiene precio.

Como consecuencia, Andreu Buenafuente propicia un contexto en el que regresa a la tele tradicional un público que existe y que siempre estará, ese público al que también le gusta escuchar y dejarse inspirar por la conversación. Sin ruidos accesorios que no aportan nada, sin temores a molestar a alguien. Incluso humanizando los estigmas sociales.

En los puntos de encuentro de la relajada conversación es más sencillo desmontar la frivolización que proyectan las etiquetas. Esas que empujan a una polarización extrema de o es blanco o es negro. Otro terreno al que disparó Wyoming ante Buenafuente y su audiencia: "No siempre estoy de acuerdo con lo que digo". Un atrevimiento en los tiempos que corren en los que parece que hay que tener una opinión absoluta, simplista e inamovible respecto a todo.

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