OPINION

De la fábrica a la portería de tu casa: la imparable avalancha del comercio electrónico

Amazon tira de ETT para llenar su centro de Illescas
Amazon tira de ETT para llenar su centro de Illescas

Las porterías de los edificios de viviendas se han convertido en almacenes de toda clase de productos: desde libros, hasta minipimers o zapateras. Son el último punto de la cadena del inmenso mercado del comercio electrónico, un mercado que está dejando boquiabiertos a los expertos.

En el tercer trimestre del año pasado, el comercio electrónico movió 10.000 millones de euros en España. La cifra es casi un 30% mayor que la de tercer trimestre de 2017, y es la más alta obtenida hasta ahora. Las cifras proceden de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia.

El sector que más dinero movió en ese tercer trimestre fue el turismo, lo cual es lógico pues engloba los meses veraniegos, donde los consumidores compran más viajes.

El comercio electrónico está creciendo en el mundo a un ritmo espectacular, un ritmo que en lugar de decaer incluso bate sus propios récords. En España, se espera que los datos del cuarto trimestre sean aún mejores pues incluye el Black Friday –la fiesta del consumo– y además, las compras de Navidad de 2018.

En un periodo de 20 años, el comercio electrónico ha pasado de ser un medio del que desconfiaba la mayoría de la gente (¿poner mi tarjeta de crédito en internet?), a ganarse la confianza de los consumidores. Las ventajas son obvias: rapidez, precio, y accesibilidad.

Antes, para comprar un producto en internet hacía falta ir apretando botones y meter datos hasta cansarse. Ahora, las tiendas digitales lo han simplificado de tal forma que en unos segundos uno reserva una habitación para un fin de semana en un hotel de San Sebastián o el último libro de Isabel Allende.

El pionero de esta nueva forma de comprar ”en un clic” fue Jeff Bezos. Un día, el fundador de Amazon dio una orden a su equipo técnico: quiero que los clientes puedan comprar cualquier producto en un solo paso, es decir, con un solo clic apretando el botón que dice “comprar ya”.

De hecho, así se llama el libro que explica esta obsesión de Bezos por hacer las cosas fáciles. 'One clic', de Richard Brandt, cuenta que una de las revoluciones internas de Amazon nació cuando Bezos les ordenó a sus informáticos diseñar una página web para que los clientes no demorasen sus pedidos. Las demoras y la complejidad provocaban el hastío de muchos clientes, quienes al final decidían abandonar la compra.

Eso se llama user experience (experiencia del usuario, o UX). Ahora, si un comercio quiere ser competitivo tiene que poner las cosas fáciles a los consumidores porque las empresas están compitiendo contra la impaciencia del cliente… y su infidelidad.

La parte fea de este comercio electrónico es que muchas tiendas tradicionales se están quedando atrás, pues al no ofrecer este canal de ventas, se están perdiendo parte de esta tarta. Aparentemente, hay cosas insalvables pues ¿cómo vender carne por internet?

Solo aparentemente, pues Amazon ya vende hasta patas de jamón, y muchos restaurantes ofrecen toda clase de menús comprados por una aplicación móvil, y servidos por Glovo o Deliveroo. Es más, muchos restauradores han decidido no tener mesas, sino montar cocinas exclusivamente para las comprar por internet.

Glovo
Un repartidor de Glovo. / EFE

Si casi todo se puede comprar online (hasta casas), ¿por qué no hacerlo? Las librerías tradicionales por ejemplo están cerrando porque el negocio ya no da para pagar los gastos básicos. Hace unas semanas, una de las librerías más famosas de Nueva York, Westsider Rare & Used Books, anunció que echaba el cierre por falta de clientes. Una colecta pública logró disipar su agonía.

Pero otros libreros han logrado sobrevivir gracias a la venta online. En Madrid, Alcaná se ha convertido en el gran aeropuerto de la compra de libros usados. Ofrece más de 260.000 libros usados a través de su propia página web o a través de la plataforma Uniliber.

Lo sorprendente es que muchas tiendas de libros de segunda mano del mundo han logrado sobrevivir gracias a Amazon. Es la dueña de Abebooks (en España se llama Iberlibro), una plataforma online que permite encontrar libros usados a buen precio en cualquier parte del mundo.

Pero no todo es brillante en el comercio electrónico. Algunos aprovechan la cadena de suministro para estafar a las tiendas online. “El pícaro, tras realizar la compra online, presenta una queja negando haber realizado dicha adquisición con excusas como: ‘yo no compré ese producto’, ‘no reconozco ese cargo’ o ‘sí que lo compré, pero jamás me llegó”, explicaba la web PRNoticias. “Acto seguido efectúa una reclamación a su banco para que le sea devuelto el importe de esta, sin que exista una causa justificable”.

Muchas empresas de comercio online prefieren asumir ese fraude con tal de retener al posible cliente o para no encontrarse con un comentario negativo en su propia página web.

Este fraude se está haciendo tan apetitoso que algunas escuelas de negocios como IMF Business School ya han montado su Master en Ciberseguridad para preparar a las pymes contra esa picaresca.

Por cierto, ese máster que se imparte con Deloitte es el ejemplo de por dónde va la educación. El formato no presencial u online también se está convirtiendo en una atractiva línea de negocio para los centros de formación, y puede captar alumnos en cualquier país del mundo.

También demuestra que el comercio electrónico no se limita a grandes corporaciones, sino que lo puede poner en marcha cualquiera desde el salón de su casa. Gonzalo Alvarez Marañón promociona y vende sus demandados cursos de Presentaciones y Oratoria a través de su página 'El Arte de Presentar'. José Miguel García ofrece cursos online para emprendedores (emprendedoresdigitales.net), desde webinarios hasta podcasts.

Como ellos, muchos autónomos aprovechan las ventajas del comercio electrónico, la facilidad y fiabilidad de los sistemas de pagos, y el deseo de formación de miles de personas, para obtener un trozo de esta inmensa tarta que cada tres años se duplica. Nunca antes había sido tan fácil vender por internet.

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