OPINION

El procés catalán explicado a los alemanes: ¿qué pasaría si Baviera…?

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a mejor forma de explicar cuestiones complejas es tomar una analogía y aplicarla. Debido a que muchos ciudadanos alemanes están siguiendo el ‘procés’, que ocupa las portadas de su periódicos y las aperturas de sus informativos, vamos a explicárselo usando a Baviera como ejemplo.

Baviera es una región autónoma (Land) al sur de Alemania que tiene muchas similitudes con Cataluña: tiene su propia lengua, el bavarés. Tiene su propio parlamento, y hasta el partido bávaro (CSU) es clave para formar gobierno en Alemania. Además, Baviera es una región muy rica donde está la central de BMW, Airbus, y muchas otras empresas. Es conocida por su tradicional fiesta de la cerveza, que se ha convertido ya en una fiesta europea.

Y ahora, pensemos: ¿qué pasaría si en Baviera hubiera pasado lo que ha pasado en Cataluña?

Imaginemos que el parlamento bávaro aprueba unas leyes de transición a la independencia saltándose las reglas del propio parlamento, y de la Constitución de la República Federal de Alemania. Para los alemanes eso ya sería inconcebible.

Imaginemos que el gobierno de Baviera, además, propone organizar un referéndum de independencia de Baviera, es decir, separarse de Alemania. A pesar de que la Constitución alemana no admite esa posibilidad (artículos 28 en adelante), el gobierno bávaro sigue adelante y celebra ese referéndum.

Imaginemos que Angela Merkel, presidenta del gobierno alemán (canciller), moviliza a la policía alemana, la cual trata de retirar las urnas e irrumpir en los colegios donde se celebra ese referéndum ilegal. Los alemanas dirían: es lo que hay que hacer, ¿no?

Imaginemos que el presidente de Baviera (se le llama ministro-presidente), Horst Seehofer, tras hacer el recuento del referéndum (donde hay bávaros que han votado cuatro veces y no ha habido garantías), declara la independencia de Baviera, pero luego dice que la suspende mientras negocia con el gobierno de Merkel.

Imaginemos que Merkel piensa que le están tomando el pelo. Entonces consulta la Constitución de la República Federal Alemania que dicta lo siguiente: “El Gobierno Federal controla que los Länder ejecuten las leyes federales conforme al derecho vigente. Con este fin, el Gobierno Federal podrá enviar comisionados ante las autoridades supremas de los Länder con el consentimiento de las mismas y, en caso de negativa, con la aprobación del Bundesrat, también a las autoridades inferiores”.

Imaginemos entonces que basada en ese artículo de la Constitución alemana (el 84, para más señas), Merkel toma el control del Land de Baviera impartiendo instrucciones a sus responsables. Los alemanes, tan seguidores de la ley, lo aprobarían.

Imaginemos que el gobierno federal, apoyado por el parlamento, los jueces, las leyes y el tribunal Constitucional alemán, decide castigar a los que han violado la ley: entonces destituye al jefe de la policía local por no detener las votaciones ni las urnas; envía a prisión a los ministros de Baviera que colaboraron con el referéndum y con la declaración de independencia, manda a prisión a los responsables de la Landesverband Bayern (Asociación Nacional de Baviera) y Alle Kultur (Omnium Cultural) por colaborar en el referéndum ilegal y organizar actos violentos contra la policía alemana. Alemania entera diría: ¡No esperábamos menos!

Imaginemos que Merkel decreta la celebración de nuevas elecciones en Baviera para estabilizar el Land y para que el nuevo gobierno bávaro ponga orden en esa región. ¡Por fin, dirían los propios bávaros!

Imaginemos que Horst Seehofer, el ministro presidente que ha calentado el ambiente, huye de Alemania y se refugia en Bélgica, desde donde dice que Merkel es una dictadora y que en Alemania no hay libertades. Los alemanes se troncharían de risa, especialmente los bávaros.

Imaginemos que los alemanes se dan cuenta de que en los últimos 30 años, los radicales independentistas bávaros han entrado en los colegios de Baviera y han cultivado un odio hacia lo alemán. Hasta se inventan la historia de que Baviera ha estado oprimida por Prusia y que Alemania les roba (“Deutschland stiehlt uns”). Solo por hacer esto, esos profesores podrían ser enviados a la cárcel por alimentar el odio. Los alemanes lo desearían.

Imaginemos que el canal de televisión bávaro, Bayerischer Rundfunk, está plagado de independentistas bávaros que en los últimos años han ofrecido una visión que obedece a los intereses de la CSU, el partido mayoritario de Baviera. En la misma se fomenta el odio a lo alemán con programas para niños donde se dice que la Bundespolizei (la policía nacional) es violenta y agrede a los ancianitos. Los alemanes enfurecerían.

Imaginemos que los independentistas organizaran escraches, presiones e insultos contra los bávaros que se sienten tan bávaros como alemanes. Los independentistas no durarían ni un segundo porque serían enviados a las mazmorras.

Imaginemos que el club de fútbol Bayern deja entrar en sus estadios a radicales que despliegan pancartas políticas, y banderas ilegales, (prohibido por la FIFA), y encima el presidente del club se solidariza con el proceso independentista, y con los presos de las organizaciones y el gobierno local que pusieron en marcha el referéndum ilegal. Ningún alemán ni bávaro lo admitiría.

Todo esto solo se puede ‘imaginar’ en Alemania. Pero nada más. Si hubiera nacido ese movimiento independentista, los cancilleres alemanes, con el apoyo del Bundestag y la Constitución en la mano, habrían cortado este movimiento en seco, y habrían enviado a prisión a los responsables de la misma por violar las leyes.

Eso no pasó en España… hasta ahora.

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