OPINION

En las protestas de las mujeres falta algo: ¿Dónde están los niños?

E

l diario británico The Guardian usó la palabra ‘desastre’ para dibujar cómo sería el futuro demográfico de nuestro continente. Un artículo, publicado en 2015, casualmente empezaba con las declaraciones de un demógrafo español, Alejandro Macarrón, quien contaba que cuando cruzó las primeras estadísticas de natalidad, se quedó paralizado de terror. “En algunas provincias españolas, por cada nacimiento mueren dos personas. Hay sitio donde mueren hasta tres”.

A escala europea, las cosas no son más prometedoras. Un gráfico de The Guardian mostraba que la edad media de los europeos en los años setenta era de 30 años y ahora sobrepasa los 40.

No hace falta ser un genio de la estadística para darse cuenta de que, de seguir así, en unas cuantas décadas seremos un continente lleno de geriátricos, hospitales, ortopedias, caderas rotas, bastones, gafas, y funerarias. Fabricaremos más ataúdes que cunas. El día en que se cumpla esa estadística –y estamos cada vez más cerca–, los problemas económicos de los europeos serán de tamaño descomunal.

Llegará un momento en que se pagarán más pensiones que salarios, y como no hay sistema que lo resista, será el colapso económico del continente. En España ya hay 9 millones de pensionistas que, a pesar de que muchos cobran muy poco, suponen la mitad de los presupuestos generales del Estado. Si nos ponemos catastrofistas, en un futuro no habrá dinero para construir bibliotecas o colegios públicos, porque todo se nos irá en pensiones.

¿Cómo hemos llegado a esto? Muy sencillo: porque no fabricamos bebés.

El problema no está en las pensiones de los ancianos, sino en la falta de niños. España tiene una de las tasas de natalidad más bajas del mundo: 1,4 niños por mujer en edad fértil. Pero nuestros vecinos no están mejor: Suecia tiene un índice de fertilidad por debajo del 2. Lo mismo Alemania y Francia. Las políticas europeas de incentivo a las parejas con niños no han funcionado al ritmo esperado, y una de las principales razones es que no se ha resuelto la incorporación de la mujer a la vida laboral.

Por mucho que se haya demostrado que una mujer embarazada y el postparto, no supone un coste para las empresas (lo asume la Seguridad

Social), las mujeres entre 25 y 40 años tienen muy pocos hijos. Uno o dos.

El problema es ese: la baja natalidad.

Lo que deberían reivindicar las mujeres en el Día de la Mujer Trabajadora es ayudas a la natalidad. La equiparación salarial es un derecho, pero las ayudas a la natalidad es una necesidad fundamental que determinará nuestro futuro.

Aunque no lo crean, hay un claro nexo entre las protestas de los jubilados en días pasados, y las protestas de las mujeres ahora, pero muy pocas personas se han dado cuenta. Los jubilados quieren que les aumenten las pensiones, pero el Estado dice que no puede por una razón económica: si concede las subidas, está obligado a ir cargando con una masa cada vez mayor de jubilados, y más caros.

Las mujeres, en el manifiesto que ha circulado, exigen acabar con las discriminaciones, en especial la salarial: sí, deben ganar como los hombres. Pero no hablan nada de natalidad. Lo que más se acerca es esto: “Somos las que reproducen la vida”. No nos hemos dado cuenta de que hay que resolver el problema de la natalidad. Suecia existe prácticamente la misma equiparación de sexos pero la natalidad no sube.

Y si no sube la natalidad, los jubilados (hombres y mujeres) de dentro de unos años no tendrán dinero para pagarse ni la cesta de la compra.

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