OPINION

Hasta los venezolanos más pobres huyen ya hacia Colombia y Brasil

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a izquierda española suele responder a los migrantes venezolanos que se asilan en España, que lo hacen porque son gente rica, pues los que tienen menos recursos prefieren quedarse en Venezuela. Además, los que se quedan allí son felices con el régimen chavista, pues les mantiene a través de repartos de comida y todos los beneficios del régimen socialista.

Las fotos demuestran lo contrario. Las clases más pobres de Venezuela salen del país como pueden: unos a pie, otros en autobús, y también en coche. Viajan a Colombia. Entran por Maicao, en el Norte, cerca de Maracaibo, o por el oeste, hacia Cúcuta. El torrente de venezolanos que huyen del hambre es tan incontenible que el gobierno colombiano ha tenido que desplegar sistemas sanitarios, hospitales de campaña y abastecimientos especiales.

Se calcula que 35.000 personas cruzan cada día el puente Simón Bolívar hacia Cúcuta. Según las estadísticas del Gobierno colombiano y de la Organización Internacional de Migraciones (OIM) publicadas por el diario colombiano El Tiempo, “hasta el pasado 31 de diciembre unas 600.000 personas procedentes del vecino país permanecían en Colombia”.

Al principio, la mayoría de los migrantes eran de origen colombiano, es decir, gente que en el pasado había ido a buscarse la vida a Venezuela, y que ahora volvían empujados por la desesperación. Ahora la mayoría son venezolanos empujados por el hambre.

Se calcula que el número de inmigrantes podría ser mayor porque la frontera se extiende por 2.219 kilómetros, con unos 280 pasos en los que no hay control. El gobierno colombiano lo ha calificado como “la mayor crisis migratoria de su historia”.

Para afrontarla, el gobierno colombiano emite tarjetas de residencia temporal: unas permiten trabajar a los venezolanos durante dos años; otras, permanecer unos días, y acceder a medicinas y alimentos.

Las imágenes no engañan. Un reportaje realizado por la cadena estatal alemana Deutsche Welle mostraba a venezolanos desesperados, haciendo lo mismo que en España hacen muchos ciudadanos del este europeo: limpiar parabrisas, pedir dinero, deambular. Unos duermen en las calles con sus hijos. Otros parten a buscar fortuna en Ecuador, Perú, Chile o Argentina, lo que supone viajar a una distancia mayor que la de España a Rusia.

Al otro lado del país, en la frontera con Brasil, el drama es similar. Los venezolanos que viven en el oriente, se desplazan hacia el sur hasta Santa Elena del Uairén. De allí cruzan la frontera brasileña, hasta llegar a una pequeña población llamada Paracaima, de 10.000 habitantes. La distancia entre Caracas y Paracaima es de 1.313 kilómetros. El ejército brasileño ha tenido que desplegar hospitales de campaña para atender a miles de venezolanos enfermos y desnutridos. Los inmigrantes deambulan por las calles, o, si pueden, siguen su trayecto hasta Boa Vista.

Cualquiera puede ver en internet fotos y videos de la emigración venezolana. El drama es tan evidente que el portal venezolano chavista aporrea.org publicó un amplio reportaje sobre la emigración donde resumía así la situación. “Primero, salieron los que tenían mayores ingresos y jóvenes profesionales; luego, la situación económica, el desabastecimiento de alimentos y medicinas y la sensación de ahogo político por el recorte de las libertades democráticas han empujado a los sectores más populares a salir del país. "Es como si nos corrieran de nuestra propia casa".

El próximo 22 de abril se celebrarán elecciones presidenciales, donde Maduro volverá a ganar porque la oposición ha decidido no presentarse. Para aprovechar la ocasión, el gobierno ha anunciado que también se celebrarán elecciones parlamentarias, con lo cual, dan la puñalada mortal a la oposición, y controlarán el poder legislativo al completo (ya lo controlaban con una Asamblea Constitucional, pero ahora será definitivo).

A estas alturas y con tantas evidencias, uno se sigue preguntando cómo es posible que en España existan personas que defiendan a un régimen de mafiosos, acusado de mantener un narcoestado, y de matar de hambre a su pueblo.

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