OPINION

Hay que leer esto antes de enviar a Rato al matadero

El ex presidente de Caja Madrid y luego de Bankia Rodrigo Rato, está en la mirilla de una comisión del Parlamento para que responda por fin sobre la gran crisis de 2008 que supuso el mayor rescate financiero de este país: 22.000 millones de euros para salvar a Bankia.

En los dos años en que estuvo al frente de Bankia (antes Caja Madrid), esta entidad se fusionó con otras seis cajas. Luego, salió a Bolsa. Y a partir de ahí, comenzaron los problemas. El ministro de Economía relevó a Rato del puesto en mayo de 2012. Al mismo tiempo, el ministro dijo que el sistema bancario necesitaba una fuerte inyección de dinero. La acción de Bankia perdió la mayor parte de su valor. Poco después, el estado nacionalizó Bankia. Y por último, el banco pasó de ganar dinero a

perder mucho dinero, dejando en la estacada a los accionistas.

A Rato hay que achacarle haber asumido un papel para el que no estaba preparado: es un político, no un banquero. Quizá le pudo su soberbia. No supo ver la magnitud de la crisis de Bankia, ni prever las pérdidas y la

depreciación en la que iba a incurrir. También fue muy optimista sobre la salida de Bankia a Bolsa, cuando era vox populi en el sector que Bankia era un agujero envuelto en papel de regalo.

Sin embargo, hay otras cosas que hay que tener en cuenta antes de enviarle al matadero. Estas son:

1. Rato fue nombrado presidente de Caja Madrid (luego Bankia) en 2010. A esas alturas, los problemas de las cajas de ahorro españolas ya eran dramáticos. Una de esas cajas ya había sido intervenida en 2009: la Caja

Castilla la Mancha. Y en 2010 fue intervenida CajaSur. Muchas otras tuvieron que fusionarse o ser compradas por entidades más grandes por estar atravesando los mismos problemas que Caja Madrid.

2. Para afrontar los problemas financieros de las cajas, en 2010 el gobierno (que entonces era del PSOE) y el Banco de España obligaron a Rato a fusionar Caja Madrid con una serie de cajas más pequeñas que tenían serios problemas financieros debido a la burbuja inmobiliaria. Entre otras cajas, le pidieron que asumiera Bancaja, que estaba repleta de créditos impagados.

3. Una vez fusionadas esas cajas y tras constituirse Bankia, se decidió sacarla a Bolsa: las cuentas de Bankia, antes de salir a Bolsa, fueron aprobadas por los inspectores del Banco de España y por la CNMV.

4. La firma auditora Deloitte dio su opinión ‘sin ninguna salvedad’ sobre las cuentas de 2011. Una ‘salvedad’ en el lenguaje de los auditores es un aviso de que algo anda mal. Según los primeros informes de Deloitte, no había peligro.

5. Lo que puso en aprietos a Bankia fueron los decretos del gobierno del PP, aprobados cuando ya Rato era presidente de Bankia, en los cuales se exigía al banco más provisiones para afrontar los riesgos, los impagados

y la depreciación acelerada de los activos debido al impacto profundo de la crisis.

6. Rato pidió 6.000 millones de euros para evitar las pérdidas futuras de Bankia. No pidió los 22.000 millones que al final se inyectaron en la entidad, pedidos por el nuevo presidente, Juan Ignacio Goirigolzarri. Quizá Rato fue muy optimista, o ignoraba la realidad de Bankia, pero

sus peticiones fueron más modestas.

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