OPINION

Los brutales desafíos de la nueva asamblea en Venezuela: Maduro y la economía

Con 112 diputados, la MUD –la oposición venezolana– tiene un poder enorme para hacer cambios radicales en Venezuela.

Pero no es tan fácil. Los chavistas están preparando medidas para neutralizarles. Para empezar, obligaron a 13 magistrados del Supremo a jubilarse este año para poder sustituirlos antes de que la nueva asamblea empiece a ejercer su poder en enero.

Con ello, pretenden seguir controlando el Supremo y hasta tumbar las leyes aprobadas por la asamblea.

Sin embargo, algunos juristas venezolanos consultados por la web de análisis analítica afirmaban que no le va a dar tiempo al chavismo de nombrar jueces sin incurrir en vicios de forma. Deberían convocar sesiones extraordinarias, y en los 20 días que quedan, al parecer, ya no se cumplen los plazos.

En cualquier caso, con 112 diputados, la asamblea nueva –de la MUD– que se formará el 5 de enero puede declarar los nombramientos de jueces como nulos, revocarlos y nombrar otros.

Si la MUD logra su objetivo en el Supremo, entonces solo quedaría librar batalla con el gobierno y su presidente, Nicolás Maduro. Y va a ser una batalla dura porque en estos días, hasta el 31 de diciembre, la asamblea aún chavista puede prorrogar la Ley Habilitante, que precisamente vencía en esa fecha.

Con la Ley Habilitante, Maduro tendría poder para gobernar por decretos y por encima de la asamblea.

La nueva asamblea que se formará en enero ahora tendrá el poder de exigir la presentación de cuentas y empezar a investigar los desmanes y la corrupción del gobierno venezolano y de los chavistas. Se avecina un duro trabajo para los auditores. Y se avecinan malos tiempos para los gestores de PDVSA, la empresa pública que ha sido empleada para financiar los intereses del Partido Socialista Unido de Venezuela.

Pero sin duda el mayor  desafío de la nueva asamblea será darle la vuelta al país promulgando leyes económicas. La MUD -que es una alianza de fuerzas de derecha, centro e izquierda- se va a encontrar con sus propios males. ¿Estarán de acuerdo todos los parlamentarios en lo que se va a aprobar? ¿Se mantendrá la disciplina de voto cuando haya que votar leyes para ampliar la libertad de mercado?

Y una vez aprobada una ley, ¿quién velará por la aplicación? ¿El gobierno? ¿Los Ministerios? ¿Habrá boicot?

Por ejemplo, Maduro ya ha dicho que no aceptará la amnistía de los presos políticos. "Me podrán enviar mil leyes, pero los asesinos de un pueblo tienen que ser juzgados y tienen que pagar", acaba de decir. ¿Cómo se resuelve eso? ¿A quién harán caso los funcionarios de prisiones?

Entre los desafíos de la nueva asamblea está claramente uno especial: reprivatizar algunas empresas que fueron nacionalizadas. La lista de sectores y empresas nacionalizadas es enorme. "Desde telecomunicaciones y empresas eléctricas hasta cementeras, hatos, empresas de alimentos, silos y mataderos, empresas de servicios petroleros, acerías hasta llegar al Banco de Venezuela y recientemente empresas petroquímicas, de lubricantes, fertilizantes y de envases", decía en febrero el diario El Universal, que por cierto, está bajo la influencia chavista.

Si el resultado de las privatizaciones hubiera sido bueno, nada que objetar. Pero no. Ha sido desastroso. Gran pare del desabastecimiento se debe a la ineficiencia de los gestores de esas empresas ahora públicas.

"Esta política no ha resultado en el pasado y menos en el presente", decía el diario, "por lo que muy probablemente estas políticas que se están llevando hoy adelante, tendrán que revertirse totalmente para llevar estas empresas nuevamente al sector privado a través de un proceso de privatización bien estructurado y con los esquemas disponibles".

También la nueva asamblea debe restaurar la garantía jurídica del país. No hay inversores extranjeros que se animen a poner su dinero en un país que puede nacionalizar sus intereses, o aprobar leyes que arruinen sus negocios.

La asamblea nueva no tiene el poder de subir el precio del petróleo, pero debe animar a la economía como sea. Estimular a los empresarios, revaluar al bolívar y traer capitales. No es fácil pero las primeras noticias ya son buenas: el lunes, cuando abrieron los mercados, los bonos venezolanos subieron de precio en los mercados internacionales.

Y sobre todo, la nueva asamblea debe tener un plan de choque para bajar la inflación. La inflación es el enemigo de los pueblos. Destroza todo: los ahorros, los salarios, los costes, la previsión, las exportaciones, las divisas...

Sin tener al gobierno de su parte, se van a ver casos aberrantes en Venezuela, con una asamblea promulgando leyes, y un gobierno negándose a aplicarlas. Va a ser uno de los ensayos políticos más raros de los próximos años.

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