OPINION

Todo lo que un viejo rockero del PCE puede aprender de una serie de televisión

el mismo cielo
el mismo cielo

Hace pocas semanas se estrenó en los canales de televisión una nueva serie alemana que se llama El mismo cielo. Está ambientada en Berlín en 1974 y cuenta la historia de un agente de la Stasi, la policía secreta de la Alemania comunista, que se debe infiltrar en las redes de espionaje norteamericanas que operan en Alemania occidental. Tiene que seducir mujeres y obtener información.

Uno se traga la serie sin azúcar, sin edulcorantes y sin aspartamo. Porque cuenta las cosas como fueron. Muy amargas.

La República Democrática Alemana era un país ocupado por la Unión Soviética y dirigido a control remoto por los rusos. Durante los cuarenta años de opresión, la policía secreta de la Stasi convirtió a medio país en una nación de soplones. Amigos que denunciaban a amigos, hijos a padres, y hasta esposos a esposas. Y por supuesto, el que se ponía tonto iba a la cárcel por su tontería.

Vigilados permanentemente por comisarios ideológicos que habitaban en los mismos edificios, la RDA era un inmenso campo de concentración, como lo eran todas los países comunistas desde el río Elba hasta Urales. Algunos trataban de escapar por túneles, por globos aerostáticos, o o camuflados. Muchos morían.

Mientras tanto, en la Europa occidental, los marxistas leninistas se empleaban a fondo para dinamitar el sistema, ya fuera por medio de grupos terroristas como ETA, la RAF o las Brigadas Rojas, por las huelgas y boicots de los sindicatos comunstas o simplemente desde los propios Partidos Comunistas.

Un día como hoy se creó el Partido Comunista de España en 1977. En un principio, los miembros del PCE planearon 'terminar el trabajo' que habían dejado pendiente en 1936, cuando tomaron las riendas de la España republicana, impusieron sus chekas, liquidaron a los enemigos políticos anarquistas, todo ello financiado y teledirigido desde Moscú.

Pero en la España de 1977 no era la de 1936. En las primeras elecciones de la Transición, los españoles solo les concedieron 20 escaños de los 350 del Parlamento, y los comunistas se dieron cuenta de que ya no era una nación de proletarios.

Aprendieron tanto la lección, que al año siguiente, en 1978, renunciaron al leninismo. Desde entonces han tenido más o menos fortuna pero sus escaños en el Parlamento no han sido significativos.

Lo que sigue sorprendiendo de los viejos comunistas así como de los nuevos (Podemos) es que no recuerden lo que pasó en Europa entre 1945 y 1989. Medio continente estaba dirigido por sus colegas marxistas. Encarcelaron, mataron y persiguieron a los disidentes. Arruinaron las economías de esos países, y hasta la famosa educación fue un bluff porque cuando se desmoronó su imperio, los súbditos partieron en hordas para formar mafias por toda Europa, donde controlan desde la trata de blancas, hasta el tráfico de armas.

Pero uno habla con los viejos rockeros del PCE y no recuerdan esa etapa. Es más, algunos ven todavía a aquellos comunistas europeos orientales como poetas de la política, soñadores del paraíso, benefactores de la humanidad y heraldos de los derechos humanos y de la democracia.

A todos ellos les recomiendo que vean El mismo cielo.

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