OPINION

España tiene una curiosa forma de robar... a Cataluña

El 2017 fue el año de las banderas; este va a ser el año de la pela. El viaje esotérico de Puigdemont a Bruselas corre a cuenta de todos los españoles. La cúpula del secesionismo está dando pasos importantes para ensanchar la definición de ironía. Mientras el secesionismo echa pestes de un país supuestamente atrasado, antidemocrático, ladrón, subdesarrollado, pobre de solemnidad y habitado por una panda de vagos, maleantes y subvencionados que no dan un palo al agua, este año va a tener que recibir del Fondo de Liquidez Autonómica 9.400 millones de euros, casi un cuarto más que el pasado año. Para estabilizar sus finanzas, desde 2012, Cataluña ha recibido 67.000 millones mediante diversos mecanismos de liquidez

El dinero que reciba este año de España en su mayor parte va a ir a parar a las propias arcas del Estado –usurpador, vampiro, etc-, que por cierto es acreedor del 70% de la deuda catalana. España tiene curiosas maneras de robar. El monumento al absurdo indepe lo corona el hecho de que sea la falta de apoyo financiero la que haya terminado con el sueño de la República. Es decir, que la pela tan catalana dinamitó el procés.

Hay trabajos peores, pero ahora el Govern tiene que ir por el mundo vendiendo el cuadro a inversores extranjeros, aunque es de esperar que tengan el mismo éxito consiguiendo pasta que el que tuvieron cuando buscaron reconocimiento a su república. Entonces, Raül Romeva, que es un experto bailarín de lambada, dirigía un ‘foreign office’ con quince embajadas en el extranjero y Lluis Llach decía de él que estaba como un tren. Sostenían entonces que la nueva república sería reconocida por once países de la UE y otros tantos latinoamericanos. No les reconoció ni Quebec.

También esperaban que una potencia extranjera desconocida inyectara 200.000 millones, pero esto tampoco sucedió. En la vida de KRLS todo salvo el pelo es misterioso y desconocido, como la fuerza que le empuja por los precipicios. Sin noticias de aquel dinero, ahora el Govern enseña un Powerpoint con las cuentas del desastre y reconoce el agujero económico generado por culpa de –no se lo van a creer- España.

Hay momentos para el silencio. Es poco recomendable pasear las cuentas del independentismo si no se quiere pisar la mina de los mercados, que cuando sienten la inestabilidad y el miedo se comportan como la nitroglicerina. Si estallan, la explosión se va a escuchar en la luna. La pérdida de empleo, confianza en inversión, detalles nimios colaterales al ‘procés’, no son problemas exclusivamente internos; más bien pueden lastrar el crecimiento de todo el país. Mariano Rajoy ha comenzado el año andando –rápido- bajo la lluvia y puede ser que esa sea la medida de un año de borrasca.

Josep Pla despreciaba lo exótico y quizás por eso retrataba lo cotidiano como nadie. En agosto de 1954 lo mandaron por el mundo a escribir. Llegó a Nueva York y cuentan que en mitad del bosque de rascacielos de Manhattan, levantó la mirada, paseó los ojos por las torres de cristal, metal y cemento, y preguntó: “¿Esto quién lo paga?” Esto lo pagaremos todos.

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