OPINION

Pedro Sánchez: seis minutos el kilómetro

Pedro Sánchez en el Senado
Pedro Sánchez en el Senado

De todos los mensajes personales que se han dado desde la Moncloa, el de Pedro Sánchez es el más liviano. El presidente ha aparecido corriendo en un vídeo en las redes. Esa cuenta de @desdelaMoncloa es un tesoro. “Pedro Sánchez se levanta pronto”, dice la historia. Como vivimos atrapados por el símbolo sujeto a nuestra propia interpretación, viste una camiseta del 25 aniversario de los juegos de Barcelona, aunque la efeméride se celebró el año pasado. Quizás fuera lo único que tuviera a mano como guiño a Cataluña. 

Igual es su camiseta de la suerte. Las televisiones dan palmas con la llegada de Sánchez, pues pueden contar de nuevo lo mismo de otra manera; no es otra cosa el periodismo. Rajoy andaba y Sánchez corre, he escuchado a modo de fino análisis presidencial. Rajoy ahora lee el ‘Marca’ y ve el ciclismo, que es lo que también hacía antes. Rajoy andaba con un brío fenomenal, casi como andan los niños cuando se dan cuenta de que se han quedado detrás de sus madres, hartas de esperarles y aprietan para recuperar el terreno. El señor presidente en cambio sale a trotar entre los árboles del verde monclovita con cierta desgana, que es como corre la gente alta como él. También hace otras cosas presidencialmente como estirar apoyado en la escalera y abrazar a ‘Turca’. A saber lo que piensa Turquía del nombre del perro. El animal acude a sus brazos en carrera; quizás lo sostuvieran para el vídeo y lo soltaran de pronto. Es una perrita simpática, una perrita lista; una perrita del cambio. Igual termina leyendo a Keynes.

Como este quiere ser un gobierno cercano, vendrán más vídeos. Tendrán que esforzarse para superar el mar de lágrimas de Feijóo en Galicia. Ojalá el presidente Sánchez decidiendo el color de las cortinas, descolgando  cuadros de salón del Consejo de Ministros. Ojalá vestido de verde ojeo de perdices en ‘La escopeta nacional’ y guiando al cetrero que acude anualmente a Palacio a diezmar la plaga de esas ruidosas cotorras argentinas que llegaron a La Moncloa probablemente empujadas por el viento y el hambre de poder, que es como llega todo el mundo allí.

Hay que decir que el vídeo carece totalmente de ‘esprit‘, pero es el más inocente de todos los mensajes que han dado los presidentes.

El Palacio de la A6 es la cueva de la Gran Dolina de Atapuerca y en sus muros se puede reconstruir la historia de España: Felipe mandó hacerse el jardín de los bonsáis, Aznar se fabricó un gimnasio y una pista de pádel antes de convertirse en Lobezno y Ana Botella peleaba con los empleados por los colores de los manteles de la cena: “Tengo cincuenta personas a mi cargo y nunca estoy bien atendida”, decía cuando se enfadaba según su secretaria. Zapatero, que siempre fue un buen tipo, nunca dijo que la sopa estaba fría y para no contradecir las normas salía al balcón del despacho a fumar en invierno. Y después vino Rajoy, el Marca, la cena con los críos y andar mucho en la cinta, esto es ejercicio aeróbico sin moverse del sitio, lo mismo que su política. Ahora corre Pedro Sánchez y parece un tipo de seis minutos el kilómetro. Como si quisiera llegar lejos.

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