OPINION

Se busca enemigo, no importa edad

Las llamas, las piedras, los contenedores fuera de contexto en el centro de la calzada, las mesas metálicas de las terrazas volcadas en un extraño desorden, el flash azul y silencioso de las sirenas... Es hipnótica la algarada. De noche, sobre las fachadas de Lavapiés, esas fachadas de Madrid que tanto fuego han visto, reverbera el resplandor naranja de las llamas de la ira. Toda España cabe en la parábola de una botella tirada a la policía, en su trayectoria de rápida rotación y traslación calmada de parábola, hasta en el sonido ligero y gracioso -‘¡clis!’- con que se estrella contra el suelo el vidrio.

España es el enemigo. El que habla de consenso en España es que no sabe lo que dice. Políticamente, el pacto es un lastre. Ir de la mano de cualquier cosa es la peste para el que vive del electorado. Llegar a acuerdos es el documental de La Dos de la política; que a todo el mundo le gusta y nadie lo ve. En este país, quien pierde enemigos pierde votos. Al Partido Popular le salen batallas por todas partes. Esta de Cataluña era importante, pero por medio de la bronca se le coló el partido Cé Ese, que es como le llaman a Ciudadanos algunos del Partido Popular. Ahora Rivera camina a diez centímetros del suelo de las encuestas gracias al combate de Inés Arrimadas.

La gente en España no quiere paz. La gente quiere lío y gordo. El estanque del Retiro, rosado en algunos atardeceres de pan y patos es un invento para guiris. España siempre ha vivido en las aguas Trafalgar. El propio PSOE anda cambembo desde que Pdr Snchz buscó el enemigo dentro de casa y el partido pasó por el aro de la tranquilidad. El PSOE queda ahora en las encuestas como Cagancho en La Línea porque no tiene con quién pegarse.

Al PSOE y al PP les vino Pablo Iglesias como caído del cielo, porque les dio combustible para viajar a la conquista de un planeta. A Mariano Rajoy lo hizo presidente el miedo de que Iglesias pisara moqueta. Le creció el antihéroe y lo hizo grande a él. Hoy, el PP busca contrincante en el bando propio, un viejo recurso de político cansado. Ahora que Podemos está en horas bajas y que la parte ética de la batalla secesionista en Tractoria la ha capitalizado Ciudadanos, andan tras un enemigo como el que busca novia. Razón aquí. No importa edad.

Podemos también ha hecho un arte de buscar bronca. Primero, el enemigo era el que mandaba y a este vinieron a llamarle ‘la casta’ en general, en contraposición con la Gente©. Después se le complicó la cosa, porque los que mandaban eran ellos y es difícil hacer la revolución en el despacho. Hay gente que ha intentado reconvertir los cócteles molotov en pisapapeles, pero es un ejercicio arriesgado. El Ayuntamiento de Madrid, que cada día se parece más a Hogwarts, ha enviado a su policía a perseguir manteros y después culpa de la muerte de uno de ellos al capitalismo, por encima de las enfermedades coronarias. El capitalismo como origen de toda carencia está solo un escalón por debajo del demonio como señor de las sombras, por eso Podemos está a un paso de jugar una guerra de religión. Harán lo que haga falta con tal de no vender consenso. Al contraste de los árboles de las calles, las llamas de Lavapiés proyectan sobre las fachadas una sensual danza de sombras. La paz en España apesta a debacle. El pueblo desunido jamás será vencido.

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