OPINION

Carta abierta a 'Iván el cubano'

El comisario José Manuel Villarejo
El comisario José Manuel Villarejo
CEDIDA - Archivo

Hola Iván. No te conozco. Ni tú a mí. Probablemente no existas. Pero, en caso de que fuera así, me gustaría hacerte llegar esta carta pública de agradecimiento. Al parecer, eres de Cuba y en 2004 te encontrabas en Madrid, ganándote la vida como camarero. Y fuiste el objeto de deseo de una trama criminal que buscaba extorsionarme con una presunta relación entre nosotros que nunca existió.

Me imagino que te ofrecieron mucho dinero, que a ti te habría venido muy bien, a juzgar por tu actividad laboral esos días. También me imagino que te ofrecieron papeles y favores administrativos, que también te habrían venido bien, por las dificultades que muchos teníais en esas fechas, en una situación de irregularidad, que nuestro gobierno puso en orden.

En definitiva, seguro que te hicieron una gran oferta, a cambio de una mentira. Pero tú te negaste. Probablemente les enfureciste con tu negativa. Pero ni siquiera el poder de aquellos extorsionadores, relacionados con las cloacas del Estado, te amedrentó. Probablemente habrías huido de Cuba, harto de ese mismo poder omnímodo que no respeta muchos derechos, incluyendo los de los homosexuales. Y se equivocaron creyendo que eras presa fácil y vulnerable.

Te negaste. No caíste en la tentación, que hubiera sido lógica, pues no me conocías de nada ni debería importarte lo que pudiera pasarme. Y, con tu negativa, quince años después te has convertido en una de las pocas personas que han mostrado dignidad en todo este turbio asunto. Dignidad. Una palabra fundamental y ausente en todo este episodio lleno de escoria.

Otros muchos, incluyendo servidores públicos y algunos periodistas, no resistieron la tentación del dinero sucio. Tú sí. Sin quererlo has participado en el primer 'outing' de la historia de España, un hecho grave y triste, que empobrece la calidad de nuestra democracia, que tú probablemente admirabas. Pero, con tu actitud, has dado una lección de dignidad que debería sonrojar a muchos en España. Dignidad. Mucha dignidad. Gracias, Iván. Si es que existes.

Mostrar comentarios