OPINION

Una moción de censura que solo busca alcanzar el poder a cualquier precio

Rajoy Rivera Sánchez
Rajoy Rivera Sánchez

Justo en el momento en que el presidente Rajoy consigue vía libre para los PGE del presente año con la aprobación en el Congreso de los Diputados -lo que supone estabilidad política y credibilidad económica internacional de España, algo que tiene un único beneficiario directo: el interés general de España y los españoles- el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez se descuelga con la presentación de una moción de censura.

La primera reflexión que planteo es la siguiente: ¿Es éste un momento político en España para un planteamiento de este calado por parte del principal partido de la oposición? Sin duda la respuesta es NO. Y, ¿por qué no? Por responsabilidad, concepto que, sin embargo, cotiza lamentablemente a la baja entre los partidos de la oposición en la actualidad política de nuestro país. Una moción de censura genera ya de salida, con su solo anuncio, incertidumbre e inestabilidad. Algo que los españoles ni necesitamos ni merecemos, ni desde el punto de vista institucional ni económico.

Por un lado, España vive un momento muy delicado por el desafío separatista que nos ha llevado a la aplicación por primera vez en nuestra historia del artículo 155 de la Constitución. La prioridad de los constitucionalistas debiera ser la unidad ante este desafío y no la inestabilidad de una moción de censura abocada al fracaso o a la ingobernabilidad de prosperar solo por ambiciones políticas personales.

Por otro lado, su presentación en plena tramitación parlamentaria de los PGE y en un momento de recuperación económica pone en peligro la propia recuperación y el que revierta directa e inmediatamente en los españoles a través de medidas como las subidas de las pensiones, las bajadas de impuestos, las equiparaciones de Policía Nacional o Guardia Civil... que los PGE contemplan para este año y que sin embargo están en tramitación. Un riesgo también para el despegue económico, que los mercados ya han manifestado con perdidas en la bolsa o subidas de la prima de riesgo. ¿Merece la pena este daño a los españoles? ¿Es responsable y maduro políticamente hablando? La respuesta a ambas preguntas es sin duda NO.

Mi segunda sorpresa estos días ante la iniciativa socialista ha venido de la mano del planteamiento de Ciudadanos pidiendo una moción de censura para convocar elecciones porque, según sus cálculos, cree que le puede ir mejor que en las últimas. Lo que nos llevaría a la celebración de tres elecciones generales en poco más de dos años. ¿Dónde queda la altura política, la responsabilidad y el interés general cuando solo se piensa en derribar gobiernos para convocar elecciones en función de estrategias electoralistas? Y de ahí mi siguiente reflexión: Nuestra Constitución marca claramente las reglas del juego democrático y solo caben mociones de censura constructivas, están desechadas las mociones instrumentales como plantea el aspirante Rivera. ¿Lo desconoce o le da lo mismo?

La mirada histórica es buena hacerla en este momento para encontrar la respuesta al por qué los padres de nuestra moderna Carta Magna a la hora de redactar y aprobar el artículo 113 se decantaron por la Moción de Censura constructiva. La historia nos da la respuesta y el artículo 67 de la Ley Fundamental de Bonn, el antecedente en derecho comparado.

Durante el último tercio del siglo XIX y buena parte del XX la retirada de la confianza a los gobiernos en diversos países europeos, por unos medios o por otros, era frecuente, provocando continuas caídas de los mismos y -en general- una situación de inestabilidad política. Y es tras la Primera Guerra Mundial cuando surgen como categoría definida las mociones de censura, que son mociones reguladas limitativamente en la medida que se propone la exigencia de responsabilidad política al Gobierno. Ejemplos de estos límites son tal y como recoge nuestra Constitución la exigencia de la mayoría absoluta para su aprobación, la necesidad de un número mínimo de diputados para su presentación, el establecimiento de un período de enfriamiento entre su depósito y su debate, el transcurso de un cierto plazo desde la votación de la anterior, etcétera.

Decantarse por "mociones constructivas" de censura buscó cerrar el paso a las mociones y a las mayorías puramente negativas, que desembocan en la caída del Gobierno pero sin consideración alguna a la posibilidad de formar un equipo sucesor. Por ello no caben las instrumentales, como plantea Rivera, para evitar los efectos negativos de su peligrosa propuesta. La destrucción de un Gobierno va unida a la "construcción" de uno nuevo, evitándose los paréntesis tan peligrosos sin Ejecutivo. Y, desde luego, desincentivándose la presentación de estas iniciativas, tan favorecedoras de la inestabilidad política.

La censura al Gobierno constituido de Rajoy va asociada a la elección de un nuevo presidente del Gobierno y, consecuentemente, la propuesta para lo primero debe incluir un candidato para lo segundo con un programa de gobierno que defender en la misma. De este modo se evitan las temidas mayorías negativas, aquellas que se ponen de acuerdo para derribar a un Gobierno pero son incapaces de hacer lo mismo para la elección del sucesor y garantizar un proyecto alternativo.

La exigencia de un mínimo de un diez por ciento de los diputados, que no cumple por cierto Ciudadanos, para formular mociones de censura obedece al mismo propósito de restringir iniciativas como la presente que pueden engendrar inestabilidad política.

Vista la realidad política de nuestro país, y los argumentos esgrimidos por los partidos de la oposición, lo que queda claro es que solo tienen un objetivo: desgastar al Gobierno existente y, en particular, a su presidente. Es posible que obtengan algún rédito en este campo pero lo hacen dañando el interés de España en uno de sus momentos más complejos, lo que dice muy poco de su altura política. Y si prosperase, el PSOE sabe que la alternativa de gobierno que plantea solo puede ser de la mano de separatistas y de Bildu, malos socios para gobernar un país. El poder no se puede ni se debe alcanzar a cualquier precio.

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