OPINION

El pequeño comercio de siempre, imprescindible para las ciudades de ahora

El comercio electrónico, Internet de las Cosas (IoT) y blockchain está transformando el urbanismo de las ciudades? Ésta es una de las preguntas que las ciudades, los territorios, nos hacemos hoy. Y que debemos afrontar de la mano de la transformación digital que estamos protagonizando porque la respuesta es sí.

Respuesta afirmativa que nos lleva a las Administraciones públicas a abordar la necesidad de repensar el espacio público, ya que el comercio electrónico está transformando el urbanismo de la ciudad a través de la reconfiguración de las zonas comerciales o de las plataformas logísticas. Pero hay que ir mas allá en la reflexión, hacerlo buscando una adaptación que garantice la continuidad de los establecimientos tradicionales, el pequeño comercio de nuestros pueblos y ciudades. El comercio local es muy importante para cualquier municipio; es vida, es ciudad, es economía local, por lo que no debemos desvincular la necesaria reflexión de procurar la adaptación y modernización del comercio tradicional a los nuevos tiempos, sin perder su esencia de cercanía, trato especializado y experiencia que se esconde tras cada compra.

Según los datos de comercio on line, en 2017 se facturaron más de 25.000 millones de euros en España y la tendencia de crecimiento es exponencial. Además, un 40% de los españoles realiza compras por internet de forma habitual y España es el cuarto país de la Unión Europea en el ranking de ventas on line, sólo superado por el Reino Unido, Alemania y Francia. Es innegable que el comercio electrónico adquiere cada vez más protagonismo en nuestra sociedad, llegando a facturar un 23,4% más en el último trimestre del 2017 respecto al año anterior. Todos estos parámetros han incrementado los volúmenes de reparto en la ciudad y suponen todo un desafío para la distribución urbana de mercancías -desafío que tenemos que afrontar- y vislumbra la necesidad de abordar la adaptación digital del pequeño comercio de ciudad.

El reto, planteado recientemente en el Foro 2030 que el Instituto Nacional de Administración Local promueve como espacio de reflexión y palanca de adaptación a los cambios, nos dejó interesantes iniciativas que debemos valorar y asumir:

Una fundamental adecuación a la realidad del e-commerce en la movilidad de las ciudades, tanto de las infraestructuras y como de los usos de las zonas de carga y descarga, con una flexibilización de los horarios de entrega o la regulación de la distribución urbana de mercancías en horarios no convencionales.

La necesidad de crear registros de vehículos que desarrollan la tarea de distribución o la de regulación de las plataformas de economía digital dedicadas al transporte que eviten el intrusismo y la competencia desleal. Además, hoy las ciudades mantenemos el objetivo de descongestionar el casco urbano de tráfico, reducir el volumen de emisiones y garantizar la seguridad y el servicio de reparto, tanto a los ciudadanos en sus domicilios como a los comercios y al canal Horeca. ¿Cómo es todo esto compatible con el incremento diario de repartos o con un mercado al que ya no le vale la entrega en 24 horas y plantea la entrega inmediata? Surge la necesidad de otras medidas como el establecimiento de puntos de suministro de combustibles menos contaminantes, la eficiencia del transporte para reducir el número de vehículos y viajes o las iniciativas para la renovación y optimización de flotas.

Son muchas las cuestiones que hay que redefinir. El debate está abierto, pero sin duda es preciso y urgente que lo abordemos y que además lo hagamos desde la búsqueda de acuerdos. Y es básico que vaya acompasado con la necesaria transformación digital de nuestro comercio tradicional. Un sector al que también se le abren nuevas oportunidades si somos capaces de abrir simultáneamente la reflexión necesaria sobre cómo ayudarle en esa transición.

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