OPINION

España ante un nuevo y diferente boom turístico

El turismo en España va a cerrar esta Semana Santa con unos buenos datos que se consolidan en la historia mas reciente de nuestro país. Un inicio de temporada en el que pueblos y ciudades españoles hemos desplegado lo mejor de nosotros mismos: playas y estaciones de ski, zonas rurales y zonas urbanas, nuestras tapas y nuestros ricos caldos, nuestras procesiones o rutas culturales... Y estas buenas cifras que ya se intuyen son noticias económicas positivas para nuestras regiones, ciudades y pueblos porque todos ellos han recibido visitantes y cada uno, traducido esta afluencia en riqueza y bienestar.

Pero, además, no se trata de un acontecimiento coyuntural sino que certifica una tendencia que venimos experimentando y que responde a un nuevo paradigma que se consolida y que certifica que "Spain is always different".

En los últimos años, España ha superado el clásico modelo de “sol y playa” para constituirse en una referencia dentro de los destinos denominados “de interior” o “turismo de experiencias”, en los que la cultura, el patrimonio, la gastronomía o la naturaleza -valores interrelacionados- conforman una nueva oferta de gran aceptación en el mercado global.

Valgan como ejemplo las novedosas rutas gastronómicas urbanas por todos los rincones de España que dinamizan la economía local, con un gasto medio por persona y ruta de 89 euros, que se han convertido en dinamizador de la economía local ayudando a la desestacionalización del turismo al tiempo que atraen a un turista de calidad con un nivel adquisitivo mayor.

Hoy el turismo gastronómico es una tendencia al alza y una forma estupenda de reforzar la Marca España porque es un turismo sostenible, ético y valioso, estos turistas son viajeros exigentes a quienes le importa la calidad de la gastronomía y las recetas locales originales.

Y nos llena de orgullo y esperanza esta transformación no solo porque desde hace tiempo había ganas de reivindicar que España tiene mucho más ofrecer que preciosas costas y diversión en ellas, que también. Pero ahora, a este atractivo hemos sumado nuevos recursos que están muy ligados a nuestra historia, a esencias y tradiciones que nos identifican y singularizan, pero que, además, no están sometidos a la estacionalidad o a las siempre arriesgadas condiciones climáticas. Nuevos productos que por su variedad son también capaces de resistir los caprichosos vaivenes de las modas.

La España de 2018 es por tanto mucho más sólida dentro de un sector que ha sido el gran impulsor de nuestra economía y generador de puestos de trabajo. Recién cerradas las cuentas del año pasado, hemos conocido que por primera vez hemos superado la barrera de los 60.000 millones de ingresos por turismo, exactamente fueron 60.156 millones, un 10,1% más que en 2016 atendiendo a los datos facilitados por el Banco de España. También Exceltur ha ratificado estas cifras de un sector cuya aportación al PIB nacional ya supone el 11,5 por ciento.

En 2017 recibimos a 81,4 millones de extranjeros, 6,2 millones más que un año antes, en una progresión estable durante cinco años que sin embargo -y es un dato que quiero destacar y que habla por sí solo- se vio claramente frenado por un último trimestre lastrado por la inestabilidad en Cataluña (esta Comunidad perdió 230.000 turistas desde el referéndum del 1-O).

Al margen de esta amenaza que tenemos que tener muy presente -me temo que mucho más de lo que en momentos está- la realidad es que el turismo en España ha sido el motor de crecimiento que nos permitió resistir la crisis pero, además, ha sido capaz de adaptarse, de reinventarse, de digitaIizarse, logrando no sólo atravesarla y soportarla sino salir de ella transformado y reforzado. Una vez más la crisis ha supuesto una oportunidad, con una nueva industria, pero ha sido el talento, la innovación y el esfuerzo de los españoles los que han sabido verla y aprovecharla para seguir creciendo.

Todos los municipios nos hemos empleado en sacar a la luz nuestros recursos más valiosos, comprobando en poco tiempo que merece la pena invertir en potenciar nuestro patrimonio. Somos territorios que gozan de un notable legado histórico y de un rico patrimonio paisajístico, arquitectónico y cultural que nos confieren identidad propia. Tesoros que deben ser mostrados. Y estamos recogiendo al poco tiempo de sembrar, la recompensa se traduce en movimiento económico pero también en un medio ambiente más cuidado y saludable, en la protección de tesoros naturales que a penas sabíamos que lo eran, en ciudades y pueblos más bellos y con mayor calidad de vida, con mejores servicios que disfrutan tanto los visitantes como los que en ellos residimos.

Y la nueva oferta turística se relaciona con el paisaje, la artesanía, el comercio, las fiestas patronales, las tradiciones o la gastronomía, pero todo ello bajo la influencia de la innovación que es lo que nos va a garantizar el futuro; como ya han comprendido los profesionales de ese amplio sector servicios que en España es piedra angular de nuestra macroeconomía pero también sustento de millones de economías domésticas.

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