OPINION

Calviño dice que la economía va bien... Todos a temblar

21 de febrero de 2008. La guadaña de la madre de todas las crisis económicas aún no había caído sin piedad .Todavía tenía que pasar el verano… y Lehman -de cuyo colapso se acerca ahora el décimo aniversario-. Luego todo fundió a negro. Eso sí, en aquellos días de febrero, algunos atisbaban la que se venía encima. “Tenemos un gran endeudamiento -lanzaba Manuel Pizarro, entonces aspirante a liderar la economía del país como candidato del Partido Popular-. Somos, si no campeones, sí uno de los países que tiene un mayor endeudamiento. De ahí vienen males importantes cuando se enlaza con la vivienda y la construcción. Hay 900.000 millones en números redondos de deuda de personas y familias, que es lo que produce sobre todo que cada año los bancos españoles tengan que salir a los mercados a buscar 200.000 millones de deuda”. Aunque esas palabras resulten hoy proféticas, visto además el ‘mega rescate’ a la banca, lo cierto es que los datos estaban a disposición de cualquier economista y, de hecho, no era Pizarro el único que expresaba su inquietud.

Enfrente, Pedro Solbes, a quien Rodríguez Zapatero se había confiado para tranquilizar a los mercados en detrimento del ‘elegido’ Miguel Sebastián, un político con pedigrí de quien cabía esperar cierta altura de miras y al menos capacidad de diagnóstico. “Hablan de crisis por parte del Partido Popular, incluso de recesión, que ya a veces resulta un poco molesto. Nada más alejado de la realidad”, se despachaba. “Yo creo que hay que dejar la demagogia a un lado. España está bien preparada, yo diría que mejor preparada que nunca en la historia para hacer frente a cualquier reto”, remachaba, tildando de “catastrofismo” y “exceso de dramatismo” cualquier mención a una crisis. Hasta cierto sonrojo provoca revisar hoy el famoso debate Pizarro-Solbes y escuchar, en boca del socialista, que “la situación actual no es un riesgo”, sino “una gran oportunidad”. Si la política a menudo sobrepasa el análisis económico, este es un ejemplo de manual de que todo vale para ganar elecciones.

No obstante, la hemeroteca es también cruel con la sucesora del entonces todopoderoso Solbes. Elena Salgado sustituyó al de Pinoso en abril de 2009. Y ya en mayo habló sin ambages de la frase por la que ha pasado a la historia: sus brotes verdes. “Esperemos una semanas y los veremos”, insistió. Lo que vimos fue cómo España, que entre 2008 y 2009 perdió millón y medio de empleos, se despeñó entre 2011 y 2013. Según datos del INE, el PIB de la economía española cayó un 1% en 2011; el 2,6% en 2012, y el 1,7% en 2013. La creación de puestos de trabajo no levantó cabeza hasta 2014, después de un lustro maldito. La desafortunada predicción de Salgado -que en su comparecencia en la inútil comisión del Congreso para desbrozar la crisis financiera culpó a las crisis griega e irlandesa de la recaída que no vio- no fue óbice para que fuera ascendida al trono de la vicepresidencia económica en julio de 2011. El rescate a la banca al que se opuso -¡cuántos políticos de uno y otro bando glosaron sin rubor la buena salud de nuestro sistema financiero en esos años!- se produjo en febrero de 2012. Tampoco en el caso de Salgado la radiografía real de la economía se impuso a las necesidades políticas.

Por todo ello resulta aterrador lo acontecido esta semana. La ministra de Economía, Nadia Calviño, aparecía de entre las sombras en las que quedó recluida tras la ascensión de Sánchez y su nombramiento a principios de junio para publicar un artículo a doble página en el diario ‘Expansión’. Con un argumentario que no difiere mucho de lo esbozado por sus ahora contritos antecesores: “La economía española está en una fase expansiva y todas las previsiones apuntan a que, en ausencia de shocks externos negativos, el crecimiento seguirá siendo robusto en los próximos meses. Es lo primero que hay que dejar claro ahora que algunos hacen sonar las alarmas”. Las alarmas a las que hace mención en su pieza periodística se hacían carne en datos apenas días antes, con la peor cifra del mercado de trabajo en cuatro años. De hecho, el 31 de agosto fue el día que más empleo se destruyó en la historia de España. La ocupación, de crecer hace un año al 3,5%, lo hace ahora al 2,9%. Una evolución que amenaza con dejar el paro estructural en el 15%, en una España que crece menos.

¿Preocupante? Puede que no todavía por los números, pero sí por unas políticas que amenazan con autocumplir la profecía. De hecho, es sintomático que Calviño haya perdido claramente pie con respecto a la titular de Hacienda, María Jesús Montero, la ‘vicepresidenta económica’ in pectore como relataba el domingo en estas páginas Fernando H.Valls. La andaluza, cuota de Susana Díaz en el Ejecutivo y negociadora de los Presupuestos con Podemos, es quien abandera una reforma de los impuestos que pagan las empresas que no puede ser más perjudicial para ese empleo que Calviño y Sánchez dicen querer relanzar. El Santander ya amenazó con cambiar su estructura legal -su sede, en román paladino- si esa nebulosa tasa a los bancos terminaba por fraguar. De hecho, el Gobierno vive en el ‘globo sonda’ para matizarla. Por otra parte, la subida del Impuesto de Sociedades, para que el tipo efectivo sea de “al menos” el 15% según el presidente del Gobierno, puede tener un efecto devastador en las contrataciones si no se efectúa y se explica con criterio. La percepción de que fondos y capital riesgo empiezan a mirar más allá de España y Italia por la vuelta de los populismos -¡ay, lo de cogobernar con Podemos!- está en el sector financiero desde hace semanas.

Algo ha cambiado en este Gobierno, alumbrado para convocar elecciones rápidas y que, ahora, no solo mira a dos años vista sino que habla sin ambages de tener un proyecto de cinco ejes de cara a 2030. Inicialmente, su máxima preocupación era Cataluña y cómo abordar la vuelta de verano con políticos catalanes en las cárceles y con sus socios independentistas siempre al acecho. Ahora, tras las últimas estadísticas, la economía ha entrado en su vida y ha empezado a inquietar en Moncloa. No es casualidad que Carmen Calvo y el propio Sanchez ayer, en la fiesta de la Rosa en Oviedo donde conmemoró sus 100 días como presidente, insistieran en que España es de los países que más crece de la UE. Claro que, más que sacar pecho de los datos de otro, más lógico sería reconocer la desaceleración en marcha, renegar de las medidas erráticas que impone el imposible socio 'podemita' y, desde luego, no demonizar al sector empresarial para que luego pague la fiesta. La hemeroteca no solo es implacable, también enseña a quien quiere entender. Se está a tiempo.

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