OPINION

¡Cuerpo a tierra! La España en funciones acecha a las teles y el gas

Un consejero de la CNMC dice que Marín Quemada debió abstenerse en el expediente sobre Cepsa
Un consejero de la CNMC dice que Marín Quemada debió abstenerse en el expediente sobre Cepsa

“Vosotros subís, pero nosotros ganamos”, decía la semana pasada un dirigente del PSOE a un amigo ‘popular’ en uno de los múltiples foros que Madrid celebra en estos días y en los que lo de lo menos es el asunto que provoca el cónclave. Es la Champions. En paralelo, otros pelean por entrar de nuevo en la UEFA League en reñida ‘foto finish’ con quienes hasta hace poco aspiraban a la ‘orejona’. Triste destino. Así, Vox y Podemos aprovechan la exhumación de Franco o el proyecto de mochila austríaca del PSOE, respectivamente, para mantener sus posiciones frente a la caída libre de Ciudadanos, que avanza con paso acrítico y decidido hacia un cadalso construido sobre su errático y piramidal mecanismo para la toma de decisiones. Ese ecosistema, con permiso de las algaradas catalanas, monopoliza el discurso y el debate mientras, en la semana previa a las enésimas elecciones, amenazan con tomarse decisiones sustantivas para el futuro de la economía nacional y de un sector clave como el energético por cortesía de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

Corría el mes de julio y el organismo que preside José María Marín Quemada planteaba un recorte a la retribución que se abona a las compañías por la distribución de gas del 17,8%. Un rejón de proporciones isabelinas, véase de 3.000 millones entre 2021 y 2026. Ipso facto, los Naturgy y Enagás sufrían un descomunal batacazo en bolsa y, lo que es peor, entraban en un periodo de incertidumbre que dura hasta hoy. De hecho, como publica este lunes Santiago Carcar, en los próximos días se celebrará la comisión mixta entre Competencia y Transición Ecológica y las huestes del regulador acuden a la cita con la intención de dulcificar el hachazo, después de que Consejo de Estado y Ministerio de Economía hayan también intervenido en la disputa tras recibir las alegaciones del ‘lobby’ del gas. Por mucho que la posición de la institución que preside María Teresa Fernández de la Vega no sea vinculante, lo cierto es que ha ayudado a incrementar un nivel de ruido ya en niveles insoportables.

Claro que no es el único frente que tiene abierto la CNMC con un sector clave en el foco. No en vano, los grandes grupos audiovisuales -véase Atresmedia y Mediaset- esperan en los próximos días el anuncio de una sanción no pequeña, que supondría el 4,5% de unas facturaciones milmillonarias, por prácticas anticompetitivas en el mercado publicitario. Resulta paradójico que un sector que ha transitado por la crisis económica sin conocer los números rojos -en gran medida gracias a eliminación de la publicidad en RTVE en la era Zapatero-, y que se ha manejado siempre con extraordinaria habilidad con los poderes políticos, haya encontrado en Marín Quemada la horma de su zapato. Eso sí, si el rejón no ha tomado cuerpo aún se debería, como se adelantó en estas páginas, a que María Fernández, vicepresidenta de la institución, estaría preparando un voto particular para fijar posición en un asunto de tal envergadura que amenaza con modificar los esquemas mercantiles de los conglomerados de medios con los proveedores de publicidad.

Y es que en este último ‘affaire’ habrían aflorado las tradicionales y bien documentadas discrepancias que durante estos años han marcado la relación entre las salas de Regulación y Competencia de la CNMC, al mando de presidente y vicepresidenta, respectivamente. Al punto que no falta quien dentro de la organización vincula los casos del gas y la televisión… y hasta ‘vende’ una tesis: Fernández estaría dispuesta a aparcar ese voto particular en aras a una deseable unanimidad para un asunto que con toda probabilidad terminará en los juzgados. Todo a cambio de suavizar ese varapalo al gas, que no ha dejado de provocar honda división en la casa. Ciertas o no, el solo esbozo de estas componendas ayuda poco a un organismo resucitado de la mano de Marín Quemada, que ha sabido dotarle de contenido y ha convertido su siempre supuesta independencia en una realidad sobre la que se debe perseverar. La incomprensión en muchas ocasiones de los regulados, que no han dudado en criticar abiertamente su personalismo, entroncan a menudo con los fallos más acomodaticios emitidos en otro tiempo.

Dicho lo cual, se entienden en esta ocasión las críticas del gas, que ha subrayado sin ambages la situación de interinidad que vive un organismo tan trascendente. Sin ir más lejos, el propio Marín, así como otros cuatro miembros de la cúpula del organismo tienen su cargo caducado. Es el caso de los consejeros María Guinart, Clotilde de la Higuera y Benigno Valdés, además de la propia Fernández. Incluso, y ya es el colmo, el director general de la propia CNMC, Fernando Hernández, a la sazón responsable técnico de las circulares, ya está de camino a Tokio como futuro agregado comercial de la embajada. Y es que quien mas y quien menos tiene que buscarse la vida. Flaco favor hacen los Sánchez&Co a la solvencia de los reguladores con su incapacidad para establecer en tiempo y forma gobiernos estables que les den recorrido, consistencia y relevo cuando procede. También puede admitirse la protesta de que poca necesidad había de acelerar una circular como la gasista que contaba con margen para un debate sosegado. Basta recordar que, a diferencia del sector eléctrico -donde los plazos si apremian-, la nueva retribución a la distribución y el transporte del gas no debe entrar en vigor antes del año 2021. Solo sobre esta base ya podría armarse un caso.

También son responsables los políticos y su pasividad de la maledicencia que puede generarse en torno a las decisiones de técnicos de probada solvencia e independencia pero que, pasadas las preceptivas incompatibilidades, tendrán que buscar nuevo destino profesional… que será escrutado con lupa. Ajenos a estas reflexiones, Sánchez se prepara para quince días de infarto, similares a un ‘road show’; Casado para meterse en los menos jardines posibles rumbo a los cien diputados, Rivera para dar con la tecla que le rescate… Difícil preocuparse en semejante escenario de que las grandes empresas españolas coticen a derribo o que el valor en libros de los bancos aliente fusiones. Mucho menos, parece, de que las gasistas hayan paralizado inversiones con impacto en el empleo. Bravo, si significa que el poder político va a dejar de interferir en los movimientos empresariales. Claro que los monstruos con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón son eso, mitología griega, quimeras.

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