Libertad sin cargas

De peones y reinas: todas las intrigas palaciegas llevan a Yolanda Díaz

Yolanda Díaz y Pedro Sánchez
De peones y reinas: todas las intrigas palaciegas llevan a Yolanda Díaz.
EFE

La entrevista de Jordi Évole a Iván Redondo no pasará seguramente a la historia de la televisión. Sin embargo, si un fragmento alentó el aire fantasmagórico que durante estos años recorrió el desempeño del hasta hace poco todopoderoso asesor de Pedro Sánchez fue cuando éste sacó de su bolsillo dos piezas de ajedrez, véase dama y peón, remedos del político y su asesor. La primera figura, explicó el entrevistado, es valiosa por su carácter versátil, por la diversidad de sus movimientos. La segunda, cuya misión es proteger a sus 'señores', puede no obstante trascender a esa función y, si logra atravesar el tablero y coronar las líneas enemigas, hasta convertirse en una ficha más preciada. Incluso trocar en dama. No está claro si Redondo quería glosar su fracaso en ese empeño o, más bien, poner en valor sus buenos oficios a la hora de cuidar a sus mandos. Sea como fuere, lo cierto es que desde que el consultor donostiarra abandonó la Avenida Puerta de Hierro se ha perdido el glamour oscurantista que siempre desprenden quienes aparentan gestionar el poder desde detrás del trono. Al punto que las intrigas palaciegas se han trasladado a otras dependencias tal vez más mundanas y de aspecto más amable… pero no menos peligrosas.

En las 64 casillas del Gobierno y siguiendo el ejercicio de funambulismo al que invita Redondo, el nuevo peón que amenaza la soberanía de la ‘reina’ Sánchez se ha hecho fuerte en el Ministerio de Trabajo y de cuando en cuando se hace fotos tras cerrar medidas no precisamente impopulares como subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Su lento avance escaque a escaque rumbo a los confines del tablero, allá donde la humilde obrera logra empuñar el cetro, marcaba esta semana un punto de inflexión. Como bien explicaba en estas páginas Cristina Alonso, la negociación presupuestaria estaba bloqueada el pasado martes a primera hora, pese a los esfuerzos de Félix Bolaños -nadie mejor que él, si algún día quiere, para glosar los estertores de Redondo en el Ejecutivo- e Ione Belarra -lo que queda de Podemos-. Hizo falta la intervención ‘in extremis’ de Yolanda Díaz, cara a cara con el presidente del Gobierno, para cerrar de un plumazo un pacto que minutos antes parecía lejano. Por el camino, la concesión del secretario general del PSOE: los grandes propietarios de vivienda deberán bajar los precios del alquiler. Todo un logro para las huestes podemitas.

En el ínterin, peones con alma de peones. Por ejemplo, demostrada ha quedado la falta de liderazgo en la partida de todo el área económica del gabinete. María Jesús Montero, apartada de la portavocía en esta etapa, no ha escenificado el tradicional ordeno y mando del Ministerio de Hacienda en las negociaciones presupuestarias, al punto de ‘comerse’ un tipo mínimo del 15% sobre la base imponible en el Impuesto de Sociedades de las grandes empresas… para recaudar apenas 400 millones extra. Todo sea por contentar a Díaz y su ‘comando del marketing’ mientras el Comité de Expertos alentado por la política andaluza diseña la verdadera reforma fiscal con la vista puesta en 2023. Visto lo visto, “largo me lo fiáis, amigo Sancho”, que diría el clásico. ¿Cuánto ha influido Podemos en la elaboración de las cuentas públicas? “Son unos Presupuestos de gobierno. Muchas veces, la visibilidad del socio de un Gobierno de coalición que está en minoría hace que trasciendan a los medios de comunicación cuestiones que algunas veces son ciertas, otras menos”, responde Montero en una entrevista publicada por ‘El País’. Una forma como otra cualquiera de sangrar por la herida.

¿Sánchez o Díaz? No solo no puede haber dos reinas en el tablero, sino que a la actual nunca le ha temblado el pulso a la hora de sacrificar peones. Para eso están. Redondo lo sabe bien aunque haya apostado por edulcorar su relato.

Menos descargo tiene su jefa, por escalafón la primera vicepresidenta y al menos un alfil en la estrategia de Sánchez, que comprobó cómo su cuadro macroeconómico -la base sobre la que se sustentan las cuentas públicas- quedaba desactualizado para el grueso de los servicios de estudios apenas horas después de ser presentado tras la dura revisión a la baja de la actividad del segundo trimestre por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE). Tampoco sale del todo bien parada del enroque presupuestario la ‘vicepresidenta energética’, Teresa Ribera, después de que el Gobierno se haya visto obligado a guardar un nada despreciable ‘colchoncito’ de fondos ante el descontrol en los precios del gas y la electricidad. Para más escarnio, la ministra daba marcha atrás en su real decreto para minorar la subida de la luz topando los beneficios de las eléctricas. Ribera, que en privado confiaba que la medida tenía como objetivo principal ganar tiempo ante la convicción de que la artillería legal de las compañías terminaría por hundir su reforma en los tribunales, acababa por rectificar y buscar un pacto ‘in extremis’ con las firmas ante los informes internos que le alertaban de posibles indemnizaciones millonarias.

De este fracaso en la defensa de reina, los consiguientes lodos. No en vano, el advenimiento de Yolanda Díaz y el triunfo en el gabinete de los postulados más intervencionistas como única vía para sacar adelante los Presupuestos han terminado por encender las alarmas en inversores propios y extraños, todos afectados por las nuevas restricciones en el cobro de los alquileres. No en vano, entre esos grandes tenedores de viviendas figuran desde gigantes internacionales como Blackstone hasta ‘players’ nacionales como Caixa. No es casualidad que, como se explicó en este diario, emisarios de Sánchez se pusieran rápidamente en contacto con los fondos -a los que se cortejará cuando se agoten los fondos europeos- para apaciguarles y remitirles a la letra pequeña del texto legal como bálsamo de Fierabrás. “Es una medida con más maquillaje que sustancia”, se argumenta. Un ‘modus operandi’ que funcionaba con normalidad en tiempos de Pablo Iglesias con el drama de utilizar la seguridad jurídica como moneda de cambio ante cualquier transacción de los socios de gobierno. Mal asunto para un país que ya se ha visto obligado a comparecer ante diferentes tribunales de arbitraje por todo el orbe para, por ejemplo, defender el recorte retroactivo de las primas a las energías renovables.

El PSOE ha contemporizado en estos días al ser preguntado por el imparable ascenso de Díaz. Sin embargo, el exgurú del presidente lanzaba un aviso a navegantes en su reciente aparición televisiva. ¿Puede la ministra de Trabajo mejorar los resultados electorales de Podemos? “Si se presenta a través de una plataforma, sí. Mucho. Con diferentes opciones a la izquierda del Partido Socialista”, explicaba Redondo. En esta línea, las encuestas son generosas con la gallega, de forma recurrente la política mejor valorada, al punto de no generar siquiera demasiado rechazo en la derecha. ¿Capaz de arañar votos al propio socialismo? Pocos expertos lo ven, pese a alertar del impacto que puede tener que la derecha concentre su voto en solo dos partidos -adiós Ciudadanos- y que Díaz no logre atraer a Errejón a su proyecto político. Sin contar con los egos y las suspicacias que puede suscitar en un presidente del Gobierno que ha demostrado cuando tocaba su consumada condición de ‘killer’. Y es que no solo no puede haber dos reinas en el tablero, sino que a la actual nunca le ha temblado el pulso a la hora de sacrificar peones. Para eso están. Redondo lo sabe bien aunque haya apostado por edulcorar su relato. Jaque mate.

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