OPINION

El BBVA sale de compras... y siembra el pánico en un Ibex a precio de saldo

Carlos Torres BBVA
Carlos Torres BBVA
EFE

Pasaron casi inadvertidas pero más que ampollas han provocado toda una erupción. Las declaraciones ante analistas del director financiero de BBVA, Jaime Sáenz de Tejada, en las que apuntaba que las fusiones y adquisiciones en España son una opción en el actual escenario de tipos, han hecho levantar las orejas a la competencia. Y es que muchos son conscientes de que, con las actuales valoraciones en libros y cotizaciones en bolsa son presa fácil del pez más grande. Apenas un par de días después de su primer rejón, Sáenz de Tejada ratificaba sus argumentos, en una sucesión de comentarios recogida por ‘Expansión’. “Todo dependerá de la creación de valor para el accionista que supongan las potenciales oportunidades. La pereza a la hora de integrar un banco grande no va a ser un factor que influya en la decisión”, ponía el diario económico en boca del ejecutivo, presente -junto a Ana Botín y otros notables del sector- en la conferencia que anualmente organiza Bank of America Merrill Lynch. A partir de ahí, todos a echar cuentas… y a comprar desfibriladores.

No en vano, puede que las soluciones más sencillas no sean -en este caso- las correctas. Y es que los ‘sospechosos habituales’ tienen su propia hoja de ruta y pocas ganas de apretar el botón nuclear salvo que todo encaje a las mil maravillas. Jaime Ponce, al frente del FROB y principal accionista de Bankia a través de BFA, sabe que un acuerdo de Consejo de Ministros es suficiente si se quiere ampliar más allá de 2021 el plazo para privatizar Bankia. Y aunque el objetivo es vender tarde o temprano, también es clave reducir al máximo el coste para el contribuyente del rescate. Y para ello, el ‘timing’ es fundamental. Corría diciembre de 2017 y la entidad colocaba un paquete equivalente al 7% del capital con la acción por encima de 4 euros. La cotización llegó a ponerse en 4,5 días después, pero hoy apenas supera los 1,7 por título. Desde luego, seguir privatizando carece de sentido. ¿Lo tiene entrar en un vehículo más grande para desinvertir con mayor facilidad? Sea como fuere, esa opción parece hoy un ‘long shot’. Ni el Fondo de Reestructuración tiene prisa ni hay políticos que le aprieten. ¿Conclusión? Gestionar y hacer la ola al modelo interno que permite repartir 2.500 millones en dividendos.

El resto de los aspirantes son conocidos. Desde el fracaso de la fusión entre Liberbank y Unicaja, no es difícil encontrarlos en las quinielas, por mucho que la codiciada entidad andaluza disponga y presuma de un mapa del tesoro propio. En esta línea y como publicó en este diario Pepe Bravo, Sabadell llegó a tener sobre la mesa una integración con Bankia en la que estaba incluso ya diseñada la estructura de gobierno corporativo, con Goiri de presidente, Guardiola de CEO y una presidencia de honor para Oliú. ¿Una combinación demasiado grande y con demasiados problemas como para tener éxito? Lo cierto es que, pese a ser colocado a menudo por el BCE en la ‘pole position’ de las fusiones, no era en el Sabadell donde corrían los sudores más fríos tras el inesperado pronunciamiento de BBVA. De hecho, los entrecomillados de Sáenz de Tejada se analizaban al detalle en barrios en apariencia más aristocráticos, no muy lejos de la sede social de Oliú. La solución al acertijo, por otra parte no demasiado complejo, demuestra el nivel de inseguridad en que vive un sector rodeado de amenazas, desde EREs a modelo de negocio, pasando por una pléyade de limitaciones regulatorias.

Además, un hecho adelantado por La Información ha provocado que en el sector muchos piensen que en esta ocasión BBVA puede ir en serio. De hecho, el despido de Antonio Béjar, uno de los nueve altos cargos de la entidad imputados por el ‘caso Tándem’ tras ser destituido como presidente de Distrito Castellana Norte (DCN), marca un antes y un después en la gestión por parte del banco del ‘affaire Villarejo’. Béjar, considerado cercano a FG, es el cortafuegos definitivo de Carlos Torres en el proceso judicial en marcha y en su estrategia de defensa. No es descabellado pensar que, en ese esfuerzo de marcar distancia y poner tierra de por medio con la anterior etapa, el actual presidente tenga marcado en rojo en el calendario la puesta en marcha de una operación corporativa de envergadura que le ayude a cambiar el discurso y, de paso, a ganar tamaño. En ese punto, tampoco es ocioso recordar como la entidad vasca, que hace apenas una década competía de igual a igual en capitalización con Santander, ahora sufre el lastre de su apuesta por destinos como Turquía o México, sin que el mercado haya terminado de valorar su esfuerzo tecnológico y por la digitalización.

Si se amplia la panorámica, el caso de BBVA no es único en el Ibex, donde incluso empieza a haber temor y reflexiones recurrentes por el precio al que cotizan compañías estratégicas para el pais. Movimientos avanzados también por este diario, como el realizado por Carlos Slim para reforzar su participación en Prisa, demuestran que el parqué español está barato y hay quien está dispuesto a aprovecharlo si se presenta la ocasión. Claro que no todos llegarán con las buenas intenciones demostradas hasta ahora por el magnate mexicano, que durante años ha permanecido ‘oculto’ en el accionariado de la editora de ‘El País’. Y es que el mayor impacto por las ‘rebajas’ de la bolsa puede venir por la irrupción de fondos activistas, que aprovechando las gangas se instalen en accionariados muy fragmentados y terminen por condicionar dramáticamente la gestión. Hay ejemplos de sobra conocidos a nivel internacional. Una preocupación a la que, además, se suma una inquietud de fondo.“Cuando el mercado te pone en el foco no valen las medidas paliativas…”, explicaba esta semana el primer ejecutivo de una cotizada española preguntado por el agujero en el que están sumidas firmas nacionales, incapaces de levantar la acción pese a los desvelos y la probada capacidad de sus gestores. “Ahí solo caben medidas drásticas, disruptivas, véase una operación corporativa”, remachaba sin ambages.

Resulta lamentable que, ante esta realidad empresarial, el cuarteto de la muerte que forman Sánchez, Casado, Rivera e Iglesias -veremos si reemplazado por Errejón o si éste hacer méritos para formar parte de un quinteto- parezca más preocupado por sus intereses partidistas, cuando no por aferrarse a su sillón, que por los problemas económicos y financieros que vienen. Que Nadia Calviño, una ministra de Economía con una hoja de servicios envidiable y una capacidad de prescripción fuera de toda duda, haya hablado ya de enfriamiento económico, debería ser suficiente para poner las barbas a remojar y acelerar la formación de Gobierno. Alguien podría alertar a Sánchez y al resto de aspirantes a habitar La Moncloa que la incertidumbre en que está sumido el país también pesa. Y que, cuando por fin uno de ellos atesore los apoyos para cambiar las cortinas de su nueva residencia, a lo mejor tiene antes que aprenderse quiénes son los nuevos ‘jefes’ de las multinacionales con las que hacer ‘marca España’. Lo bueno es que, a diferencia de Zapatero o Rajoy, está nueva generación habla idiomas. Da gusto.

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