Libertad sin cargas

El ministro 'sofisticado' que compite en credibilidad con Mbappé

Escrivá
El ministro 'sofisticado' que compite en credibilidad con Mbappé.
EFE

El Banco de España propinaba esta semana la enésima bofetada que recibe el Gobierno a resultas de su política económica. El supervisor no era pacato a la hora de reprobar la reforma de las pensiones planteada por el Ejecutivo rojo y morado, al punto de considerarlo un auténtico agujero negro para la futura sostenibilidad de las cuentas públicas. La indexación de las prestaciones al IPC -que “tendrá consecuencias sobre el gasto público en 2022”- el flamante Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) -que carga las jubilaciones del ‘baby boom’ a los jóvenes de hoy-, la falta de relación entre las contribuciones realizadas y las prestaciones recibidas… Todo un abanico de dudas razonables que el organismo que preside Pablo Hernández de Cos plantea en su informe anual y que el titular de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, ha despachado con su proverbial pose de superioridad intelectual. Para el ministro, el documento publicado por el BdE presenta “falta de sofisticación”. Es más, añadió que el análisis no le aportaba ningún elemento nuevo de reflexión, al tiempo que rechazaba la implementación de herramientas de ajuste automático ante las presiones demográficas.

Define la Real Academia Española (RAE) algo “sofisticado” como aquello “técnicamente complejo o avanzado”. Esto es, las palabras del ministro no eran inocentes y contenían una importante carga de profundidad contra el que el consenso de economistas reconoce desde hace décadas como el mejor servicio de estudios del país. En roman paladino, venía a reprochar Escrivá a De Cos un análisis de la reforma de las pensiones esencialmente simplista y poco elaborado, superficial y poco profundo. Difícil golpear con más intención, más allá de que se espere mayor respeto por parte de un miembro del Gobierno hacia un organismo con el peso institucional del BdE. Puede entenderse el órdago intelectual, empero, desde un curriculum tan ilustre como el que atesora el político albaceteño. Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense y posgrado en Econometría por el propio Banco de España, su trayectoria profesional no solo incluye diferentes cargos dentro del propio supervisor, sino una participación activa en el proceso de integración del euro desde el Instituto Monetario Europeo, puestos de relevancia dentro del BBVA o la presidencia de la propia Airef de la mano del PP. Desde luego, difícil poner en duda la competencia de alguien con semejante bagaje académico y profesional.

Por eso precisamente ha sorprendido a propios y extraños que el planteamiento de tan conspicuo economista para tapar el agujero futuro de las pensiones se haya concentrado en subir 0,6 puntos las cotizaciones sociales, incremento que soportarán sobre todo las empresas. ¿El objetivo? Crear un fondo que sufrague a futuro las pensiones de los ‘baby-boomers’. Véase, una derrama cuya ‘sofisticación’ no es solo discutible, sino que podía haber sido alumbrada por los bedeles del Ministerio en una tranquila sobremesa de viernes. Eso sí, el hallazgo se produjo poco después de que el ministro contemplara otra medida que tampoco le reportara el Nobel por su innovación y brillo técnico. Y es que en los primeros borradores remitidos a Bruselas -el famoso ‘componente 30- se planteaba abiertamente incrementar de 25 a 35 años el período de cálculo de las pensiones. “El efecto medio de calcular la pensión sobre un máximo de 35 años en lugar de 25 supondrá, a las pensiones comprendidas entre la mínima y la máxima, una reducción media de la pensión inicial del 6,3%”, reconocía aquel documento que el Ministerio, pillado en falta, se apresuró a negar tanto en su concepción como en su impacto. Problema resuelto.

Las advertencias del Banco de España solo han sido la gota que ha colmado el vaso de un gabinete abrumado por las censuras y reconvenciones de organismos de toda clase y condición. Del BCE al FMI, del supervisor bancario a Funcas

La ‘sofisticación’ tampoco pareció recorrer el discurso del ministro cuando, por esas fechas, criticó abiertamente a los bancos por despedir a trabajadores al tiempo que pagaban elevados sueldos y bonus a sus principales ejecutivos, en un debate abierto a raíz de la integración de Bankia por parte de CaixaBank. Se sumó entonces Escrivá a la ofensiva de Calviño al recordar cómo las siempre malvadas entidades bancarias se estaban enriqueciendo sin tino pese al rescate de dinero público que habían recibido en el pasado. “El sector financiero ha tenido ayudas muy importantes durante la anterior crisis, con limpieza de balances y ayudas públicas extraordinariamente importantes, y recientemente con la asunción de deuda por parte del Estado de la Sareb”, aseguró para criticar el adelgazamiento de las plantillas. Una ‘idea fuerza’, impropia de alguien que a buen seguro era consciente de que el propio Gobierno -que atesoraba y atesora un 16% en la sociedad fusionada a través del FROB- había aprobado la operación. Provoca incluso cierto sonrojo comprobar cómo en apenas meses ha cambiado el discurso gubernamental. En 2021, en plena polémica, el Ejecutivo votó en contra de esas retribuciones en la junta general de accionistas de la sociedad. Este año, ya sin la presión social de los expedientes de regulación de empleo, ha dulcificado su posición y ha preferido abstenerse pese a que los sueldos no han cambiado. No se recuerda, además, que Escrivá renunciara a parte de sus sin duda elevados emolumentos cuando ocupaba un alto cargo en BBVA.

En suma, no hay que ser muy ‘sofisticado’ para interpretar la realidad y la reacción del Gobierno. Al fin y al cabo, las advertencias del Banco de España solo han sido la gota que ha colmado el vaso de un gabinete abrumado por las censuras y reconvenciones de organismos de toda clase y condición. Del BCE al FMI, del supervisor bancario a Funcas, todos han puesto en solfa sin ambages las previsiones económicas del Ejecutivo y algunas de sus reformas de cabecera, como la que afecta a las pensiones. Al punto que no es exagerado afirmar que, en este momento, la credibilidad del trío Sánchez-Calviño-Escrivá desafía sin menoscabo a la de Kylian Mbappé cuando garantiza que se unirá a tu equipo. Frente a ese vacío de confianza, Hernández De Cos -cuyo curriculum no envidia en nada al de Escrivá- no solo se ha convertido en un oráculo lejano que marca una hoja de ruta teórica, sino que ha logrado aterrizar el discurso. El mejor ejemplo, su planteamiento sobre el pacto de rentas, para el que ha pedido una implicación tanto de los trabajadores como de los empresarios, en un escenario casi inédito. Y si lo que busca el ministro de Seguridad Social es “sofisticación”, puede recuperar el documento de 43 páginas titulado ‘El sistema de pensiones en España: una actualización tras el impacto de la pandemia’, firmado en 2021 por el propio gobernador, en el que desglosa con mayor detalle su visión sobre la reforma que precisa el modelo actualmente en vigor.

Corría el mes de mayo de 2018 y las críticas que la Airef de José Luis Escrivá lanzaba de forma regular al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, parecieron apaciguarse. “Hay que elegir gobernador del Banco de España en breve, ¿no?”, especulaba un político al corriente de aquellas negociaciones, no sin altas dosis de maldad. La candidatura, que no era descabellada desde una perspectiva meramente profesional, topaba con la cruz que ya había puesto a Escrivá el PP, incapaz de entender la campaña de ataques que percibía por parte de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal. Paradójicamente, meses después, Escrivá encontró su lugar en el sol gracias al PSOE y a Sánchez, que le escogió para su cónclave. Es el secretario general de los socialistas quien debe echar ahora un vistazo a su equipo económico y la capacidad de sus vicepresidentes y ministros para recolectar votos con su gestión. Sumen Ribera y Montero a Calviño y Escrivá. Asegura el nuevo PP, en público y en privado, que puede bastar con no mover un dedo y dejar hacer al Gobierno para ver cómo la economía le devora. Las elecciones andaluzas marcarán un antes y un después. Y pase lo que pase, no será culpa del Banco de España.

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