OPINION

El petróleo saudí sale de compras: ¿Puede dormir tranquilo Repsol?

Antonio Brufau y Josu Jon Imaz
Antonio Brufau y Josu Jon Imaz
Europa Press

El giro verde de las compañías petroleras es imparable. No hace demasiado, Repsol seguía los pasos de Shell en Reino Unido y anunciaba su intención de suministrar electricidad. Una operación que sustentaba en la compra de cinco centrales de Viesgo y su comercializadora de luz y gas, a la sazón la energía de transición por excelencia. “Son activos de bajas emisiones”, explicaba la firma de Antonio Brufau para justificar su evolución a una compañía global de energía… y además ‘eco friendly’. Esta revolución, glosada en esta misma tribuna, ya ha sido abrazada sin ambages por otros ‘megaplayers’ como BP, Total o Suez, entre otros, y no solo entronca con la sensibilidad de los tiempos, sino que también enlaza con las incertidumbres sobre las reservas futuras de petróleo. Y en este punto, hay un hito que todos los operadores tienen marcado en rojo: la salida a bolsa del gigante saudí Aramco, un momento en el que el más insigne ‘croupier’ tendrá que desvelar sus cartas. Un acontecimiento previsto inicialmente para este año y para el que habrá que esperar, al menos hasta 2019.

Así lo daba entender estos últimos días el ministro saudí de Petróleo, Khalid Al Falih, que apuntó que la salida a bolsa del gigante petrolero -la que sería la mayor OPV de la historia- no se producirá antes de la adquisición de una firma de ‘downstream’. También añadía, para mayor desaliento de la competencia, que la llegada de la sociedad al parqué tendrá lugar “cuando las condiciones sean óptimas”, lo que “dependerá de múltiples factores, incluyendo condiciones de mercado favorables” y la citada adquisición en el negocio del refino, el marketing y la comercialización. Esto es, una manera de mantener la expectación, sin atenerse a ningún plazo. Una historia demasiado repetida, ya que fue en 2016 cuando el reino deslizó su plan para sacar a bolsa un 5% de la sociedad. La última apelación al ‘downstream’ suena más a excusa si se hace algo de historia.

Corría el mes de junio de 2012 y el propio Al Falih, presidente y CEO del gigante petrolero, se dirigía a un prestigioso auditorio en Stanford. “Casi uno de cada siete barriles de petróleo que se producirán en el mundo hoy vendrán de Saudi Aramco, y en las próximas 24 horas, proveeremos al mercado energético global de más de 10 millones de barriles”, sacaba pecho. Además, aprovechaba para detallar el denominado Programa de Transformación Acelerada (ATP, por sus siglas en inglés), la verdadera hoja de ruta estratégica que tenía previsto seguir la compañía con las miras puestas en 2020 y que incluía ambiciosas propuestas de ‘upstream’ -aprovechando “los éxitos en la exploración de las zonas fronterizas como el offshore en el Mar Rojo”-, pero también de ‘downstream’, de tal forma que “en la próxima década nuestra capacidad global de refino tanto propia como en ‘joint ventures’ se acerque a los ocho millones de barriles al día, la mayor de cualquier compañía petrolera sobre la tierra”.

La envergadura del proyecto ha terminado por involucrar en el último lustro a prácticamente todas las consultoras estratégicas, desde McKinsey a AT Kearney, pasando por Oliver Wyman o Boston Consulting Group. Y muchos ejecutivos y consultores españoles han trabajado en el hipotético diseño de la operación de compra en el refino y el marketing que ahora, seis años después, pone sobre la mesa el Gobierno saudí. Sin ir más lejos, en una presentación a inversores fechada en mayo de 2013, la compañía explicaba el racional de su operativa fuera del Reino (Out of Kingdom, OOK) y de acometer una integración vertical del negocio para “asegurar la demanda para sus productos, capturar márgenes y lograr un cash-flow estable”. Bajo esa premisa, la pregunta era qué países eran los adecuados para una expansión en el ‘downstream’, que se preveía incrementar en un 150% de cara a 2030.

Y en este análisis, España -y Europa en general, a excepción de Francia- pierden peso en el primer filtrado, que tiene en cuenta el espacio para que Aramco pueda competir, a partir de la demanda y las importaciones de diésel y gasolina. Al final del camino, China, Indonesia -sobre el que se realiza un estudio monográfico-, Japón, Corea del Sur, Estados Unidos o Vietnam, entre otros, son opciones viables. ¿Compras? Según aseguran fuentes conocedoras de la hoja de ruta en marcha, se han hecho simulaciones sobre todas las operaciones posibles, de mayor o menor tamaño. Todo es posible con ese potencial. Como explicaba Diego Crescente en estas páginas, “hablamos de un monstruo cuyo valor se estima en dos billones de dólares. Las autoridades saudíes han manifestado su intención de sacar a bolsa ‘solo’ un 5% del su capital, lo que supondría aproximadamente 100.000 millones, una cifra que cuadruplica la mayor operación realizada en la historia, la de Alibaba, que alcanzó los 25.000 millones”.

Culminaba Al Falih su intervención en Stanford con una cita poco convencional… y del todo afortunada. “Cuando se me pregunta sobre transformación, me acuerdo de ‘Él más grande’, Wayne Gretzky, y sí, ¡soy el probablemente el primer petrolero saudí que se basa en el hockey sobre hielo para su estrategia empresarial! Una de las claves del legendario éxito de Gretzky fue su habilidad para estar en el lugar perfecto en el momento perfecto, lo que él explicaba así: ‘Patino para estar donde va a estar el ‘puck’, no donde ha estado’”. Las grandes petroleras hoy, incluida Repsol y los Imaz o Brufau, están precisamente en esas, imaginando donde va a estar el ‘puck’ y tratando de llegar a ese punto lo antes posible y antes que sus rivales, cada vez más y de distintos orígenes. Por el camino, mientras todos se mueven a velocidad de vértigo, el mayor operador, el gigante saudí, apuesta por un ‘impasse’. Sus próximos movimientos pueden dinamitar muchas estrategias.

Mostrar comentarios