OPINION

Elecciones 2020: la palabra de Sánchez y los pantanos de Ábalos

José Luis Ábalos ministro de Fomento
José Luis Ábalos ministro de Fomento
EFE

“Voy a ser presidente del Gobierno”. Apenas había cumplido los 18 años y Pedro Sánchez -durante mucho tiempo Sánchez Pérez-Castejón en su condición de concejal en el Ayuntamiento de Madrid- expresaba sin ambages cuál era su convicción y su anhelo. Una suerte de iluminación que sus amigos cuentan no sin algo de admiración y envidia. “Es difícil conocer a alguien con las cosas tan claras en la vida… tan pronto”, dicen. No obstante, poco podía imaginar aquel joven político que, para lograrlo, tendría que pasar por un revolcón de primera categoría en su partido del alma, un 'road show' en su propio coche para acercarse a la militancia, ganar unas primarias de infarto y a cara de perro, además descerrajar al PP una moción de censura imposible. Entender el carácter de alguien que, con esas certezas, es capaz de superar un Everest y coronarse, es clave a la hora de interpretar sus palabras, sus silencios… y sus estrategias.

Por eso, cuando recientemente, en un acto del PSC, Pedro Sánchez aseguró que Pablo Casado y Albert Rivera pueden “esperar sentados hasta 2020” cuando piden elecciones, es evidente que, a la luz de sus sentimientos y viaje vital, el inquilino de La Moncloa merece todo el crédito. Al menos, desde el punto de vista económico dos son las vías que sustentan esa apuesta. La primera, unos Presupuestos a priori desahuciados pero que incluso en altas esferas del Partido Popular piensan que el PSOE puede sacar adelante ‘in extremis’. Diseñados para desarmar voluntades, vascos y catalanes tienen muy difícil decir no a semejante lluvia de inversiones. Sin contar con el plan B tan poco halagüeño que espera a los independentistas en prisión preventiva si hay un cambio de Gobierno antes de tiempo en plena irrupción de Vox. “No les conviene decir no. Desde ningún punto de vista”, aseguran fuentes próximas al Gobierno, cuya presión sobre los interesados no puede en las últimas semanas más creciente e intensa.

En todo caso, con o sin Presupuestos Generales del Estado, el plan económico del Ejecutivo para todo el año 2019 está preparado para resistir… y ser la preparación artillera de unas generales. “Ábalos va a estar inaugurando pantanos todo el año”, expresan fuentes próximas al Gobierno, que recuerdan como el Ministerio de Fomento ha sacado a licitación todo lo que se podía sacar y más. Por el camino, el Gobierno ha hecho propios -y hasta mejorado- compromisos que cerró el Partido Popular y que pueden generarle sufragios en nichos concretos, como las subidas en los sueldos de los funcionarios y las prestaciones a los pensionistas. Al tiempo, ha abierto otros frentes electorales, con alzas salariales para miles de trabajadores en empresas públicas. Y lo que queda por anunciar con toda una maquinaría en marcha para atraer el voto. Resumiendo, Pedro Sánchez sabe que tiene doce meses por delante para lo que sus afines definen gráficamente como “gestionar y rentabilizar la gestión”. Es un hombre -y un partido- con una misión.

Además, dos factores colaterales apoyan el aplazamiento de cualquier planteamiento de elecciones. Y es que la mayor preocupación hoy en Ferraz es política y está en la acera de enfrente, véase en Podemos. No en vano, el cisma abierto en la formación morada al decidir Iñigo Errejón presentarse a la Comunidad de Madrid bajo la enseña de Manuela Carmena es solo el último de una serie de traspiés que alcanzaron su cénit con la onerosa adquisición por parte de Pablo Iglesias de su residencia en Galapagar… con su inevitable impacto en las encuestas. “Ahora no sumamos”, exponía esta pasada semana un alto dirigente de la formación socialista, que no escondía la querencia del partido por Errejón. Sin contemplar aún la batalla madrileña, el último sondeo elaborado por Metroscopia para Henneo/La Información otorga a los tres partidos de centro-derecha un 49% de los votos -lo que les acerca a una hoja de ruta nacional con pactos ‘a la andaluza’-, frente al casi 41% del bloque PSOE-Podemos. No es momento para visitar las urnas.

Por otro lado, las previsiones económicas también permiten tomárselo con calma. No se prevé un tsunami inminente salvo imponderables o profecías autocumplidas. Como se publicó en estas mismas páginas, los cónclaves de previsiones montados en este arranque de año por las grandes firmas de inversión presentes en España -celebrados a puerta cerrada y al más alto nivel- certificaron ‘solo’ una desaceleración económica en 2019 y 2020. ¿Recesión? Mejor mirar al 2021. En esta línea, el Fondo Monetario Internacional terminó de echar un capote al Gobierno Sánchez al dejar a España fuera de su recorte general a las previsiones por el impacto de la guerra comercial China-EEUU y la peor evolución de algunos países europeos y asiáticos. “La economía mundial está creciendo más lentamente de lo esperado y los riesgos están elevándose”, zanjó Christine Lagarde. En estas turbulencias, mantiene un desempeño para España del 2,2% en 2019 y del 1,9% en 2020, en línea con la estimación de la ministra Calviño. Suficiente para estar tranquilo.

Pedro Sánchez, al final del día, también tiene otra reflexión que hacer. Porque no está del todo claro que el resultado de unos nuevos comicios le otorgue una posición parlamentaria mejor que la actual. Y no es fácil que, si repite o se mueve en el entorno de los 84 diputados, pueda copar toda la Administración General del Estado con sus cuadros, asesores incluidos, como ha hecho en la actual coyuntura. En un hipotético Ejecutivo de coalición tendrá que hacer más concesiones. El actual presidente ha recordado en diferentes entrevistas cómo sufrió los embates del desempleo y tuvo que hacer la cola en el Inem cuando, no hace tanto, vinieron mal dadas. No va a ser fácil que dé un paso lateral después de lo que le ha costado llegar a su destino bajo el sol. Mientras él cabalga, otros pueden ladrar. Y anticipar unos comicios que, a su pesar, tienen fecha fijada. A veces, como decía Celentano, los trenes de los deseos van al contrario de la realidad.

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